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¿Qué nos espera en 2026? Nos espera un país en el que la juventud tendrá un papel decisivo. No porque alguien nos haga un espacio, sino porque estamos aprendiendo a ocuparlo con preparación, criterio y propósito. La fuerza juvenil que viene no es improvisada: es consciente, exigente y está dispuesta a construir.
Tengo 20 años, soy estudiante de Derecho, columnista y un joven convencido de que la participación política es una responsabilidad generacional. Mi perfil se ha formado desde el estudio, el análisis y la presencia en debates públicos, porque creo firmemente que la juventud no puede limitarse a observar: tiene que actuar, proponer y asumir su rol en el país que quiere vivir.
En esa ruta he encontrado liderazgos que representan visión y seriedad. La experiencia estructural de Armando Zabaraín y la visión renovadora de Juan Camilo Fuentes Pumarejo ofrecen un proyecto donde la juventud no es un accesorio ni un aplauso fácil: es un componente central. Son liderazgos que entienden que el país necesita nuevas voces, nuevas ideas y una generación capaz de transformar la decepción en propósito.
Porque si algo dejó claro el panorama posterior a las últimas elecciones presidenciales es una sensación preocupante: la política nacional quedó marcada por la frustración y la desilusión. La polarización, las promesas que nunca se materializaron y los discursos que se quedaron en propaganda generaron en muchos jóvenes una pregunta amarga:
¿Para qué participar si todo sigue igual?
Pero justamente por eso el 2026 es un año determinante.
No podemos permitir que la decepción se convierta en renuncia. Al contrario: debe ser el motor para construir un camino distinto, más serio, más responsable y más cercano a la realidad del país.
Y ese camino no se construye solo.
Por eso invito a cada joven que siente inconformidad, cansancio o incluso rabia por la forma en que se ha manejado la política nacional, a sumarse a este proyecto, a formar parte de una comunidad juvenil que quiere dejar huella real en estas elecciones. Los invito a aportar, a organizarse, a prepararse y a demostrar que esta generación no está dispuesta a repetir los errores del pasado.
El 2026 será decisivo.
Y la juventud nuestra juventud tiene en sus manos la posibilidad de marcar la diferencia.
La historia no la escriben quienes se quejan desde lejos, sino quienes deciden actuar.
Este es el momento.
Y esta es la invitación: sumarse, participar y construir juntos una fuerza juvenil que verdaderamente transforme el país.












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