Más allá de la formalización: un camino hacia la sostenibilidad financiera en tiempos de informalidad

La informalidad no es solo un problema de empleo; es una cuestión de educación financiera que nos permite gestionar el dinero y construir un futuro más seguro, incluso sin un contrato formal.


El dato es alarmante: 43,3% de la población ocupada en Colombia es informal, según las cifras del DANE correspondientes al trimestre móvil de mayo-julio de 2025. Esta cifra, que a lo largo de los años ha sido una constante en el mercado laboral colombiano, refleja una triste realidad: miles de trabajadores se encuentran atrapados en un círculo vicioso de precariedad laboral que limita su acceso a los derechos fundamentales, como la salud, las pensiones y las prestaciones sociales. Sin embargo, reducir la informalidad laboral a un simple esfuerzo de formalización es una perspectiva incompleta. Es necesario entender que la solución al problema no está únicamente en la contratación formal, sino en la capacidad de los trabajadores, formales o informales, de gestionar sus finanzas personales y de lograr estabilidad económica en su día a día.

La informalidad laboral no solo significa la ausencia de un contrato de trabajo, también es sinónimo de una falta de acceso a las redes de seguridad social, a los servicios de salud y a la protección frente a la vejez, una situación que empuja a millones de colombianos a una pobreza estructural. A pesar de los esfuerzos del gobierno por formalizar la economía, la tarea se ha mostrado titánica. La burocracia, los altos costos de la formalización y, sobre todo, las deficiencias estructurales del mercado laboral colombiano, dificultan este proceso. Es, en gran medida, un sueño utópico que la formalización total se logre en el corto o mediano plazo.

La verdadera pregunta es, entonces, ¿cómo podemos mejorar las condiciones de vida de estos trabajadores, aún si la formalización no es la solución inmediata o completa? La respuesta no es sencilla, pero pasa por un aspecto esencial: la educación financiera.

Aunque muchos lo ven como un problema ajeno, lo cierto es que el manejo adecuado de las finanzas personales es una herramienta poderosa que puede ayudar a las personas en la informalidad a mejorar su calidad de vida y a crear una base sólida para el futuro, incluso sin estar completamente formalizados. La planificación financiera es una habilidad esencial, no solo para los empleados formales, sino también para aquellos que no tienen acceso a un salario estable y a beneficios sociales.

Dentro de la informalidad, se debe fomentar la conciencia del ahorro, la importancia de cotizar a una pensión (aunque sea una pequeña contribución) y la necesidad de priorizar los gastos. Incluso si los ingresos son bajos, aprender a gestionar el dinero es un primer paso hacia la seguridad financiera. Si las personas logran ahorrar aunque sea un pequeño porcentaje de sus ingresos y entender la importancia de la planificación a largo plazo, estarán en mejor posición para enfrentar situaciones imprevistas, como una enfermedad o una emergencia. La informalidad laboral, aunque sea un estado precario, no debería ser sinónimo de una vida sin posibilidades de progreso económico.

El esfuerzo de la sociedad debe ser colectivo. No solo el gobierno, las empresas y las entidades financieras deben colaborar, sino que los ciudadanos también tienen una gran responsabilidad. La educación financiera debe empezar desde el colegio, ser parte de la enseñanza básica, porque es una herramienta de vida, de autonomía personal. Desde pequeños, debemos aprender a manejar nuestras finanzas, a pensar en el futuro y a valorar el ahorro. Esto no solo ayudaría a los trabajadores informales, sino a toda la población en general.

El reto es grande, pero la posibilidad de un cambio estructural es real. A través de políticas públicas de educación financiera, el fomento del ahorro personal y la concientización sobre las pensiones, podemos ofrecer una solución viable para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores informales. Además, es imperativo que se implementen estrategias de inclusión financiera, como acceso a microcréditos y servicios de ahorro, que no solo se enfoquen en la formalización de los empleos, sino también en la inclusión de las personas en el sistema económico formal, aunque aún no cuenten con un contrato.

Es cierto que la informalidad laboral no se resolverá con facilidad, pero lo que sí podemos hacer, a nivel individual y colectivo, es empoderar a las personas para que tomen el control de sus finanzas y se conviertan en agentes activos de su futuro económico, independientemente de su estatus laboral. Porque el verdadero reto no es solo formalizar los empleos, sino crear una sociedad que sea capaz de vivir dignamente, con independencia de su ocupación, a través de la educación financiera.

David Forero

Analista económico

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