La digitalidad es la columna vertebral de las ciudades inteligentes, pero también debe ser su rostro humano. Sin ella, no hay innovación urbana posible
Hablar de smart cities suele llevarnos a imaginar grandes infraestructuras, sensores en cada esquina y sistemas digitales que lo controlan todo. Sin embargo, detrás de cada innovación tecnológica hay algo más poderoso y determinante: la ciudadanía. Una ciudad no se vuelve inteligente únicamente por tener dispositivos conectados, sino porque sus habitantes son conscientes de su papel en la construcción colectiva. Y ahí está el verdadero reto de Colombia: formar una ciudadanía consciente capaz de aprovechar la digitalidad para transformar la vida urbana.
La digitalidad nos ha dado herramientas para mejorar la movilidad, la seguridad, la energía y los servicios públicos. No obstante, ninguna de esas soluciones tiene sentido si no existe un compromiso ciudadano que las respalde. ¿De qué sirve un sistema de reciclaje inteligente si no separamos la basura en casa? ¿De qué sirve una aplicación de transporte si seguimos bloqueando el espacio público o no respetamos las normas de tránsito? La tecnología es el medio, pero las personas son el motor.
Crear ciudadanía consciente en Colombia significa, primero, educar en cultura digital. La alfabetización tecnológica debe ir más allá de saber usar un celular o una aplicación: se trata de entender cómo la información que compartimos y las decisiones que tomamos impactan el bienestar colectivo. Una ciudadanía consciente exige transparencia en el uso de los datos, participa en los canales digitales de gobernanza y colabora para que las herramientas tecnológicas no se conviertan en exclusión, sino en oportunidades.
También significa reforzar la cultura ciudadana. En Medellín, Bogotá, Cali o Cartagena, la digitalidad puede ayudarnos a ser más solidarios, más responsables y más respetuosos con el espacio que compartimos. La tecnología puede advertirnos de un riesgo de inundación, pero es la comunidad organizada la que responde con empatía. La innovación puede optimizar la movilidad, pero es el respeto por el peatón y el ciclista lo que construye confianza en la calle. La tecnología puede conectar, pero la ciudadanía consciente es la que da sentido a esa conexión.
En este contexto, la llegada del Smart City Expo Cartagena 2025, los días 29 y 30 de octubre, es una oportunidad histórica para el país y para la región. No se trata solo de un evento internacional sobre innovación urbana, sino de un escenario para pensar cómo Colombia puede consolidar un modelo de ciudad donde la digitalidad se combine con participación y cultura ciudadana. Allí, gobiernos locales, empresarios, emprendedores, universidades y comunidades debatirán cómo aplicar la tecnología a los desafíos cotidianos: desde la movilidad hasta la sostenibilidad, desde la gobernanza digital hasta la inclusión social. Cartagena se convertirá en el epicentro de la conversación sobre el futuro urbano del Caribe y de América Latina, y eso debe inspirarnos a preparar a nuestra ciudadanía para asumir el reto.
Colombia necesita dar un paso firme hacia esa ciudadanía consciente: más educación digital en las escuelas, más campañas de cultura ciudadana apoyadas en herramientas tecnológicas, más espacios de participación ciudadana en línea, y sobre todo, más compromiso desde lo cotidiano. La verdadera ciudad inteligente comienza cuando cada persona asume que su acción, por pequeña que sea, transforma el lugar donde vive.
La digitalidad es el lenguaje de nuestras ciudades, pero la ciudadanía consciente es su voz. Y sólo cuando ambas se encuentren, lograremos construir urbes que no solo sean inteligentes, sino también humanas, solidarias y profundamente nuestras.
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