Stefan Kooths, Vicepresidente y Director de Investigación de Ciclos Comerciales y Crecimiento del renombrado Instituto de Kiel para la Economía Mundial (IfW Kiel), advirtió al Gobierno alemán sobre las consecuencias de sus propias políticas económicas. El destacado economista alemán lo censura por la burocracia innecesaria, la extralimitación del Estado, la intervención excesiva y los subsidios. “Los políticos se enredan cada vez más en nuevas regulaciones e intervenciones en la economía, que luego tienen que corregir con nuevas regulaciones e intervenciones, y así sucesivamente”, advierte, “es un círculo vicioso descendente”.
Como resultado de la sucesiva transformación de la industria energética alemana en una economía planificada, los precios de la electricidad han seguido aumentando; incluso antes del inicio de la guerra en Ucrania, estaban entre los más altos del mundo. La economía alemana está bajo presión con estas cargas, y cada vez más empresas se están trasladando o al menos considerando seriamente mudarse al extranjero. El gigante químico BASF anunció recientemente que implementaría recortes masivos de empleos en Alemania e invertiría miles de millones de sus recursos en China; la empresa atribuyó su decisión al horrendo costo de la electricidad en Alemania y a la extrema burocracia. Muchas otras empresas ya han anunciado que abandonarán Alemania en favor de los Estados Unidos o Asia.
Los políticos ven las consecuencias de su intervencionismo, pero planean responder con aún más de este. Los políticos alemanes piden ahora un límite de precios de la electricidad industrial fuertemente subsidiado para las grandes empresas. Esto significa que la intervención del Gobierno eleva los precios de la electricidad a niveles inasequibles, para luego –se supone– el contribuyente deba intervenir y subsidiar masivamente los costos de la electricidad para las grandes empresas. Aparentemente es solo una medida temporal, porque los precios de la electricidad, según el Gobierno, serán cada vez más baratos gracias a las energías renovables.
Esto es, por supuesto, una ilusión. El principio rector de la política energética alemana es: “Todo eléctrico, únicamente energías renovables”. No obstante, esta política pretende duplicar con creces la demanda de electricidad y lo hará en muy poco tiempo. Las capacidades de energía eólica y solar tendrían que cuadruplicarse dado que son muy volátiles: Alemania necesitaría enormes capacidades de almacenamiento y reserva. “Sin embargo, esto no es ni técnicamente viable ni asequible para un país como Alemania. Es simplemente una locura”, afirmó recientemente Wolfgang Reitzle, uno de los ejecutivos empresariales más reconocidos de mi país.
El “tope del precio de la electricidad industrial” no es el único ejemplo. Durante 20 años, los políticos en Alemania han hecho que la construcción sea cada vez más imposible imponiendo regulaciones ambientales sumamente estrictas y trámites burocráticos interminables. Los resultados de esta política no fueron claramente evidentes mientras las tasas de interés se mantuvieron en mínimos históricos. Ahora que las tasas de interés están regresando lentamente a la “normalidad”, se ha vuelto absurdo construir en estas condiciones. Las nuevas construcciones en Alemania andan estancadas.
Simultáneamente,, las regulaciones gubernamentales se han endurecido una y otra vez. En primer lugar se introdujo el llamado freno del precio del alquiler, sin embargo, como esto no funcionó y los alquileres siguieron aumentando, el freno del precio del alquiler se amplió y apretó. Con cada vez menos viviendas nuevas construidas y millones de refugiados llegando a Alemania al mismo tiempo, los alquileres se están disparando de nuevo. ¿Y qué exigen ahora los políticos de izquierda en Alemania? Una congelación del alquiler.
Este es otro ejemplo típico de la viciosa espiral del intervencionismo: cuando los políticos ven que sus intervenciones en el mercado no están funcionando, concluyen que deben lanzar intervenciones todavía más drásticas. Este proceso fue descrito ya en 1949 por el sociólogo y economista alemán Alexander Rüstow:
“El Estado comienza a intervenir, con la intención de limitarse a estas intervenciones puntuales. Sin embargo, estas intervenciones tienen consecuencias impredecibles, que a su vez requieren nuevas intervenciones más allá del alcance de las intervenciones originales del Gobierno. Este patrón se repite con cada nueva ronda de intervenciones, y así hasta el infinito. Y si el límite de la intervención del Estado no está definido en principio, de forma clara y razonable, desde ese mismo principio, los economistas privados de cualquier sector económico que hasta ahora haya quedado libre deben contar con la posibilidad de que tarde o temprano el Estado extienda su intervención. Intervenciones en su ámbito de manera impredecible: ya no hay base para una planificación a largo plazo y una buena gestión”.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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