El pasado 12 de octubre, cientos de ciudadanos, líderes sociales, campesinos, jóvenes y colectivos ambientales recorrieron en caravana las vías del Oriente Antioqueño para manifestar su rechazo a la propuesta del Área Metropolitana, una figura que, según las comunidades, amenaza la autonomía territorial y abre la puerta a la privatización encubierta del agua.
Desde municipios como Marinilla, El Carmen de Viboral, Rionegro, El Retiro, La Ceja, El Santuario y Guarne, los manifestantes se unieron bajo un mismo mensaje: “El agua no se vende, se defiende”.
La caravana, más que una protesta, se convirtió en un acto de memoria y de resistencia colectiva frente a las decisiones políticas que, en nombre del desarrollo, han impuesto modelos que afectan los ecosistemas y la vida comunitaria.
El líder social Gustavo García resumió el espíritu de la jornada con palabras que resonaron entre los asistentes:
“La caravana significa el encuentro de las organizaciones sociales que están firmemente defendiendo el territorio y a su vez se convierte en un ejercicio de memoria, como en tantos otros momentos de la historia del Oriente Antioqueño que ha tocado a las comunidades salir a defender su territorio frente a modelos impuestos, como fue el momento de la lucha contra las represas, las hidroeléctricas, como sigue siendo la oposición a la minería y como es hoy el tema del área metropolitana.”
Sus palabras evocan la historia reciente del Oriente, una región marcada por la defensa del agua, los ríos y las montañas. Las comunidades recuerdan que detrás de muchos proyectos catalogados como “de progreso” se han escondido intereses económicos que desplazan al campesinado, alteran los ecosistemas y concentran el control sobre los recursos naturales.
El reclamo de fondo no es solo político, sino ético y ambiental. Las organizaciones sociales exigen que las instituciones abran verdaderos mecanismos de participación y que los gobernantes recuerden su compromiso con los ciudadanos.
En palabras del propio Gustavo García:
“Las comunidades siguen insistiendo en la institucionalidad que abra mecanismos claros de participación, que ganar las elecciones no significa ignorar al grueso de la población ni a un aspecto de ella. Se deben esencialmente a los ciudadanos que les eligieron, y estos ciudadanos no han sido escuchados en este modelo de planeación extractivista que se da ahora en el Oriente.”
El cuestionamiento apunta a la falta de diálogo entre el Estado y la sociedad civil. Los líderes aseguran que las decisiones sobre el territorio se están tomando desde la centralización y el tecnicismo, dejando por fuera las voces campesinas y comunitarias que, durante décadas, han sido guardianas del agua.
Más allá de la denuncia, la caravana también fue una celebración de la vida y del relevo generacional. Jóvenes de diferentes municipios marcharon junto a mayores, reconociendo que las luchas por el agua y la tierra no son del pasado, sino del presente.
“Esta caravana —añadió Gustavo García— es a la vez una posibilidad del reencuentro entre organizaciones sociales de diversos municipios que va generando y tejiendo lazos de comunidad entre ellas. Contribuye un poco a la generación de conciencia, puesto que es acompañada en su gran mayoría de personas jóvenes que están haciendo lo que nosotros llamamos este relevo generacional de las luchas que ha dado el Oriente Antioqueño.”
La movilización culminó con un mensaje claro: defender el agua es defender la autonomía y la democracia local.
Los convocantes recordaron que detrás de la figura del Área Metropolitana se esconden riesgos reales de centralización del poder, pérdida de control sobre los acueductos comunitarios y una posible privatización del agua bajo el argumento de la “eficiencia”.
El próximo 9 de noviembre, los habitantes del Oriente Antioqueño tendrán la oportunidad de decidir en las urnas si avalan o no la creación del Área Metropolitana.
Para quienes participaron en la caravana, votar “No” es una manera de proteger el territorio, la participación ciudadana y el derecho colectivo al agua.
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