“El nuevo objetivo del gobierno de la ignorancia es la educación. Su decisión de arremeter directamente contra el Icetex y las universidades privadas ha despertado inquietud por las implicaciones que esto trae para el futuro. El nombramiento de José Daniel Rojas, que carece de cualquier competencia necesaria para el cargo, como Ministro de Educación indica que el objetivo de Gustavo Francisco Petro Urrego es desmantelar gradualmente el sistema existente para crear el caos. El malestar potencial entre más de doscientos mil colombianos afectados con la crisis podría tener un impacto significativo en las elecciones de 2026.”
La intención de eliminar todos los sistemas eficaces ha llevado a la izquierda a dirigir su atención a la educación privada colombiana. Esto se está haciendo limitando la disponibilidad de créditos, lo que restringirá el acceso a las universidades de los jóvenes de estratos socioeconómicos más bajos. La justificación que da el gobierno a sus acciones y reformas es cada vez más insostenible. La búsqueda de políticas progresistas es una estrategia riesgosa, con el potencial de costos significativos para el país. La decisión de apuntar al Icetex como la próxima institución a destruir demuestra que el pacto histórico por Colombia confía ahora en la educación como fuente de beneficios personales para el ejecutivo, con la intención de utilizar las instituciones asociadas para crear una bolsa de empleo que sirva a los intereses y ambiciones de los amigos y compinches de su presidente. La última maniobra de Gustavo Francisco Petro Urrego es vista como un nuevo engaño a los estudiantes y jóvenes que aspiran a convertirse en profesionales. Esto plantea la pregunta de qué está pensando el movimiento estudiantil, que desempeñó un papel importante en la elección de su mandatario.
La situación actual del sector educativo público y privado en Colombia representa un reto importante que requiere atención inmediata. Los llamados a la acción del gobierno, encaminados a enfrentar esta crisis desde la ideología, deben ser debidamente considerados. El irresponsable pronunciamiento de su vicepresidenta y ministra para la Equidad, Francia Elena Márquez Mina, en la Asamblea Nacional de Juventides, evidencia que la izquierda pretende imponer el cambio por medios violentos. La conexión de la política progresista con los grupos ilegales, la solicitud de liberación de los peores criminales para empoderarlos como gestores de paz, y el fortalecimiento de milicias urbanas, mal llamadas primeras líneas, que están comprometidas a lograr el cambio sin importar el tiempo que dure ni el costo, indican que persiguen una transformación por la fuerza. Esto demuestra que lo más significativo de la propuesta política de Gustavo Francisco Petro Urrego es la alianza con quienes tienen los antecedentes más cuestionables, el acuerdo que tiene con quienes son moralmente reprochables.
Los actores de la izquierda siguen abogando por los delincuentes, lo que es un lamentable reflejo de la calidad de un sector de la sociedad. Esa pasión por el mal se sustenta y respalda en una población iletrada incapaz de discernir los matices de la narrativa del cambio. Hay una falta de coherencia en los mensajes transmitidos por los distintos funcionarios, incluido Gustavo Francisco Petro Urrego, lo que sugiere que los progresistas están divididos en sus puntos de vista sobre el resultado deseado y están perdiendo la confianza en este cambio propuesto. La falta de competencia demostrada por el Pacto Histórico se ha traducido en el deterioro institucional de la nación, destrucción progresiva que ahora está afectando a las generaciones más jóvenes. Las nóveles capaz de la población son testigas de la desaparición de sus aspiraciones al verse privadas de la oportunidad de recibir educación, que ha sido un derecho fundamental atendido por el Icetex para millones de ciudadanos durante décadas. Un cambio lamentable en el que quienes abogan por el progreso han comprometido sus principios a cambio de lucrativos contratos estatales.
Es lamentable informar que este es el cambio por el que votaron millones de colombianos. La ideología política de izquierda se concentra ahora en acabar con el Icetex, pero ya ha hecho lo mismo con Ecopetrol, los fondos de pensiones, las EPS, las constructoras, las empresas de electricidad, de gas, el comercio, la industria y la minería. El progresismo socialista de Gustavo Francisco Petro Urrego está siendo nefasto para el desarrollo económico y social de Colombia. La falta de entrega a los jóvenes y a la educación está erosionando la credibilidad del acceso al sistema educativo. En lugar de solucionar el problema, la situación ha llevado a la introducción de una idea que carece de apoyo técnico, de un anteproyecto y de un proyecto de ley. El concepto de crear un «banco del saber» se asemeja a la retórica de charlataneria que tanto caracteriza a su presidente. Es claro que siete de cada diez jóvenes beneficiarios del Icetex pertenecen a los dos estratos socioeconómicos más bajos, y existe el riesgo de que pierdan el acceso a la educación superior. Para 2025, cerca de 260.000 familias se quedarán sin los medios para matricularse.
Es difícil comprender cómo pueden justificar el derrocamiento de una alternativa existente como el Icetex sin haber construido lo que afirman que será una alternativa para sustituirlo. La incertidumbre que rodea el futuro de miles de estudiantes, sin claridad sobre sus perspectivas profesionales, corre el riesgo de socavar la frágil estabilidad de las universidades privadas. Esto es especialmente preocupante en una sociedad democrática en la que los individuos tienen libertad para elegir dónde y cómo estudiar. El genuino derecho a la educación está siendo erosionado por quienes votaron por Gustavo Francisco Petro Urrego sin realizar la debida diligencia, asumiéndolo como un moderado. Desde 2010, su presidente viene proponiendo acabar con la oportunidad de millones de jóvenes de estudiar en la institución de su preferencia, a pesar de haber estudiado él mismo en el Externado gracias a un crédito del Icetex.
El desprecio de Gustavo Francisco Petro Urrego por la empresa privada lo ha llevado a priorizar la eliminación del Icetex, a pesar del significativo número de estudiantes que requieren préstamos. Los detalles específicos de las mejoras propuestas al Icetex, incluyendo los resultados deseados, los cambios planeados y los beneficios esperados, aún no son claros. Se ha hecho evidente que la población estudiantil no era más que un medio para alcanzar un fin para su mandatario y sus esquizofrénicos activistas, que solo servía para asegurar votos y no ofrecía beneficios tangibles. La izquierda está centrada en difundir sus ideologías tradicionales entre los sectores demográficos más jóvenes, a menudo a través de figuras controvertidas como José Daniel Rojas, ministro de Educación. La esquizofrenia y el egocentrismo de su presidente son la base de una mitomanía que explota la confusión y la perversidad para jugar con los impuestos de los colombianos. Este es un ejemplo del tipo de activismo que demuestra la naturaleza destructiva y miserable del socialismo.
Para verdades el tiempo, durante la campaña se prometió que se iban a condonar las deudas del Icetex para que los jóvenes pudieran acceder a carreras que no ofrecían las universidades públicas. Sin embargo, el presupuesto que existía para este fin fue finalmente malversado. El gobierno del cambio ha provocado una serie de pérdidas en materia de derechos. Entre ellos, el derecho a la vida, que se ha visto menoscabado por un ambiente de inseguridad; el derecho a la salud, que se ha visto comprometido por las reformas propuestas; y el derecho a la educación, que se ha visto perjudicado por la crisis del Icetex, entre otros factores. El pueblo colombiano está perdiendo paulatinamente los derechos que la izquierda decía defender como consecuencia de las políticas progresistas del gobierno. La estrategia de cambio se basa en una lógica errónea de destrucción de las estructuras existentes para justificar nuevas iniciativas. Este enfoque demuestra una incapacidad persistente para trabajar con lo que ya existe, para corregir errores y para aprovechar las soluciones existentes.
La falta de visión estratégica de los progresistas los lleva a creer que la solución a todos los problemas es desmantelar las entidades existentes. Quien se creía era un motor de oportunidades para miles de jóvenes en Colombia, hoy impide las posibilidades de progreso del país. La transformación no implica destrucción. Para evolucionar es imprescindible tener la capacidad de aprovechar las estructuras existentes, potenciar las que son eficaces y subsanar las deficiencias. A Colombia le vendría mejor un enfoque más ponderado de sus agendas políticas y económicas, en lugar de la introducción de experimentos improvisados y el sacrificio de instituciones fundamentales. El país merece un gobernante que refuerce las estructuras existentes, en lugar de socavarlas. Quienes votaron por Gustavo Francisco Petro Urrego están decepcionados al ver cómo no ha logrado alinear sus acciones con sus intenciones declaradas. La comunidad judía votó por un antisemita, las feministas por un gobierno que incluye a Armando Benedetti y Hollman Morris, los enfermos por una agenda de cambio que no les proporciona una atención de salud adecuada y los beneficiarios del Icetex por una ideología que no apoya su educación universitaria. Lógica del mal en la que sale más facil ir a matar a alguien para que el petrismo los pondere y les consigne cumplidito un rubro como «gestores de paz».
Comentar