Llamarada de Esperanza

«Eco de Luz» es una obra donde Valeria encara el viaje interior como artista, la relación con la naturaleza y la denuncia a la injusticia social.

Valeria es música, «Eco de Luz» y una llamarada que celebra la esperanza, la resistencia, la renovación y la vida.


«Eco de Luz», el primer trabajo discográfico de Valeria Arenas encarna el sueño de una artista que se despertó cada mañana a cumplido. Un sueño que no entienden aquellos que se levantan cansados y adormilados a trabajar el sueño de otros. Sueño al que la artista invirtió sus ahorros. Sueño que ahora nos hace soñar a quienes tenemos el privilegio de escuchar las canciones de Valeria. Sueño que exalta las relaciones de familia, amigos y amorosas que, al final, son las que suman en nuestra experiencia de vida. Experiencia que sólo se puede medir con los recuerdos. Y estas canciones, después de escucharlas con Ingrid, mi compañera de vida, me han regalado un momento de regocijo que ahora, atesoro en el recuerdo.

Entrando en materia, «Eco de Luz» es una obra donde Arenas encara el viaje interior como artista, la relación con la naturaleza y la denuncia a la injusticia social.

Veamos, en «Lugar viajero» dice: “Vengo a cantar mi verdad/ con el tiple y el tambor”. Advierte que va a cantar el mundo que percibe y agrega: “Soy un lugar que camina y llevo por norte el corazón”.

En «Lugar viajero», también, establece ―y que se verá en muchos de sus versos― una conexión envidiable con la naturaleza: “El aire tomo en mis manos y lo libero en ventarrón,/ al agua le doy la forma y ella me canta su canción”. O en «La siembra»: “Seremos el árbol de la luz/ que da sombra, norte y sur”. Relación que invita a la contemplación, hecho fundamental para escuchar la voz interior sin culpa a hacer nada y entregarse digno a la condición original de mamífero.

En «Llamarada» se evidencia la mal sana costumbre de los hombres de oprimirse a sí mismos: “Mi gente está ardiendo en llamas, no se cansa de gritar:/ ‘Que la única presidencia sea el respeto y la verdad’”. O en «Mi pueblo de ayer»: “Donde vivían los indios/ ahora hay edificios”. Ésta, para mí, es una de mis canciones predilectas por ese aire de pueblo que va a pasos agirardotados al olvido entre sones de acordeón y memorias de tapia. Por tanto, sale a flote la frustración de un pueblo que, a pesar de la fe y el progreso, a veces grita para recordar que no quiere ser silenciado. Por lo tanto, una voz de turpial como la de Valeria, nos recuerda que no hay que mirar de reojo la formula arcaica de la “política del cemento” que renuevan cada cuatro años los gobiernos de paso.

Pero más que un viaje al interior de la artista, al entorno que habita y la denuncia social, Arenas es música comunicante. En «Lugar viajero» dice: “La música es la lengua/ que transporta mis ideas/ por el espacio y el tiempo”. O en «Versos de hamaca» dice: “Desde mi hamaca contemplo el bosque/ que está en lo más arriba del monte./ Y de allá llegan sones y voces/ que se me meten en las canciones”.

Arenas es música, «Eco de Luz» y una llamarada que celebra la esperanza, la resistencia, la renovación y la vida.

En resumen, «Eco de Luz» es una reflexión sobre la identidad, la naturaleza y lo social en tiempos como estos ―convulsos― en que se necesitan canciones que resuenen en el corazón de quienes buscamos, así parezca una utopía, un mundo más hospitalario y amoroso.

Juan Camilo Betancur E.

Fredonia, 1982. Periodista. Publicó el libro de micro-cuentos Los errantes (2013), la novela La mujer agapanto (2017) y la novela El escritor mago. Libro 1: la sociedad (2021).

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