Con permiso me aparto de la discusión sobre el lamentable enfrentamiento de dos figuras del periodismo nacional, uno de ellos prestando sus servicios a la Casa de Nariño, y la otra, una fogosa de esa profesión que de alguna manera logró enlistarse como reconocida en ese oficio. Sus nombres no vale la pena mencionar pues a cualquier columna la vuelven tóxica.
Mantenerse vigente y ascender socialmente exige de cualquier persona que guarde unos modales, que observe comportamientos y que mantenga un lenguaje inclusivo para referirse a los demás, así los pensamientos y sentimientos interiores apunten en dirección totalmente contraria. A eso le llaman «sana diplomacia», que valga decir, sí da la manito para mantener en favor propio la balanza de oportunidades de sobrevivencia social, laboral y profesional. Mi buen amigo Jorge Villa llama «pequeñas sociedades de mutuos elogios» a ese despreciable accionar.
Pero la vida que es más sabia que todos nosotros juntos, nos coloca en escenarios de tan escaso márgen de reacción, que no nos queda otra de «desembuchar» en fracciones de minuto o segundo lo que realmente pensamos del compañero de luchas, de trabajo o de cualesquier actor social, y ahí las sorpresas piden pista para quedarse.
Debería ir al video del penoso episodio para re – documentarme sobre los adjetivos des -calificativos que utilizó la «innombrable» de periodismo contra el responsable de las comunicaciones del gobierno nacional, pero es tanto el repudio que me causó, y la escases de morbo propio, que prefiero acudir a mi desgastada memoria, para quedarme con aquello de «inepto»…y creo, si mal no estoy, «incompetente». Sí, inepto le dijo, al mismo que según ella, recomendó para La FM. Y ahí es donde me surge la pregunta: ¿cómo apalancó a un inepto profesional para que llegara a La FM? ¿Fué deshonesta en su momento con ese importante medio de comunicación?. David Lopera Naranjo, Sicólogo, opina que «hay personas emocionalmente muy vulnerables, y al no esperarse una respuesta, con crítica personal o familiar incorporada, activan unos mecanismos de defensa inadecuados buscando desarmar a su interlocutor. Eso cree Lopera, le pasó a la periodista con lo que bajó el precio de su acción y el de su gremio».
Me queda, y les debería caber a muchos la pregunta de a quién creerle: a quien endulza, ensalza, riega incienso y ayuda a inflar el ego, o a quien por cruel que parezca, manifieste el real pensamiento?. Me quedo con el segundo, pero si por ahí me lo dice en privado, tanto mejor.
Si a la «innombrable» le llega esta columna, ha de saber que perdió a un seguidor de sus trabajos profesionales en tantos medios y formatos como los tiene.