Abandonar la Narrativa Apocalíptica Climática para Recuperar la Esperanza Humana

“El problema no es la advertencia, los datos o las estadísticas científica que se tenga del evento “apocalíptico”, sino el tono fatalista con que los colectivos ecologistas/ambientalistas lo han traducido”.


Desde hace varios años hemos estado escuchando la misma narrativa o discurso sobre el cambio climático a tal punto que hoy parece más a un canon de índole religioso. Hoy ya casi no se habla solamente de ciencia, de datos o de políticas públicas, sino de culpa, expiación y castigo. El llamado “apocalipsis climático” ha ocupado el lugar de los antiguos mitos del fin del mundo, y nosotros, poco a poco, hemos aceptado el papel de los pecadores que deben sufrir por sus excesos. Hoy me atrevo a plantear los siguientes interrogantes: ¿Por qué la narrativa apocalíptica se pretende hoy como un canon casi religioso al que todo el mundo debe obedecer?  ¿Por qué la narrativa del apocalipsis climático causa más desesperanza y busca llevar al individuo una forma de rendición disimulada?

Debemos abandonar cuanto antes la idea del apocalipsis climático, y hacerlo, no significa negar las crisis ambientales que existan o puedan llegar a existir. Significa, más bien, negarse a creer que el colapso del mundo es inevitable. Ese lenguaje subversivo del desastre perpetuo nos ha hecho perder de vista el poder creativo y transformador de la especie humana. Si el futuro está condenado, entonces toda acción pierde aquí sentido, y cuando la acción pierde sentido, la política se vuelve un espectáculo, la ética se reduce a una moral de la culpa y el ser humano se vuelve esclavo de la desesperanza. Gracias a ello, el miedo reemplaza a la imaginación y el pesimismo a la lucidez.

El problema no es la advertencia, los datos o las estadísticas científica que se tenga del evento “apocalíptico”, sino el tono fatalista con que los colectivos ecologistas/ambientalistas lo han traducido. Realmente hemos convertido el cambio climático en una profecía autocumplida: nos decimos que todo está perdido y, por ello, actuamos como si ya nada pudiera salvarse. Pero los verdaderos avances —en ciencia, arte, tecnología o espiritualidad— han nacido siempre de una fe obstinada en la posibilidad. La esperanza, entendida no como ingenuidad sino como compromiso activo con la vida, es lo que nos distingue, y necesitamos recuperar ese impulso: dejar de imaginar el fin y comenzar a imaginar el renacimiento.

Como humanidad no hemos llegado hasta aquí por miedo, sino por curiosidad y por fe. Si algo ha demostrado nuestra historia, es que incluso frente al abismo, seguimos construyendo, sembrando, inventando. En lugar de predicar un apocalipsis climático deberíamos hablar de una metamorfosis ecológica. No del fin del mundo, sino del fin de una forma de habitarlo. Porque solo desde una conciencia afirmativa —una que reconozca el daño sin rendirse a la desesperación— podremos crear nuevas maneras de coexistir.

Dejar atrás el apocalipsis climático no es cerrar los ojos ante las crisis potenciales, sino abrirlos ante nuestras posibilidades. Significa reemplazar el discurso del miedo por el del cuidado; el del castigo por el de la responsabilidad; el del fin por el del comienzo. Tal vez entonces, al liberarnos de la sombra del desastre inevitable, podamos avanzar —no como víctimas del planeta, sino como guardianes conscientes de su futuro.

Numar González Alvarado

Barranquilla (1990). Filósofo, Profesor de Filosofía y Teoría Económica e Instructor de Literatura en diferentes instituciones educativas de educación básica y media. Actualmente se desempeña como Profesor de tiempo completo y Emprendedor. Es columnista en varios medios de comunicación a nivel nacional e internacional. Es un pensador que se muestra como crítico del tradicionalismo, de la cultura postmoderna.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.