Alvaro Tirado Mejía escribió sobre López “El Viejo” (Alfonso López Pumarejo) que “En la convención liberal de 1929 propuso que el liberalismo debía prepararse para asumir el poder. Esta propuesta fue aceptada y a él se le eligió para la dirección del partido, al cual, sin ambages, en la misma proposición presentaba así: “Hace tiempos se han marcado en el liberalismo seis o siete clases de liberales que procuraré clasificar: liberales reaccionarios, conservadores, liberales gobiernistas, antigobiernistas, socialistas y revolucionarios. Estos últimos, a los cuales pertenezco yo, somos los que queremos tumbar el régimen conservador.”
Sorprende o no que López Pumarejo se llame así mismo que era un revolucionario. Las fotografías lo muestran como un gran Gentleman Inglés. Hijo de Pedro A. López, un empresario, banquero y cafetero; educado y fallecido en Londres; no estudió carrera universitaria; nieto de Ambrosio López, aquel sastre participante en política que creía en la industria nacional y que atizó el golpe de Estado o de Opinión cuando los artesanos concurrieron al Congreso para obligar a los congresistas a votar por otro López: José Hilario, y a quien hicieron Presidente de la República. Se dice que Mariano Ospina Rodríguez dijo que su voto era por López para que no asesinaran al Congreso.
Ese López Pumarejo fue quien llevó al poder a Enrique Olaya Herrera en 1930 y acabó con la llamada “Hegemonía Conservadora”. Suficientemente realista de la política para consentir que Olaya, y no él, que era el Director del Partido Liberal, fuese el candidato presidencial. Pero suficientemente pragmático para saber que aún no era su hora, y que el Liberalismo necesitaba alguien más cercano a las derechas, como Olaya, para evitar que no se pudiera dar la unidad, pues el poder se los disputaban los conservadores Vásquez Cobo y Guillermo Valencia.
Su revolución fue inmensa: Reforma Agraria de 1936; Reforma Constitucional que advierte que la Propiedad es una Función Social. López llamó a su lado a los Frentes Populares. A tal punto llevó su revolución que se generó una crisis en la Universidad de Antioquia e hizo surgir la Universidad Católica Bolivariana. Su amistad con Laureano Gómez o las coyunturas políticas para crecer lo hicieron después enemigo de Olaya Herrera para hacer la revolución liberal que efectivamente hizo.
Bajo toda esa óptica efectivamente se puede calificar a López Pumarejo como él quiso definirse, fue un revolucionario en el sentido prístino de la palabra. López representa, y así lo demostró, que no son necesarias las guerrillas, ni las tomas cruentas, ni la violencia política para hacer verdaderas revoluciones políticas. Le bastó a López la agudeza, el oportunismo, y el sentido práctico para saber cuándo, con quién, con qué hacer una verdadera transformación política y social. Tal vez por ello las guerrillas de los Llanos con Guadalupe Martínez a la cabeza, le entregaron a López Pumarejo las armas en el gobierno de Rojas Pinilla.
No soy liberal, y menos lopista, pero hay que estudiar a los que han hecho la política colombiana y han marcado un hito en la historia del País.
Todas las columnas del autor en este enlace: Julio González Villa
- (Alvaro Tirado Mejía; Aspectos Políticos del Primer Gobierno de Alfonso López Pumarejo”; Planeta; 1995; 2 ed; Pag. 34)
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