A propósito de los maestros. ¿Qué nos espera?

“Sabiendo que nuestro valor social se mide en el entretenimiento, no en la utilidad y que la academia no tiene una trascendencia como lo era antaño ¿Qué lugar les queda a los maestros en nuestra sociedad digitalizada? Dolorosamente tenemos que aceptar que uno muy reducido”


Los maestros, esos héroes anónimos que han construido una nación invisible en medio de  balas y sangre, son sin duda los pilares fundamentales, si bien no de la lamentable sociedad actual, sí de una sociedad brillante y valiosa que pasa desapercibida por la gran mayoría, años atrás el foco social se posaba sobre las grandes profesiones, se apreciaba al médico, al abogado, al dentista, al contador, al matemático, había una valoración social de la labor profesional y aunque el maestro, formador de aquellos grandes expertos, era igualmente invisibilizado, la labor académica tenía su relevancia, retribución y apreciación.

Muy poco que decir en comparación con nuestra sociedad actual de la información, las grandes profesiones, citando a Kundera “Han caído en la levedad, han perdido todo su peso”. Un médico, aunque es absolutamente indispensable, hoy pasa desapercibido ante la sociedad, siendo incluso despreciado, el abogado ya no goza del prestigio del pasado y el contador se ha convertido en una herramienta estorbosa pero necesaria a la hora de trucar los impuestos o blanquear dinero del narcotráfico, las tareas profesionales se han normalizado y su trascendencia académica ha caído en el olvido.

Más vergonzoso y preocupante es aún el reemplazo social que hemos elegido para ocupar el foco de atención quitado a la academia, basta con adentrarse un poco de tiempo en las redes sociales y categorizar los “influencers” del momento ¿Hay un aporte de valor real a la sociedad por parte de estos individuos? La respuesta rápida es que mayoritariamente no, pues nuestro sistema de valores ya no se encuentra en el sentido de utilidad, sino del entretenimiento, hoy lo valioso no es lo que sana, construye, moldea, impulsa, es lo que entretiene.

Sabiendo que nuestro valor social se mide en el entretenimiento, no en la utilidad y que la academia no tiene una trascendencia como lo era antaño ¿Qué lugar les queda a los maestros en nuestra sociedad digitalizada? Dolorosamente tenemos que aceptar que uno muy reducido, la labor de enseñar es profundamente compleja, conlleva un esfuerzo infinitamente grande y requiere de una capacidad muy aguda, no solo para transmitir los conocimientos, sino también para obtenerlos y ordenarlos, el maestro tiene la labor más difícil de todas y siempre es el más olvidado, el valor académico hoy se refleja en el interés social de compra y entretenimiento, de allí los salarios, de allí el poco valor social, de allí, la creciente deserción universitaria.

Es imposible no dedicar un espacio para mirar hacia el futuro y tener algunas perspectivas sombrías para nuestra sociedad, a partir del maestro, la academia y el conocimiento, creamos herramientas que utilizaríamos para nuestro beneficio vital pero que, olvidado el valor del saber, hoy en día solo nos distraen, el cerebro, inconmensurable órgano que se venía desarrollando y especializando en nuestra especie siglo tras siglo, ha entrado en cuarentena, la digitalidad hoy lo hace todo y además nos entretiene sin descanso, la aparición de nuevas herramientas basadas en inteligencia artificial empiezan a hacer a un lado el protagonismo humano y este, que ya no tiene maestros ni le importan, no caen en el ejercicio de su humanidad, sino que se distrae, se entretiene, un reel más, un tiktok más.

Muy pronto las inteligencias artificiales reemplazaran a los maestros, ya no será necesario un individuo lleno de saberes, de entrega y pasión para aprender algo, de la fría maquina saldrá una voz y me dirá cómo, y que, y cuando pero ya será tarde, ya no querremos aprender, ya no necesitaremos aprender, cuando hicimos a un lado al maestro, hicimos a un lado la academia, cuando dejamos a un lado la academia, olvidamos el saber, cuando olvidamos el saber, no volvimos a aprender, sin aprendizaje no hay conocimiento, sin conocimiento no hay pensamiento, sin pensamiento ya no hay ser humano.

-Muchas gracias a todos aquellos que le han dejado su vida entera a la noble labor de aprender y enseñar, todos los logros del ser humano se los debemos a ustedes, incluso el titulo mismo de ser humano, nunca paren de saber…


Todas las columnas del autor en este enlace: Filanderson Castro Bedoya

Filanderson Castro Bedoya

Psicólogo de la Universidad de Antioquia con énfasis en educación, formación empresarial y salud mental, educador National Geographic, escritor aficionado con interés en la historia, la política y la filosofía, amante de la música y la fotografía.

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