ADIÓS

Para matar el tiempo guardo los fantasmas y tristezas. Las nostalgias y los nombres que permanecen. Para que cada uno encuentre, como en los juegos de azar, su par, su carta repetida.” (Federico Diaz, Pg. 69)


Despedirse es quizá uno los ejercicios autocríticos que, más alimentan el ruido y que menos nos deja descansar.; Tal vez, porque supone el desprendimiento de una vida superpuesta a la compañía y al entendimiento humano. Relacionarse es difícil, y más aún cuando se considera que es nuestra primera y única oportunidad aquí. ¿Como esperar destreza, cuando nunca nadie ha vivido dos o tres vidas? Es nuestra única oportunidad de conseguir lo que con ahínco nos han inculcado; destacar, competir, ser mejor, ganar más, estar más cansado y con menos tiempo.

Imposible parece el poder desarrollar las diferentes aristas de la vida humana. Entonces, debemos decidir. ¿Qué prefieres, compañía, bagaje, quizá trascendencia social? No creo que todo ello se pueda articular, o no al nivel de competencia que se nos exige desde las etapas más primigenias de nuestro desarrollo. Teniendo eso en mente, que difícil es querer, despedirse, compartir, trabajar en equipo y alejar las misivas que suponen un comportamiento, o la supresión del mismo.

El machismo, con tristeza impone dichas misivas; el comportamiento típicamente asociable a un hombre heterosexual tampoco es el que con mayor plenitud permite al hombre compartir sobre su ser; las mujeres y los hombres, más bien los humanos, debemos alejarnos progresivamente del pudor, cada uno desde lo que nos impide querer y compartir. El adiós, es entonces parte y consecuencia de la confianza, por supuesto desde la historia biográfica y biológica, que nos diferencia de algunos otros en el planeta. La confianza es permitir, e intimar.

El adiós debería, por supuesto, ser más natural, pero lo complicado de su esencia, es regresar a lo íntimo de la soledad. No creo que la generalidad de las personas busque hacer el mal. Creo más bien que, los individuos racionales solo buscan desmedidamente alejar a la otredad de su ser, de su querer, pues ¿Quién lo mere? Seguramente el caballero de Disney, o alguna incauta víctima de la Sociedad del Cansancio. Acercarse a la soledad de la intimidad, es triste, ¿O no?, yo creo que es una oportunidad potencial de mejora. Qué difícil es ser un Zoon Politikón que teme a la compañía, que no cree en nada ni en nadie, que envilece, sin justificación, a los demás.

El adiós es solo una regresión a un estado de soledad y opulencia de intimidad; hay que aprender de él; aprender de las personas. Solo tenemos una oportunidad de aprovechar el cumulo de experiencias. Cada uno debería hacer un juicio de valor sobre lo que quiere perpetuar en su ser. Que lindo seria guardar lo mejor de cada hombre o mujer con el que se tiene la oportunidad de abandonar el miedo a compartir; la influencia de la gente transforma, moldea, te hace considerar que cada vez te encuentras más lejos de lo que fuiste.

El fantasma de lo que fuiste, o lo que pensé que eras.

Gracias por leerme.

Juan Munar.


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Camilo Munar Garcia

Juan Camilo Munar Garcia

Abogado, y Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales.

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