#LaOpinionDeColmenares.
Sin duda, La Guajira necesita inversión en infraestructura para fomentar su integración y desarrollo económico, que al mismo tiempo ayude a mejorar los indicadores sociales, en los cuales escasamente alcanza a ocupar el último puesto.
En ese sentido, la propuesta del presidente Gustavo Petro de construir un aeropuerto en la Alta Guajira ¿es realmente la mejor opción?.
El proyecto del aeropuerto tiene el objetivo de mejorar la conectividad de un departamento históricamente relegado. La Alta Guajira, con sus paisajes desérticos y riqueza cultural, es un tesoro turístico que ha sido desaprovechado por la falta de infraestructura adecuada y por la actitud miope de los políticos, líderes y gobernantes guajiros que solo han pensado en su bienestar personal.
Construir un aeropuerto en la zona, además de generar empleo y atraer inversiones en hotelería, logística y transporte, también integra la Alta Guajira con el resto del país, impulsando el turismo y promoviendo el comercio local para reducir las brechas sociales y económicas que han marginado a los guajiros por décadas.
A pesar de las promesas de desarrollo, este proyecto no está exento de riesgos. Uno de los más preocupantes es el impacto ambiental y social. La Alta Guajira es un área con ecosistemas frágiles y comunidades indígenas que han vivido allí durante siglos, en muchos casos todo tiene el estado natural que narra el libro del Génesis. Por lo cual, un aeropuerto tiene consecuencias irreversibles para el medio ambiente y la cultura local en caso de que no se lleguen a gestionar adecuadamente los estudios ambientales y los mecanismos de protección, que tampoco se resuelven en Colombia de un día para otro.
La viabilidad económica del proyecto no es menos importante. Construir un aeropuerto desde cero en una región tan remota, donde hay que llevarlo todo porque no existe nada, implica costos elevados en términos financieros y logísticos. Por lo tanto, en lugar de gastar sumas millonarias en un nuevo aeropuerto, es más razonable considerar una alternativa de mayor factibilidad y que pueda ser sostenible: mejorar el aeropuerto Almirante Padilla en Riohacha y construir un muelle de carga en la Alta Guajira para conectarlo al Tren Regional del Caribe que actualmente solo incluye a los departamentos de Bolívar, Atlántico y Magdalena.
¿Por qué? Primero, por los costos más bajos. Para invertir enormes cantidades de dinero en un aeropuerto completamente nuevo, es mejor modernizar y optimizar el aeropuerto Almirante Padilla, ampliando su capacidad y mejorando sus instalaciones para darle talla internacional. Riohacha es el punto de entrada, no solo para la mayoría de los turistas que visitan la zona, sino también de ingreso a Suramérica, y mejorar este aeropuerto la consolida como puerta de entrada al departamento, al país y al continente.
En segundo lugar, aprovechar la profundidad del mar en la Alta Guajira para construir un puerto de carga representa una solución de transporte estratégica agregando a La Guajira a la red del Tren Regional del Caribe y le abre la posibilidad de vincular al departamento con el mercado local e internacional, facilita la exportación y genera oportunidades logísticas, junto con el transporte de pasajeros para impulsar el turismo local.
Este enfoque permitirá aprovechar la ubicación geográfica estratégica de la Alta Guajira para el comercio marítimo, al mismo tiempo que fomenta el desarrollo turístico con rutas de tren a destinos icónicos para los viajeros, buscando revitalizar la economía de una manera más sostenible además de respetar sus características ambientales y culturales.
Desde el punto de vista operativo, hasta en la imaginación, un puerto de carga conectado al Tren Regional del Caribe tiene mayor impacto en el desarrollo que un aeropuerto turístico.
En conclusión, mejorar el aeropuerto Almirante Padilla en Riohacha y construir un muelle de carga en la Alta Guajira para conectarlo con el Tren Regional del Caribe, incluyendo transporte de pasajeros, ofrece una alternativa más equilibrada, sostenible y viable, respetando la identidad y el entorno natural.
Es momento de tomar decisiones inteligentes que promuevan un desarrollo real y resolver los problemas de la gente sin comprometer el futuro de una región que ha esperado tanto por su oportunidad para crecer.
Y como dijo el filósofo de La Junta: «Se las dejo ahí…”
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