La protesta social es un derecho de máxima importancia por que mediante el uso de esta se exige y se logra el cumplimiento de todos los demás derechos, cuando uno o más derechos son violados de manera sistemática y los entes gubernamentales demuestran ineficacia a la hora de actuar frente estos sucesos, la protesta social es la herramienta más valiosa para expresar de manera pacífica las inconformidades del sector de la sociedad que sufre estas vulneraciones.
Si bien aún existen sistemas totalitarios que no contemplan la protesta social como legitima, este es un derecho adquirido en la mayoría de los países del mundo. Hablando exclusivamente de los lugares en los que es legal protestar, es interesante analizar la facilidad que tienen algunas de estas sociedades para manifestarse con respecto a otras.
En los últimos días la noticia ha sido las múltiples protestas en Estados Unidos a causa del asesinato del afroamericano George Floyd a mano de la policía de Minnesota, las manifestaciones se han extendido a 140 ciudades en el país y hace solo unas horas la ira de los estadounidenses llegó a la Casa Blanca ni más ni menos, un hecho histórico, la situación refleja la presencia y el alcance que tiene la protesta social en el país norteamericano.
En Colombia la historia es otra, aquí la situación se debe poner de verdad insostenible para que haya una genuina manifestación de la gente, tal y como pasó a finales del año pasado, pero una de las mayores manifestaciones en la historia de Estados Unidos se desató por el asesinato de una sola persona, mientras aquí en lo corrido del 2020 han sido asesinados más de 100 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, 24 de ellos han muerto durante esta cuarentena, y la situación parece invisible la mayoría del tiempo.
Esta situación nos refleja como una sociedad indolente y acostumbrada a la violencia, en la que un muerto más solo representa un número en una estadística que resulta bochornosa para cualquier sociedad que se precie de ser democrática, sin duda es un aspecto social que no cambiará en unos cuantos días, pero es un cambio que resulta imperativo ir cambiando y transmitiendo a las generaciones que mañana se harán cargo de las cosas, de lo contrario se seguirá reproduciendo el ciclo de violencia que en Colombia lleva al menos un siglo.
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