In memoriam a Miguel

Se fue nuestro querido Miguel, sus tableros en las afueras de la Universidad de Antioquia registrarán por siempre un legado de valores humanos que encarnó consistentemente en vida, quienes tuvimos la fortuna de conocerlo teníamos la sospecha de que Miguel sabía sobre la vida cosas que pocos comprendemos, su ritmo lento al caminar, su austeridad, su alegría, su risa desparpajada, simpleza y humildad nos exhorta a la búsqueda de lo esencial.  En su cercanía, Miguel transmitía calma, para muchos reconfortante, a otros los interpelaba, su revolución era enseñarnos con actos la coherencia de vivir al ritmo de nuestra propia naturaleza, que estamos creados para el silencio, la paz, la vida tranquila y la verdadera amistad. Habitar en todo el sentido de la palabra  disfrutando y defendiendo el carácter público del AL MATER  que lo acogió por muchos años con su particular forma de empatizar con todas las personas, comunicando con constancia.

El mensaje se hace contundente para toda la comunidad después de su despedida, vivir una vida con propósito, coherencia y constancia. El último día que vi a Miguel fue en la tarde de ese jueves, lo acompañé a coger un taxi, iba para su casa caminando lento y su mirada melancólica era como un ritual de despedida, a cada uno nos fue dejando su mensaje, un mensaje particular en su tablero, con sus palabras que preservarán la memoria y sobre todo con sus actos, como era una de sus particulares formas, la más ejemplar para comunicar.

Sus trazos de tiza resistieron más de 5 décadas, mientras hubo cambios de épocas, su práctica permaneció a la llegada del internet, de la IA , su red social era cercana, humana y real.

Su trabajo de campo, era preguntar, escuchar, sus fuentes eran de cafetería, de pasillos, de las voces rápidas y pasos ligeros que le daban una notica, pero siempre la PRIMICIA la tenia Miguel, allí, al tablero más popular de la u acudían a ver “que dice Miguel?” fue el informante más consultado de la UdeA.

Un hombre amado, un gran ser humano, en la comunidad donde Miguel vivió, allí se llevaron a cabo las exequias de su última presencia sensible para nosotros, el párroco de la iglesia ese lunes festivo particularmente frío dedicó una homilía de la cual quiero resaltar unas palabras, el padre dijo que “Miguel caminó durante mas de 50 años desde su casa, allá en el barrio Córdoba hasta la universidad y que su recorrido diario era una metáfora de la vida, paso a paso, sin prisa, sin cansancio del alma, llevando siempre algo que dar, algo que enseñar, muchos se acercaban a escuchar para descubrir una sabiduría sencilla, una memoria prodigiosa y una fe en el conocimiento compartido”, con esas palabras, en compañía del coro del que Miguel hacia parte y el himno de la Universidad, fue su primer y más solemne homenaje póstumo de despedida.

Allí, amigo de paso lento, mirada tímida, hombre noble y humilde, allí donde quiera que estés, serás memoria universitaria, luz en tiempos de oscuridad, serás el comunicador más importante que ha pasado por estos pasillos y tus enseñanzas la tiza de nuestro tablero, nuestra conciencia.

John Mario Muñoz Lopera

Doctor en Gobierno y Administración Pública. Docente UdeA.

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