“En los fracasos -a pesar de que son dolorosos y nadie quiere sufrirlos- también dejan enseñanzas que pueden ser útiles a futuro”.
Esta semana vi una publicación en donde se hablaba de la “quiebra” o cierre de operaciones de Frubana, una empresa de base tecnológica y startup, que similar a Rappi, vendía mediante plataformas digitales frutas y verduras a restaurantes, supermercados o tiendas de barrio. Frubana nació en 2018 en Colombia y hasta 2024 tuvo operaciones en Colombia, México y Brasil. A partir de 2024 concentró todas sus operaciones en el gigante de Suramérica y un año después -la semana pasada- se conoció el cierre definitivo de esta empresa que alcanzó a levantar cerca de 300 millones de dólares con fondos de inversión (ver).
Merqueo, otra empresa colombiana de base tecnológica que se especializó en entregar mercados a domicilio a las familias colombianas a través de una aplicación de celular y que nació en 2015, cerró el mes pasado tras no alcanzar sostenibilidad financiera pese a haber levantado 66 millones de dólares de inversión.
Como Merqueo y Frubana, otras empresas de base tecnológica han cerrado los últimos años en Colombia como Jokr, Domicilios.com y la brasileña Ifood. Todas estas competían entre sí, pero el mercado terminó premiando a Rappi que es la que prevalece.
El Fondo Emprender del Sena dice que una empresa cuando nace debe transitar el valle de la muerte que tiene una duración aproximada de cinco años. Esto quiere decir que en los primeros años de una empresa existe una alta probabilidad de que muera. Dato soportado por Confecámaras (ver) donde revelan que sólo el 33% de las empresas que se crean en Colombia (3 de cada 10), sobreviven después de los cinco años. Pero haber superado los 5 años, como los ejemplos que vimos al inicio, tampoco es garantía de éxito.
Frente a fracasos de estas empresas, se leen comentarios arribistas de personas que desde la barrera salen a criticar los modelos de estas empresas dando a entender que tenían la solución para que no fracasaran. Como decimos coloquialmente, al caído caerle. Los toros desde la barrera se ven muy fácil, así como hacer análisis y encontrar soluciones con el periódico de ayer.
Es triste que quiebren las empresas, detrás de estas hay miles de personas que dependen de su trabajo para vivir y llevar el sustento a sus familias. Concuerdo con varios comentarios a raíz del cierre de Frubana en los que invitan a los líderes de esta empresa a que compartan su testimonio para que más allá de conocer las razones del fracaso podamos aprender de su experiencia. En los fracasos -a pesar de que son dolorosos y nadie quiere sufrirlos- también dejan enseñanzas que pueden ser útiles a futuro.
Son valientes quienes deciden hacer empresa y competir en un mercado agresivo en el que sobreviven pocos. Son valientes, además, porque a través de su sueño, facilitan el logro de sueños de miles de personas a través de la generación de empleo digno.
Si el mercado es quien determina el éxito de una empresa al aceptar o no un producto o servicio, con mayor razón el Estado debe facilitar la creación de empresas en lugar de asfixiarlas o atacarlas. Quienes suelen hacerlo jamás han creado empleos.
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