Las Acciones Comunales en el pasado fueron muy importantes para empujar el desarrollo de las comunidades rurales de los municipios. Escuelas, carreteras, electrificación, acueductos, fueron gestas que se le atribuyen a ese movimiento social, del que la buena voluntad fue su principal combustible. Algunas fueron más allá, y desarrollaron programas de capacitación para sus asociados. Como todo en la vida, la misión fue llegando a su límite, así que fue desapareciendo el motivo para mantenerse vigentes, y algunas de ellas fueron migrando a otros objetivos, llamémoslos “exóticos” pues hasta tener propiedades raíz para sostenerse con sus rentas, terminaron por ser su actividad.
Como se han visto a gatas los gobiernos nacional y los locales para enrutar de manera certera las ayudas a familias y personas para manejar el tema de la cuarentena en que derivó el covid-19, pienso si no será la hora de darle a esas acciones comunales -las que estén operando así sea en papeles, y las que haya que organizar- un matiz más protagónico como verdadero enlace entre las entidades del estado y las comunidades y enfocar a través de ellas todos los programas sociales. Es que el último papel que se les ha visto, es una puja permanente por el poder a su interior, y por el manejo en agremiaciones de segundo grado de ese género, conocidas como las Asocomunales, olvidando un poco la historia de ellas mismas, los logros y objetivos nobles que se trazaron.
Con Acciones Comunales bien diligentes, podrían llegar las alcaldías a las gentes más vulnerables no solo a darles una ración de comida, sino a capacitarlas para ser más proactivas en su comunidad inmediata.
Al país le quedó claro que la herramienta Sisbén, por lo menos en esta crisis, y en la jornada de hace dos semanas para focalizar a los más necesitados, no sirvió, y no sirvió además porque la Registraduría Nacional del Estado Civil desnudó todas las flaquezas habidas y haber para darle la razón a los que con menes en redes sociales, han denunciado que los muertos hace rato hacen parte del censo electoral. Fue el mejor momento para que esa herramienta de Planeación Nacional llamada Sisbén se luciera y no lo hizo, así que por qué no echar mano de las Acciones Comunales para llegarle a la gente de carne, hueso y necesidad visible.
Otra cosita: acaba de decir la alcaldesa de Bogotá Claudia López que el Transmilenio está hoy transportando al 20% de la gente que normalmente mueve, y que de llegar al 35%, irremediablemente habrá que parar ese sistema para impedir el contagio masivo. Esa es la ciudad capital, y el Valle de Aburrá, que es la segunda concentración humana más grande del país, tiene al Metro que hace rato viene dando muestras de que copó su capacidad de transportar gentes. Mi pregunta sería: ¿en qué se movilizará la fuerza productiva urbana del país si esos dos sistemas dejan de operar?…y eso que no menciono a Cali con su MIO, a Barranquilla con su Transmetro, a Pereira con su Megabus. ¡Válgame Dios! Déjenme me agarro del hisopo que se me cayó la escalera.