La semana anterior se generó una gran controversia que traspasó lo regional y fue difundida y discutida por los medios de comunicación del orden nacional alrededor del número de semestres que cursan algunos estudiantes de la Universidad de Antioquia.
Dada la importancia de esta discusión y luego de mi experiencia como Vicerrectora de Docencia de la Universidad, quiero ofrecer algunas consideraciones que amplíen el panorama y trasciendan la presentación de cifras frías y descontextualizadas.
La población de estudiantes de la Universidad de Antioquia es de casi 36.000, y el número de estudiantes que, según el reporte, “nunca se gradúan”, es de 2.164, lo que equivale al 6% de esta comunidad. Solo por sumar un dato a esta discusión: entre 2010 y 2024 más de 2.200 estudiantes se graduaron en un número menor de períodos académicos a los establecidos por su programa de origen. Lo cual muestra la flexibilidad con la cual nuestros estudiantes pueden adelantar sus currículos formativos.
Los estudiantes acceden a la Universidad no solo a cursar un programa académico, obtener un título universitario e ingresar a diferentes contextos laborales; sino que acceden para formar su capacidad de discernimiento, para contribuir a la sociedad desde ciudadanías íntegras y construir su proyecto de vida. Por ello, los programas, además de los currículos, diseñados con rigor académico, tienen como pilares la formación integral del ser humano y la formación en investigación.
A propósito de la formación integral, los estudiantes, además de ver cursos de sus disciplinas, matriculan cursos optativos, electivos y complementarios; también, pertenecen a equipos deportivos, a grupos de danza, de música, de teatro; estudian diversas lenguas en sus programas académicos y en el Programa Multilingüa; asisten a clubes de cine, de lectura, entre otras actividades. Frente a la formación en investigación, gran parte de la comunidad estudiantil pertenece a semilleros y grupos de investigación, a clubes de revistas científicas, realizan sus trabajos de grado, hacen pasantías en otras universidades regionales, nacionales, e internacionales, entre muchos otros asuntos. Y todo esto se enriquece con la participación en asambleas de discusión y decisión, las cuales son reconocidas y respetadas por la comunidad universitaria.
Muchos de nuestros estudiantes son trabajadores y ello retrasa su graduación, en tanto deben combinar sus estudios con un empleo que les permita solventar sus necesidades económicas y las de sus familias, pues más del 90% de ellos son estrato 1, 2 o 3. Por ello, las cifras frías siempre necesitan ser contextualizadas y analizadas, porque cada estudiante es una historia de vida singular y los procesos de enseñanza y aprendizaje los afectan de manera distinta.
Aunque nuestro sistema de Bienestar Universitario es modelo en el país, no es suficiente dado el número de estudiantes que tenemos y las condiciones y las necesidades que presentan. Solo, aproximadamente, el 23% de la comunidad estudiantil puede acceder al beneficio de tiquetes de metro para solventar su transporte, cerca del 6% accede al servicio de alimentación y solo al 8.46% se le puede vincular al SEA (Sistema de Estímulos Académicos).
Se requiere, con urgencia, aumentar los recursos destinados al bienestar estudiantil y a que un número mayor de estudiantes pueda acceder a ellos, para que así dediquen todo su tiempo y energía a estudiar. Para ello es menester que el Gobierno Nacional, la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, así como otras entidades públicas y privadas, se comprometan con la educación pública y amplíen los recursos que aportan al proyecto educativo más importante del Departamento: el Alma Mater de Antioquia.
Que este sea el momento de iniciar una conversación amplia sobre lo que implica una educación superior de calidad como derecho humano fundamental y sobre cómo garantizarla, desde la accesibilidad para que todas y todos accedan sin obstáculos y se puedan reducir las brechas de desigualdad. Desde la asequibilidad para contar con los recursos humanos, financieros y de infraestructura física y tecnológica necesarios. Desde la adaptabilidad, para que se diseñen planes de formación lo suficientemente flexibles y pertinentes, que se adapten a las necesidades particulares de los estudiantes y de los contextos y que garanticen la graduación, así como un sistema de bienestar y acompañamiento que cuide a los estudiantes. Desde la aceptabilidad para que se garantice que la Universidad siga siendo reconocida por la calidad de los procesos de formación que se llevan a cabo. Y finalmente, desde la acción responsable que nos compromete con el manejo transparente y responsable de los recursos que recibimos y los resultados que entregamos, con la oportuna rendición de cuentas que debe hacer la institución para generar confianza ante la sociedad.
Al Gobernador de Antioquia en su calidad de presidente del Consejo Superior, como parte de esta comunidad académica, lo invito a que trabajemos por contribuir al mejoramiento de las condiciones de permanencia y graduación del estudiantado, reconociendo sus trayectorias vitales y particularidades, para que todo aquel que sueña con ser profesional encuentre en la Universidad de Antioquia ese lugar que contribuya a desarrollar su proyecto de vida.
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