“Recordarlas no es solo un acto de justicia histórica: es un recordatorio incómodo de que los cuerpos de las mujeres han sido, y continúan siendo, territorios donde se inscriben las ansiedades, los miedos y las derrotas de sociedades enteras”.
En este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conviene volver la mirada hacia un capítulo poco abordado de la posguerra europea: la persecución moral y física que enfrentaron las neerlandesas señaladas como Moffenmeiden, expresión despectiva que podría traducirse como “mujeres de los alemanes”. Aunque suele evocarse la posguerra como un periodo de reconstrucción y justicia, la historia de estas mujeres evidencia que la transición hacia la libertad también estuvo atravesada por violencias de género profundamente arraigadas.
El cuerpo femenino como escenario político
Durante la ocupación nazi, algunas mujeres neerlandesas establecieron relaciones afectivas, sexuales o de supervivencia con soldados alemanes. Lejos de ser un fenómeno homogéneo, estas relaciones respondieron a dinámicas complejas: desde la atracción y la cotidianeidad hasta el miedo, la necesidad y la búsqueda de protección en un contexto de escasez extrema. La historiadora Laura Fahnenbruck documenta cómo los soldados de la Wehrmacht encarnaban una masculinidad percibida como segura y estable en medio del caos, lo que moldeó interacciones que no siempre pueden explicarse en términos de colaboración política (Fahnenbruck, 2015).
Asimismo, investigaciones como las del historiador Dirk de Klein revelan que muchas jóvenes —algunas de apenas 16 o 17 años— se vincularon con soldados alemanes no por convicción ideológica, sino porque la guerra redujo drásticamente sus opciones económicas y sociales. Para varias de ellas, estos encuentros representaron una forma de protección o un acceso mínimo a alimentos y artículos básicos en una sociedad colapsada.
Sin embargo, al finalizar la guerra, estas mismas mujeres se convirtieron en depositarias de una furia colectiva que buscaba restituir el orden moral y nacional. En numerosas ciudades, fueron rapadas en público, golpeadas, encerradas en centros de internamiento y expuestas frente a multitudes que celebraban su humillación. Aunque se suele afirmar que estos actos fueron espontáneos, diversos estudios —como el de Annelieke Wiegeraad— evidencian que en varios casos contaron con el conocimiento o la permisividad de autoridades locales, quienes avalaron una justicia simbólica orientada a restablecer la “honra nacional”.
Normas morales, sexualidad y nación. Un triángulo punitivo
El análisis de Wiegeraad (2009) demuestra que el castigo a las moffenmeiden no se limitó a la sanción legal formal, sino que se desplegó sobre todo desde una justicia social paralela, impulsada por vecinos y familiares. Dicho castigo se sostenía en cuatro pilares ideológicos: género, sexualidad, religiosidad y patriotismo. En ese marco, el cuerpo de estas mujeres fue tratado como símbolo de la “decadencia moral” del país durante la ocupación y como vehículo para purgar el trauma colectivo de la guerra.
El rapado público constituía, en este sentido, más que un gesto de humillación: era un acto de despojo identitario. El cabello femenino (históricamente cargado de significados asociados a la decencia, la feminidad y el control social del cuerpo) se convirtió en el blanco de una violencia simbólica que buscaba marcar a estas mujeres como “traidoras”, inscribiendo en sus cuerpos la culpa de un país entero.
Esta ritualización del castigo volvió difusos los límites entre justicia y venganza. Mientras algunos expedientes sí fueron procesados por la Special Jurisdiction de la posguerra, la mayoría de las agresiones quedaron en manos de la ciudadanía. El resultado fue una violencia impune, legitimada por el discurso patriótico y profundamente marcada por la desigualdad de género.
Supervivencia y estigma: memorias que aún pesan
Un aspecto crucial —y silenciado durante décadas— es que muchas de estas mujeres jamás eligieron realmente esas relaciones. Algunas lo hicieron por hambre, otras por miedo, y muchas por pura supervivencia. Reconocerlo no implica negar la existencia de casos de colaboración política, sino comprender que la moral sexual posbélica funcionó como un mecanismo disciplinario que recayó exclusivamente sobre ellas, mientras sus contrapartes masculinas rara vez enfrentaron consecuencias similares.
Asimismo, numerosos testimonios recopilados en investigaciones posteriores señalan que en los centros de internamiento (creados supuestamente para “procesar la colaboración”), ocurrieron abusos sexuales, maltratos físicos y condiciones indignas (De Klein, 2025). Estas violencias, sistemáticas y normalizadas, rara vez han sido asumidas por el Estado neerlandés como parte de su responsabilidad histórica.
La violencia de género como continuo histórico y global de desigualdad
Enmarcar este episodio en el 25 de noviembre exige recordar que la violencia contra las mujeres no es un fenómeno aislado ni un residuo del pasado. Por el contrario, forma parte de un continuo global de desigualdad. Algunos datos contemporáneos así lo confirman:
- Según la OMS, aproximadamente 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida.
- De acuerdo con las estimaciones globales más recientes, 840 millones de mujeres han experimentado violencia por parte de su pareja o violencia sexual por terceros (OMS, 2025).
- La ONU señala que el 26 % de las mujeres que han tenido pareja han sido víctimas de violencia física o sexual al menos una vez (ODS 5).
- En la Unión Europea, una de cada tres mujeres ha reportado haber vivido violencia de género en su vida adulta (Eurostat, 2024).
- Para el caso de Colombia se pueden revisar solo dos variables para hacerse a la idea de un panorama frente a las violencias ejercidas contra las mujeres:
- De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, entre enero y abril de 2025 se registraron 123 feminicidios, así como 5.307 casos de violencia intrafamiliar (3.669 de ellos contra mujeres mayores de 18) (Defensoría del Pueblo,2025).
- Además, en ese mismo periodo, se reportaron 3.804 delitos sexuales contra mujeres, de los cuales 2.011 víctimas eran niñas o adolescentes, y 104 eran mujeres LGBTI / OSIEGD (Defensoría del Pueblo,2025).
Estos datos evidencian que, aunque las formas y los contextos se transforman, la violencia sigue actuando sobre los cuerpos femeninos como un dispositivo de control social.
Recordar para reparar
Revisar críticamente el caso de las moffenmeiden no busca romantizar la ocupación ni justificar relaciones complejas con un ejército invasor. Se trata, más bien, de comprender cómo la moral nacionalista y el orden patriarcal convergieron para legitimar el castigo público de miles de mujeres. Y, sobre todo, se debe reconocer que, muchas de ellas fueron víctimas antes, durante y después de la guerra.
Recordarlas no es solo un acto de justicia histórica: es un recordatorio incómodo de que los cuerpos de las mujeres han sido, y continúan siendo, territorios donde se inscriben las ansiedades, los miedos y las derrotas de sociedades enteras.
Referencias
Defensoría del Pueblo. (2025, 29 de abril). 123 feminicidios en tres meses, la violencia de género no da tregua. Recuperado de https://www.defensoria.gov.co/-/123-feminicidios-en-tres-meses-la-violencia-de-genero-no-da-tregua
Defensoría del Pueblo. (2025). Panorama de las violencias de género en Colombia: enero a mayo de 2025. Recuperado de https://www.defensoria.gov.co/-/panorama-de-las-violencias-de-genero-en-colombia-enero-a-mayo-de-2025
De Klein, D. (2025). Moffenmeiden. Dirk De Klein Blog. https://dirkdeklein.net/2025/05/07/moffenmeiden-2
Eurostat. (2024). Every third woman in the EU experienced gender-based violence. https://ec.europa.eu/eurostat
Fahnenbruck, L. (2015). Ein(ver)nehmen. Sexualität und Alltag von Wehrmachtsoldaten in den besetzten Niederlanden 1940-1945. University of Groningen (reseñado en rug.nl). https://www.rug.nl/news/2015/11/the-sex-appeal-of-the-wehrmacht-soldier
United Nations. (2022). SDG 5 Report – Gender Equality. https://unstats.un.org
Wiegeraad, A. (2009). Stories of and about so called ‘moffenmeiden’. Erasmus Universiteit Rotterdam. https://www.eur.nl/en/eshcc/media/summarymathesisanneliekewiegeraad
World Health Organization. (2025). Lifetime toll: 840 million women faced partner or sexual violence. https://www.who.int













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