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A veces me pregunto por qué una mujer que sabe amar de verdad termina eligiendo la soledad…
Y creo que es porque cuando uno entrega tanto —cuando ama sin medidas, cuando está en los momentos buenos y en los malos, cuando se da entera sin pedir lujos, solo un poco de tiempo y compromiso—, llega un punto en el que el alma se cansa de esperar.
No es que no quiera seguir amando, es que me duele hacerlo sola.
Duele cuando haces planes que nunca se cumplen, cuando esperas con ilusión y la puerta no se abre, cuando las promesas se repiten sin resultados.
Duele sentir que lo das todo, y aun así no basta para que el otro quiera quedarse.
Yo no pido mucho… solo presencia, detalles sinceros, un “te quiero” que se vea, no que solo se diga.
Y aunque te sigo queriendo, he entendido que una mujer que ama de verdad también sabe cuándo debe soltar, no por falta de amor, sino porque se cansó de ser la única que lucha.
Si algún día me alejo, no será por orgullo… será porque aprendí que mi paz vale más que cualquier espera.
Y si me quedo en silencio, no será porque no te ame, sino porque ya lo dije todo con el corazón.














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