Teresa Muñoz Lopera es Socióloga, Magíster en Ciencias Sociales y en Ciencias de la Educación, especialista en Marketing Político y en Políticas Públicas con Perspectiva de Género. Estudiante de Derecho en la Universidad de Antioquia.Con más de 25 años de trayectoria en el sector público, social y académico, Teresa Muñoz Lopera ha ocupado cargos de liderazgo en Medellín, Antioquia y Bogotá, incluyendo la Secretaría Distrital de Integración Social. Ha sido docente universitaria, investigadora y asesora en derechos humanos, cultura de paz, participación ciudadana y género.Fundadora de la iniciativa “CUIdadanía: un lugar, un saber y una oportunidad”, orientada a la inclusión, el empoderamiento comunitario y la construcción de ciudadanía desde los territorios.
Ha representado a Colombia en escenarios internacionales de comunicación política y derechos humanos en Francia, México, República Dominicana y Argentina, sin embargo toda esta trayectoria y reconocimiento se vio a la sombra de un proceso injusto que corto su libertad, hoy ante el fallo a su favor ella envía una carta abierta a Colombia:
A mí, me robaron.
Sí, fue a mí a quien robaron años de vida y de alegría, y digo que dé vida y no solo de vida pública, porque a quienes vivimos para servir y para la lucha política por la dignidad y la libertad, acciones que silencian nuestra voz y encierran nuestro ser en la infamia de la mentira, nos condenan a la distancia, a la marginalidad, al exilio en medio de nuestro propio pueblo.
Me robaron el derecho de participación democrática directa para la transformación de mi país, la posibilidad de ser elegida en representación de los sectores populares de donde provengo, me robaron ese derecho, el derecho de servir desde el Estado donde en realidad se amplifican los impactos en favor de los más humildes.
Me robaron la posibilidad de hacer parte activa de este Gobierno del Cambio, de este sueño colectivo que se hizo realidad después de toda una vida de riesgos y de luchas. Me robaron años de vida, castigaron mi pasión y mi lucha a través, de una persecución jurídica mezquina, intensa, sistemática y deliberada, que no cesó hasta imponerme una sanción injusta.
Me robaron la honra y el buen nombre, me tildaron de corrupta y sellaron su infamia arrojando mi nombre a la jauría voraz de los grandes medios de comunicación al servicio de una derecha vengativa y corrupta.
Me persiguieron por ser una mujer valiente, con criterio propio, por ser de origen popular y campesina; sobre todo, me persiguieron por mi inquebrantable lealtad al sueño político que finalmente hicimos gobierno.
Castigaron mi amor por lo que deshecha este sistema deshumanizado que es el capitalismo, mi elección por los más humildes, por los hombres, mujeres, niños y niñas abandonados en el Bronx, me castigaron por ser rebelde, ideológica y políticamente correcta, porque una es lo que es y anda siempre con lo puesto.
En este día celebro la reivindicación jurídica de mi inocencia y expreso mi más profundo agradecimiento al magistrado ponente Luis Gilberto Ortegón Ortegón, del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, por hacer justicia. Exijo a los medios de comunicación y a la Personería de Bogotá dar cumplimiento al fallo y rectificar públicamente, para limpiar mi nombre de toda duda. El tiempo y la justicia han confirmado lo que siempre sostuve cuando me retiré del cargo de secretaria de Integración Social:
“Me voy por correcta y no por corrupta.”
La decisión que declara mi inocencia es justicia tardía, pero necesaria; porque, fui señalada, investigada y sancionada con 10 años de inhabilidad por atender a personas mayores con problemas de salud mental; donde, la misma Personería confirmó que no se perdió ni un peso.
Quiero denunciar que, en Colombia, la corrupción, la de verdad, campea poderosa, arrodillando a la Justicia, y que esta, ha sido puesta al servicio de retorcidos intereses. El uso que sectores oscuramente poderosos hacen del “lawfare” como estrategia para eliminar y asesinar políticamente al contradictor – la persecución política disfrazada de acción jurídica es brutal y puede terminar destrozando todo lo que por décadas se ha construido en materia de derechos humanos, democracia y justicia.
Hoy celebro, con José Martí; ¡porque, cuando se repara una injusticia hay alegría en el corazón!, la orden emitida en la Sentencia del Tribunal Administrativo de Cundinamarca: “Ordenar a la Personería de Bogotá D.C. efectuar la cancelación en sus registros de la sanción disciplinaria impuesta a la señora Teresa de Jesús Muñoz Lopera”
Agradezco a las y los que creyeron en mí, a mi familia, amigos y amigas que nunca me dejaron sola en estos años tan difíciles, con tantas pérdidas; entre ellas, la ausencia de mi adorada madre que, murió sin poder ver la reivindicación de mi nombre… como duele no poder quitarle esa tristeza de sus últimos días.
También, agradezco a las y los abogados de la Comisión Colombiana de Juristas que recibieron mis procesos, me acogieron con humanidad y han luchado por mi inocencia hasta el final y, además, a los magistrados del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que me honran en justicia.
Por último, quiero agradecer, a los y compañeras políticas que, en casi 8 años de inhabilidad, me llamaron, me enviaron mensajes de solidaridad y, sobre todo, me brindaron su apoyo incondicional; porque, en la tormenta, en la adversidad y en las dificultades, se reconoce la amistad, los cariños y sobre todo la humanidad que nos asiste en el mundo de la indiferencia. A todos y todas, gracias infinitas.
No fui, ni soy una exfuncionaria caída, soy una mujer política y una servidora pública honrada y revolucionaria, perseguida, vilipendiada y sancionada, que se levanta en justicia, que sigue en PIE de lucha, que sigue con su proyecto social de “CUIdadanía: por un lugar, un saber y una oportunidad” para todos y todas; y aunque, sentí el dolor de la persecución jurídica, mediática y hasta física; la difamación, el dolor de mi familia y mi propio dolor, sepan que estoy aquí de vuelta a la lucha, estoy feliz por la decisión; aunque, lloro por no poder compartir este momento con mi madre que, en su lecho de muerte, me decía que le dolía irse sin saber y escuchar quiénes y por qué, me habían hecho tanto daño.
Hoy, también acompaño y brindo un abrazo solidario a quienes, como yo, han sido perseguidos y perseguidas y me comprometo a trabajar, seguir denunciando y exigiendo que la Justicia mantenga su independencia y soberanía; que no, se preste como instrumento del abuso, para la eliminación de voces políticamente diferentes. A las y los que siguen luchando contra la injusticia, toda la fuerza y fortaleza.
Agradecer las oraciones, las canciones compartidas, las lágrimas, los mensajes y los abrazos solidarios en esta búsqueda de la verdad. Gracias, gracias y les invito a hacer pública mi decisión de volver a la vida pública y política; porque, soy una mujer que no se rinde, ¡carajo! Me quitaron del camino, me quitaron años de vida política y pública y quisieron silenciarme. De nuevo, a levantar el vuelo y en PIE de lucha; porque, soy una mujer que no se rinde, ¡carajo!
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