Bogotá entre la inseguridad real y la propaganda
La inseguridad en Bogotá ha sido por años un tema tratado en campañas y debates políticos, redes sociales, noticieros locales y nacionales, incluso, se ha vuelto el tema de conversación en cátedras institucionales. Es un tema que involucra a sectores como movilidad, inclusión social, educación y al sector empresarial. Es un tema siempre presente en la agenda de la ciudad.
Una cosa es hablar de la percepción de inseguridad en la ciudad, que ha sido variable, pero sin embargo siempre ha estado presente. Y otra muy distinta es la data oficial que nos proporcionan los informes trimestrales y anuales que se nos muestran en los medios de comunicación.
El problema de Bogotá ya no es sólo de inseguridad, pues con el transcurrir de los años la promesa de combatir la inseguridad en la ciudad por parte de los políticos que se postulan cada cuatro años a la alcaldía de Bogotá, se ha vuelto casi que un diario vivir al que la ciudadanía se ha enfrentado con la negativa de acostumbrarse a ella, pues es imposible convivir con un problema que parece no tener revés.
Peor que el problema de vivir en medio de una inseguridad que deja de ser percepción para convertirse cada día mas en realidad, es tolerar una administración que niega la realidad con propaganda costosa que pagamos todos los ciudadanos, mientras la gente normaliza la anarquía en la calles y confunde la venganza y el linchamiento con justicia.
La inseguridad como realidad, no percepción
Según datos oficiales del Consejo de Bogotá, el 2024 fue el año con la tasa de homicidios más alta en la última década, con 1.024 homicidios en la ciudad, 11% más que el año anterior, 2023. En el periodo comprendido entre enero y septiembre de 2024 se reportaron 863 homicidios, un 10% más en comparación al mismo periodo del año anterior, donde se reportaron 783. Esto quiere decir que para la mitad del año, la ciudad ya había superado en 2024 la tasa de homicidios en comparación con el año inmediatamente anterior.
Según Infobae, el año 2024 fue uno de los más violentos alcanzando una tasa de 15 homicidios por cada 100.000 habitantes. En el año 2020 la alcaldía de Claudia López se propuso reducir la tasa de homicidios en la ciudad al 9,9 para finales de 2023; esta meta no solamente se incumplió, sino que la situación empeoro superando incluso la tasa de 13,6 registrada el año anterior.
La administración de Carlos Fernando Galán empeora el panorama, pues su eslogan de campaña y su plan integral de seguridad, convivencia ciudadana y justicia “Bogotá camina segura”, no pasa de ser un eslogan vacío que no muestra resultados ni estrategias de seguridad reales.
El mismo informe de Infobae subraya que en 2024, en Bogotá ocurría un caso de homicidio por encargo cada 14 horas. El crimen no descansa en la ciudad.
Volviendo a las fuentes del Consejo de Bogotá, este ente confirma que durante el 2024 la extorción en la ciudad subió 70,4% mientras que la violencia sexual también tuvo un aumento del 34%, esto en comparación con el año inmediatamente anterior. Lo que demuestra que el tema de inseguridad no sólo abarca el hurto y la extorción, sino que toma también crímenes de mayor nivel como la violencia sexual.
En cuanto a violencia organizada colectiva, en 2024 en Bogotá se registraron 76 masacres que dejaron 267 víctimas según Indepaz.
Bogotá no camina segura
Lo anterior deja un panorama desolador. Las cifras demuestran que el problema de inseguridad en Bogotá no solamente es un problema de percepción sino que es una realidad latente en la ciudad. También evidencia el fracaso contundente del programa de seguridad ciudadana presentado por la administración de Galán, y demuestra la incompetencia y falta de acción y planeación de una política de seguridad ciudadana que combata realmente la inseguridad, enfrente el problema y defienda a la ciudadanía de la delincuencia que azota a la ciudad.
La justicia ausente y la mano propia
Ante la falta de acción por los vacíos estructurales del programa de seguridad ciudadana de la administración distrital nace otro problema: la anarquía ciudadana ante la ausencia de justicia. Las redes sociales se han inundado de videos que se virilizan rápidamente donde se observa a ciudadanos enfurecidos capturando y golpeando a presuntos delincuentes capturados infraganti por los mismos ciudadanos.
Esto alimenta la construcción de una narrativa anarquista según la cual la justicia estatal está ausente. En consecuencia, el ciudadano, investido de un poder autoproclamado, se prepara de manera casi inconsciente para vivir siempre a la defensiva. Parte de la premisa de que, si la delincuencia lo alcanza, deberá responder por su cuenta. Así, la ausencia del Estado se asume como un hecho, y el individuo se atribuye la facultad de impartir lo que entiende como justicia y de defender sus bienes, derechos que el Estado, en su percepción, ha dejado de garantizar.
Desde un enfoque filosófico lo podríamos ver de esta manera:
- Hobbes y el “estado de naturaleza”
Según Thomas Hobbes en Leviatán, sin un poder soberano que garantice seguridad y orden, los seres humanos regresan al estado de naturaleza, donde impera la desconfianza y la violencia: “el hombre es un lobo para el hombre”.
Lo que ocurre en Bogotá (ciudadanos que hacen justicia por mano propia) puede leerse como un retorno parcial a ese estado de naturaleza: al percibir que el Estado no cumple su función de proteger, las personas vuelven a confiar sólo en sí mismas y en la fuerza de la comunidad.
- Locke y el derecho natural
John Locke sostenía que los seres humanos tienen derechos naturales (vida, libertad y propiedad). Cuando el Estado no los garantiza, el ciudadano se siente legitimado para defenderlos por sí mismo.
La “autoproclamación” del ciudadano como juez y ejecutor responde justamente a esta idea lockeana: si el contrato social falla, se activa un derecho natural de defensa.
- Rousseau y el contrato social roto
Rousseau planteaba que el contrato social existe para que los individuos cedan parte de su libertad a cambio de seguridad y justicia.
Cuando los ciudadanos perciben que la justicia oficial es corrupta o ineficaz, se rompe el contrato. Esa ruptura genera desobediencia, anomia y conductas colectivas de resistencia, como la justicia comunitaria.
- Nietzsche y la voluntad de poder
Desde Nietzsche, puede interpretarse como una expresión de la voluntad de poder: el individuo asume la fuerza de sus actos porque no reconoce en el Estado un poder superior capaz de contenerlo.
Aquí, la justicia por mano propia se convierte en una forma de autoafirmación frente al caos.
- Foucault y el poder disperso
Michel Foucault explicaría que el poder no reside sólo en el Estado, sino que se dispersa en prácticas sociales.
El linchamiento público o la “defensa comunitaria” son formas en que el poder se redistribuye: el ciudadano deja de ver al Estado como el único garante del orden y se convierte en un micro-soberano que legitima su acción en nombre de la justicia ausente.
Filosóficamente, entonces, este fenómeno puede describirse como la ruptura del contrato social (Hobbes, Locke, Rousseau) y como la emergencia de nuevas formas de poder y justicia (Nietzsche, Foucault), donde el ciudadano asume que el Estado ya no cumple su papel y se apropia de esa función. Entre paréntesis, este fue uno de los miedos de Simón Bolívar cuando gobernó las provincias de la Gran Colombia.
El discurso político y la desconexión social
Pese a esto el alcalde Carlos Fernando Galán pareciera estar en una burbuja que le imposibilita entender y dimensionar la gravedad de la realidad social que afronta la ciudad. Mientras todo esto pasa el alcalde sólo postea en sus redes sociales y en la enorme cantidad de pauta publicitaria que paga, los avances de un metro que ni siquiera contrató él.
Su estrategia de seguridad es, más bien, una estrategia de comunicación y marketing político donde muestra sobrevuelos en el norte de la ciudad y las localidades de estratos mas altos, mientras las localidades más vulnerables, del centro y el sur de la ciudad viven un abandono estatal, un debilitamiento de la fuerza pública y por consiguiente un fortalecimiento de la delincuencia común, el microtráfico y la pobreza.
En la lógica de la propaganda política se esconde, como advertía Hannah Arendt, una peligrosa banalidad: la repetición constante de imágenes, cifras maquilladas y discursos triunfalistas que buscan crear una ilusión de normalidad en medio del caos. La banalidad del mal no siempre se manifiesta en actos brutales, sino en esa rutina de negar la realidad, en convertir en costumbre el ocultamiento y en acostumbrar a la ciudadanía a aceptar la mentira como un lenguaje oficial. Cuando un gobierno insiste en mostrar sobrevuelos de helicópteros sobre barrios acomodados, mientras oculta la violencia que desangra las localidades más vulnerables, está ejerciendo esa forma de mal banal, donde la propaganda sustituye al compromiso real con la justicia y la seguridad.
Los medios de comunicación, cómplices de este descontrol, se amordazan y callan ante la pésima gestión de esta administración. Todavía uno que otro usuario de redes sociales recuerda el escándalo que formaron hace 12 años por tres días en que el servicio de recolección de basuras dejó de funcionar en la alcaldía del hoy presidente Gustavo Petro, cuyo escandalo le causó posteriormente su destitución por parte del procurador quema libros Ordoñez.
Bogotá completa más de un año y medio en una crisis en el sistema de recolección de basuras que ha causado protestas por parte del gremio de los recicladores, quejas e inconformidades por parte de la ciudadanía y pésimo servicio que se evidencia en las calles de la ciudad donde no se presta el servicio causando una crisis sanitaria en el centro y el sur de la ciudad. Sin embargo, esto no ha sido motivo siquiera para un titular en la prensa tradicional.
En Bogotá la anarquía es quien gobierna. El estado ausente y silencioso se enfrasca en propagandas de un proyecto que debería unir y alegrar a la ciudadanía, pero debido a las circunstancias en que se presenta, deja más desazón que alegría.
Referencias:
- Hannah Arendt
- Los orígenes del totalitarismo (1951).
- La condición humana (1958).
- Idea clave: la banalidad de la propaganda y cómo se construyen narrativas que sustituyen la realidad por ficciones políticas.
- Platon
- La República.
- Idea clave: crítica a la democracia como gobierno de las masas manipulables por la retórica (sofistas).
- Aristóteles
- Política.
- Concepto de demagogia: cuando los líderes manipulan a las multitudes con discursos emotivos y promesas irrealizables.
- Gustave Le Bon
- Psicología de las multitudes (1895).
- Idea clave: las masas se comportan de manera irracional, guiadas por emociones más que por la razón.
- Nietzsche
- Así habló Zaratustra (1883-85).
- Concepto del “rebaño” y crítica a la moral gregaria que impide el surgimiento del superhombre.
- Bakunin y Kropotkin (pensadores anarquistas)
- Dios y el Estado (Bakunin, 1882).
- La conquista del pan (Kropotkin, 1892).
- Idea clave: la anarquía como sociedad sin jerarquías ni coerción, pero organizada en cooperación voluntaria.
- Caracol Radio
- “La crisis en 180 días será inmanejable: vicepresidente del Concejo de Bogotá sobre las basuras” (12 de septiembre de 2025). Link
- Caracol Radio
- “Basuras en Bogotá: se cumplen 20 días sin una persona a cargo de la UAESP” (10 de septiembre de 2025). Link
- Infobae
- “Al borde de una crisis sanitaria quedó Bogotá por la ratificación del rechazo al nuevo modelo de aseo” (20 de agosto de 2025). Link
- Colmundo Radio
- “Alerta: Bogotá al borde de una crisis sanitaria por la basura” (septiembre de 2025). Link
- Radio Nacional de Colombia
- “Bogotá enfrenta crisis de basuras” (septiembre de 2025). Link
- Concejo de Bogotá – declaraciones del vicepresidente del Concejo alertando sobre el riesgo de colapso sanitario si no se toman medidas antes de febrero de 2026.
- UAESP (Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos) – entidad encargada de la gestión de basuras, hoy acéfala según los reportes.
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