El acoso callejero, es un tema que debería tener más incidencia en el debate público porque es una forma violencia a la que nos enfrentamos todas las mujeres en todo momento.
Tengo un nefasto recuerdo de recibir el primero «piropo» morboso a los 7 años, no logro recordar las palabras exactas, pero rememoro cómo recorrió mi pequeño cuerpo, el miedo y la incomodidad.
Desde ese día nunca pararon estos comentarios hasta la fecha, incluso estando embarazada recibí todo tipo de insinuaciones. Los peores casos han sido estando con mi hija y los hombres no se miden en decir cosas con alto contenido sexual.
Soy una mujer muy normal y no pretendo -relatando mis vivencias- presumir ningún tipo de característica física o revictimizarme, busco generar un contexto de la cotidianidad femenina, sin importar la edad, raza, cultura o religión.
Creí que con mi aumento de peso pasaría desapercibida, pero parece que se aumentaron, enfocándose en ciertas áreas de mi cuerpo y sumándole comentarios de señalamiento a mi sobrepeso.
La peor etapa fue entre los 12 y 14 años que mi cuerpo estaba en formación y que es la edad en que los padres empiezan a dar confianza para recorrer una cuantas cuadras sola.
Las miradas lascivas y los comentarios sobre mi cuerpo en desarrollo, me hacían querer salir corriendo, en aquel entonces, pensé que crecería y que me podría defender.
Pero con el paso de los años fue peor, al punto de encontrarme en situaciones extremas, como en diciembre de 2019 que estaba comprando algo a 5 casas de mi hogar, era tarde en la noche, un hombre ebrio me dijo tonterías y quiso que le recibiera un poco de whisky, al no recibirle insistió y ante mi desprecio me agredió.
Me empujó y cuando intenté llamar a la policía, tomó mi celular y lo estalló contra el suelo, ante la mirada de mis vecinos, quienes no hicieron nada y solo me dijeron que no debo salir tan tarde a la calle, negándose a darme los videos de las cámaras para entablar denuncia.
Ya que mi agresor era el hijo de una señora que vivía fuera del país y les enviaba cada diciembre detalle a todos.
Lo sorprendente del acoso es que los agresores son vecinos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, tenderos, transeúntes comunes y corrientes, que son padres, hijos y hermanos, quienes se las ingenian para disfrazar contenido obsceno, como el halago de cualquier rasgo.
¿Cómo se proyecta a nivel mundial?
La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer han resaltado la problemática del acoso en la calle.
Ambas recomiendan eliminar la violencia contra la mujer en la vida pública y privada, como base fundamental para asegurar su pleno desarrollo.
Sin embargo, pese a las repetidas campañas que se realizan para erradicar el accionar machista de incomodar a las mujeres en su cotidianidad, los acoso parece que fueran en aumento y cada vez con menos tolerancia.
Como el caso de Diana Carreño joven bumanguesa de 27 años, atacada en 2021 por un hombre después de que ella le hizo un reclamo por haber recibido comentarios desagradables mientras departía con una amiga en un establecimiento público.
Se necesitan medidas de conciencia ante el respeto y límites para que los hombres tomen conciencia sobre el respeto por las mujeres; una posible solución es reforzar las leyes que castiguen actitudes normalizadas como el piropo callejero.
No existe una definición única del acoso callejero, pero la desarrollada por Stop Street Harassment (SSH), es una de las más utilizadas, definiendo la problemática, como:
“las interacciones no deseadas en el espacio público, motivadas por el género real o el percibido, orientación sexual o expresión de género, que hace a quien es acosado sentirse, irritado, enojado, humillado o asustado».
Este tipo de violencia genera impactos negativos en las victimas: como temor, inseguridad, pérdida de autonomía, independencia y libertad de desplazamiento.
Mayoría oprimida, el documental
»Mayoría oprimida» Majorité opprimée (Oppressed Majority), ha sido grabado por la cineasta francesa Eleonore Pourriat , y cuenta la historia de un hombre que vive en un mundo en el que los roles de género se han invertido, es decir, las mujeres actúan como hombres y los hombres como mujeres.
Sinopsis: Un día en la vida de un hombre que sufre el sexismo cotidiano, de la mirada más anodina a la agresión más violenta, en un mundo dominado por las mujeres.
Autoprotección:
Algunas emprendedoras, desde sus propias experiencias crean artículos de defensa como el caso de La Mala, que ofrece llaveros para mujeres como Kit de protección, al que recurren muchas mujeres ante el sentimiento de inseguridad que da estar sola en la calle.
El Kit consiste: Llavero pulsera, Alarma aturdidora, Punzón rompe vidrios y de defensa personal, Gas Pimienta
Entre los propósitos de LA MALA busca incentivar la reacción ante las alarmas personales, que se sepa que una mujer está en peligro con un sonido identificable.
«La razón del nombre se basa en el re victimización que se da después de cada ataque en donde las redes sociales se llenan de acusaciones contra la atacada y la convierten en LA MALA».
Posibles soluciones para acabar con el acoso:
- Tomar conciencia como individuo y no propinar comentarios, gestos o acciones que incomoden a otros.
- Formar niños basados en el respeto con claridad de que el acoso no es permitido en ninguna instancia.
- Colectividad ante la protección, intervenir como comunidad ante casos públicos de acoso y agresión.
- Dejar de Re victimizar, evitar comentario en redes sociales o públicos donde se justifique el acto del victimario con acusaciones sobre la víctima.
- Endurecer las penas e implementar leyes que detengan los actos de acoso y hostigamiento
- Dejar de sonreírle al agresor, a la mujeres nos educaron para sonreír ante la incomodidad, la mira dura y rechazo debe ir acompaña de la denuncia. Eduquemos niñas que puedan contar y acusar sus acosadores.
Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/carochoa/
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