
Recientemente el Ministerio del Interior publicó un proyecto de decreto que busca, por un lado, actualizar la composición de la Cámara de Representantes y del Senado de la República, y por el otro, cerrar, al menos, en términos de representación excepcional, el tránsito en el Congreso del partido político que nació tras el desarme de las Farc-EP. Así, el partido Comunes cerrará un periodo transicional de ocho años y a partir de marzo del 2026 se deberá medir bajo las reglas ordinarias del sistema electoral.
No es cierto -como se ha venido planteando de forma tendenciosa por parte de algunos medios-, que, de buenas a primeras, el Gobierno alista un decreto para “quitarle las curules a Comunes”, nada más alejado de la realidad; primero, porque la participación directa en el Congreso del partido que nació del tránsito de las Farc-EP a movimiento político está garantizada en virtud de una reforma transitoria a la Constitución; es decir, Comunes es un partido constitucionalizado –¡tremenda excepcionalidad¡- y eso es algo que no se puede cambiar con un decreto.
Y segundo, con el citado proyecto de decreto el Gobierno solo busca actualizar la integración de la Cámara y el Senado de cara al ciclo electoral del 2026, ya que volveremos a tener un Senado compuesto por 100 escaños en circunscripción nacional; dos por circunscripción nacional por las comunidades indígenas; y un escaño para la segunda votación presidencial más alta; y la Cámara quedará integrada por 161 curules por circunscripción territorial; 2 por circunscripción especial afrodescendientes; 1 por circunscripción especial indígena; 1 por circunscripción especial colombianos en el exterior; 16 para las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (CITREP); y 1 para la segunda votación vicepresidencial más alta.
Dicha actualización resulta necesaria para definir asuntos procedimentales tales como el quórum para las votaciones en comisión o plenaria, o para la integración de las diversas comisiones -legales y constitucionales- del Congreso.
Ahora bien, de fondo, el tema que requiere un análisis más pormenorizado es el que tiene que ver con el futuro de Comunes al concluir su “periodo de gracia” en el Congreso, puesto que el partido no ha logrado levantar cabeza en términos de representación electoral, dado que la votación de su lista al Senado cayó en un 38,5 % entre 2018 y 2022 -pasando de 53.000 a 31.116 votos – un descenso dramático que evidencia que no pudo construir una base electoral lo suficientemente sólida como para garantizar su permanencia en el sistema de partidos bajo las reglas ordinarias.
Y el origen de esa precariedad electoral es ciertamente multicausal y pasa, en principio, por cuestiones tan estructurales como la no aprobación de la reforma política y electoral fijada en el punto dos del Acuerdo de Paz -para lo cual hasta se conformó una Misión Electoral Especial-; por la incapacidad de sus dirigentes para presentarle a la sociedad colombiana una plataforma política renovada y alejada de las sombras mediatizadas de la guerra; por la maraña de trabas burocráticas de un sistema electoral lleno de vacíos y que tiende a favorecer a los partidos grandes en detrimento de los pequeños.
Pero también algunas circunstancias coyunturales afectaron su capacidad para proyectar o ampliar su plataforma electoral, siendo la principal, desde mi perspectiva, el hecho de que tanto en las elecciones del año 2018 como en las de 2022 el partido no necesitó de votos para alcanzar representación en el Congreso, así se hubiera sacado 400.000 o 1.000 votos, en virtud de la transición pactada en el Acuerdo de Paz, de entrada, Comunes tenía aseguradas sus cinco curules en Cámara y cinco en Senado.
Recuerdo que varios amigos cercanos al proceso de paz me expresaron que no votarían por un partido que en la práctica no necesitaba los votos. Y el elector de izquierda, suele ser, ya sea para bien o para mal, un elector racional. “Las curules están envenenadas” me llegó a decir un colega tras las elecciones del 2018. Lo curioso es que un partido político sin votos, pues no puede ser considerado como un partido político, no creo que ninguna teoría de ciencia política desestime esa afirmación.
Sin embargo, de cara al 2026 Comunes sí necesita los votos, ahora más que nunca, porque si no logra superar, por cuenta propia o en coalición, un umbral que, según mis estimaciones, podría estar fijado en cerca de 620.000 votos (el 3% de la votación válida en la elección al Senado), tendrá un pase directo al cementerio de partidos. La única posibilidad se encuentra en su integración en la denominada coalición de Unitarios, aquella plataforma de micro partidos (enanos entre enanos) y sectores sociales que se viene armando como alternativa al partido único de Petro.
Aunque no soy ingenuo, no le veo a Unitarios la capacidad para superar ese umbral. Su experiencia podría repetir la que ya vivió Fuerza Ciudadana en el 2022 cuando estuvo lejos de superar un umbral de 510.000 votos. De cara al 2026 el umbral será más alto y ninguno de los micro partidos y sectores sociales de su plataforma tiene una fuerza realmente nacional. La apuesta no es solo arriesgada, sino que, además, le podría costar curules a la izquierda que se presentará bajo la sombrilla del partido único.
Ya dejando de lado la mecánica electoral, algo si debe quedar claro, el fin de la transición política de Comunes en el Congreso no acaba con la reincorporación política, ni más faltaba, la reincorporación política es un proceso multidimensional de largo plazo que pasa por la capacidad de incidencia de los firmantes de paz tanto en escenarios de participación ciudadana como en procesos electorales. El eventual fin de Comunes como partido no será el fin de la reincorporación política; eso sí, obligará a muchos firmantes a explorar nuevos caminos y posibilidades.
Muchos ya lo han hecho al margen del partido -dividido por tensiones y malquerencias internas casi que desde su nacimiento-, explorando sus capacidades políticas desde otros sectores partidistas o sociales, y otros, están a la expectativa de lo que se vendrá a partir del 2026. Las posibilidades están sobre la mesa y hay que explorarlas, lo que no se debe dejar de lado, así el panorama pinte complejo o sombrío, es la apuesta por una reincorporación política integral, y eso, la verdad, no lo garantiza en su totalidad tener una curul en el Congreso.
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