¡Ah, los políticos!

Los políticos se duelen de que los acusen de deshonestos, desleales y brutos, pero sus actuaciones confirman esa creencia colectiva que tanto les mortifica. Ello quedó evidenciado la misma noche del pasado domingo cuando los resultados en las urnas mostraron que el candidato de sus preferencias se estaba ahogando, pues varios de esos políticos saltaron del barco antes del hundimiento, como las ratas.

La delantera la tienen los congresistas de Cambio Radical, quienes en un gesto abyecto ya cayeron arrodillados ante Duque. Lo peor es que creen que el resto de los mortales somos idiotas y se inventan el eufemismo de enviar sus programas al vocero de Uribe, con los que no lograron convencer al electorado, para que los incorpore a sus propuestas, y para que todos esos parlamentarios, vendidos y sin carácter, que con razón merecen el repudio de sus conciudadanos, puedan, validos de ese artificio, aliarse con el Centro Democrático.

Y algo similar está ocurriendo con la U, un partido trashumante al que solo le interesa estar cerca de la Casa de Nariño, no importa que sea de la mano de Uribe, Duque o de cualquier otro facineroso o chisgarabís.

De los liberales, sorprendió que el joven senador Horacio J. Serpa confesara que propuso a sus colegas adherir a Duque. La renovación del partido del libre examen consiste en plegarse a un grupo violento, autoritario y corrupto. En la misma dirección apuntan los parlamentarios liberales que le encomendaron a César Gaviria la innoble gestión de entregarle el partido a Uribe, exponiéndolos a la humillación de alternar con alfiles de la caverna y la ultraderecha como Alejandro Ordóñez y Viviane Morales, o de tener que aprobar la reforma a la justicia de Duque para que haya una sola corte y permitirle nombrar a su amaño un fiscal de bolsillo. Solo falta que Duque, igual de indigno, reciba esos liberales para esconderlos, pues seguramente tendrá pena de que lo acompañen en una tarima. Y para completar las indignidades, ahora el liberalismo, como cualquier pordiosero, tiene que salir a pedir limosnas para pagar las deudas de la campaña en la que el “pobre viejecito” De la Calle ni siquiera obtuvo el 3 % de la votación. Y a propósito de Gaviria, preocupante la deplorable, confusa y bochornosa entrevista que concedió a la W intentando explicar su lacerante y degradante adhesión a Duque, la cual dejó la sensación de que sus días de lucidez y gloria ya son historia.

Los políticos no comprendieron el mensaje expresado en la copiosa y limpia votación de Fajardo, conseguida, esa sí, sin maquinaria, ni mermelada, pues esos votantes llegaron movidos por la fuerza de la convicción de que estaban apoyando a un hombre probo. Así lo ha confirmado Fajardo quien, en vez de amenazar con que volverá a ser candidato, ha dicho que renuncia volver a esa tarea, pues la suya será participar en la vida pública orientando y enseñando. Eso, por supuesto, para almas torcidas, como la del senador vallecaucano Carlos Fernando Motoa y los demás de su calaña, resulta inaceptable, porque lo que importa es el botín, como cualquier pirata.

Lo que queda claro es que nuestra dirigencia no tiene casta, pues todos coinciden en la falsa creencia de que la única manera de hacer política es estar en el gobierno. Por eso han estado en todos, sin importar los colores e ideologías. No han entendido que para que un político se forme con certeza debe ser capaz de sobrevivir al desierto de la oposición. Es tal la torpeza que no han visto, por ejemplo, que el mismo Petro ha llegado hasta aquí no por haber sido alcalde, sino porque como senador fue un opositor vigoroso de los gobiernos totalitarios de la seguridad democrática.

Adenda No. 1. Cínico el comunicado a la opinión pública de la multinacional del soborno Odebrecht publicado en varios medios. Les salimos a deber. No solo no han hecho acuerdo alguno con nuestras autoridades para que haya verdad, justicia y reparación, como sí lo hicieron en Estados Unidos, Brasil, Suiza, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Guatemala y otros países, sino que ni siquiera pidieron perdón a la sociedad colombiana.

Adenda No. 2. Qué clase de expresidente es Álvaro Uribe, que tiene necesidad de contratar a un abogado para conseguir testimonios entre narcotraficantes presos que declaren contra sus críticos.

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Ramiro Bejarano Guzmán

Abogado, especialista en Derecho Procesal. Profesor universitario de la Universidad Externado y de la Universidad de los Andes. Columnista de opinión y analista político.