FICDEH 2025: Estreno de claroscuros en la resiliencia (Primera Parte)

Inauguración del FICDEH en el Teatro Colón de Bogotá con el estreno de “Horizonte” (2024) de César Acevedo. Foto: Instagram Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos-FICDEH 

Nuestro columnista Jhon Jairo Armesto Tren, desde Bogotá cubre el estreno y diferentes actividades del Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos cubriendo algunos eventos seleccionados por él, realizando un ejercicio no solamente de crítica cinematográfica sino de observación política, agenda académica y la nueva realidad de los proyectos y el apoyo estatal en tiempos de polarización y cambio en la agenda de la cooperación hacia el Sur Global por parte de las potencias hegemónicas.

“La verdad nunca es conquista definitiva. Siempre es posición que toca defender” 

“Donde desaparece hasta el vestigio de nexos feudales, la creciente soledad social del individuo y su creciente desamparo lo funden pronto en masa totalitaria”

“Gran artista es aquel que triunfa, cualquiera que sea la teoría estética de la cuál lo miren”

“Sin previa carrera de historiador no debiera ser lícito especializarse en ciencias humanas”

“Ningún político puede decir la verdad donde un electorado escucha atento”

Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombianp. Cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)


 

31 DE AGOSTO: CINE PREDECIBLE, POCA CULTURA, BUEN VINO BLANCO

“SI HAY PODER HUMANO”…PARA SER DECENTE

La desorganización, el caos, la impuntualidad, desafortunadamente no son solamente defectos personales -que los tienen todos los seres humanos y las figuras públicas, pero cada quien los calla o los ventila de acuerdo a su interés, conveniencia o a donde se mueva el pulso del poder hipócrita de la democracia liberal- del Presidente de la República, sino una característica negativa pero representativa del progresismo colombiano, y en general de la estructura de la Colombia Humana -léase el petrismo-, ni siquiera la base nacionalista, sinarquista e incluso conservadora que origina el Movimiento 19 de Abril, hoy día disgregada desde el anarquismo hasta el movimiento ciudadano que constituye la coalición Unitarios-. Y, sí, me sentí antiguo, como dirían los argentinos, al ver el nivel de decadencia moral de la juventud de hoy de izquierdas frente a la juventud de izquierdas de hace 17 años cuando pisé por primera vez la Universidad Distrital.

Mi última visita al Colón fue en noviembre de 2023, durante la conmemoración del Acuerdo de Paz. Llevaba ya unos casi cuatro años de veto por parte de los nefastos encargados del entonces Ministerio de Cultura Felipe Buitrago (2020-2021) y Angélica Mayolo (2021-2022). El primero sacando a sombrerazos a todas las personas que venían trabajando con su entonces jefa -venía de ser Viceministro de Economía Naranja, ahora Industrias Creativas y Culturales-, y no solamente a los contratistas, sino a la prensa opositora y crítica al duquismo. En esa época, El Nodo Colombia tenía un noticiero digital diario al medio día, donde junto a un gran equipo de trabajo que hoy día por su talento en diferentes ámbitos del periodismo y la empresa privada, dentro y fuera de la Patria -un país expulsor de su pueblo y de su talento-. En ese momento, mi persona y nuestro medio fueron hostigados y perseguidos por la furia clasemediera bogotana con ínfulas de aristócrata, a tal punto, que sumado a la crisis económica causada principalmente en Cali y Bogotá del Paro Nacional de 2021 -que el sector gobernante llama Estallido Social-, hizo que muchos patrocinadores del noticiero cerraran operaciones e inversiones en el país y el noticiero se fuera apagando lánguidamente hasta finalmente salir del aire en marzo de 2022 poco después de las elecciones al Congreso de ese año.

Lo anterior me hacía mucha ilusión con respecto a la visita a un escenario de la cultura, la historia, la evolución de la sociedad como lo es el Teatro Colón de Bogotá y de Colombia entera, el que fuera por muchos años el principal escenario nacional, hoy día administrado y hasta absorbido administrativa -y narrativamente-por el edificio del otro lado de la calle, el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. Pero mi amor al Colón y en general a esa visión, que es la que tenemos todos los nacidos y criados hasta la primera década del 2000 de la cultura como un estado superior del alma y la razón.

Foto: Instagram Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos-FICDEH

Por eso, aguantando la lejanía del norte al centro de Bogotá, el caos de la mañana de Ciclovía, la pereza de la tarde de domingo, y las eternas filas que cada vez hacen que de verdad Colombia se parezca cada vez más a la Cuba socialista y “culta” que algunos, pese al desastre y la degradación moral de ese pueblo -tanto en la isla como en el exilio-, le rinden culto a un pasado que fue, tal vez sí, tal vez no, pero no es. Pero entramos al Teatro. Me dice un amigo cercano que si fui arreglado, me bañé, etc. Eso me parece tan horrible, ofensivo y humillante, al igual que a una persona se le juzga por el cartón en la época del duquismo y en el petrismo actual. Simplemente la suerte, las influencias y los tiempos no nos han acompañado a algunos.

Y a muchos, el aseo, la cultura, los valores éticos y el significado de la palabra cultura les quedaron grandes, a ellos, pero mucho más a sus padres, quienes debieron haberles dado esa instrucción en las primeras épocas de sus vidas. Colombia está jodida entre muchas razones, por tener un culto casi religioso a mitos falsos como Bolívar, los títulos universitarios, la juventud como  buena per se y el centrismo político (Mockus, Peñalosa, Claudia López, el maldito duquismo). Cuando dejemos de creer en mitos como sociedad y como instituciones privadas -desde las familias a las empresas-, por lógica, las clases dirigentes y académicas serán distintas, o al menos un poco mejores.

Todo este culmen de mi llegada silenciosa al gallinero donde afortunadamente pude ver la película, escuché los gritos de unas contra el director de RTVC Hollman Morris, después los gritos de “¡Abajo Galán!” cuando llega el Director de Fomento del Secretario de Cultura, Recreación y Deporte del Distrito -curiosamente los funcionarios de esta Administración no tienen tiempo ni para sus eventos-. Uno puede estar de acuerdo o no con lo que quiera políticamente, pero un escenario cultural ni es el lugar ni el espacio para ese tipo de chiflantinas. No puede normalizarse la lumpenización de la cultura -o la corrida de cerca del potrero de la autonomía universitaria fuera de los campus públicos-, por más progresista que se diga un establecimiento social o las entelequias que manejas al Estado.

Un desastre. Me he jurado a mí mismo no regresar al Colón a un evento gratuito. Esperemos que la Ópera, la música sacra y otras actividades del alto espíritu en un futuro cercano vuelvan a llevarme allí. De lo contrario, el Julio Mario Santodomingo, el Jorge Eliécer Gaitán serán mis lugares seguros.

Capítulo aparte.

Es allí donde hay que estar pendiente de que la organización de este Festival fue posible gracias indiscutiblemente al apoyo del Gobierno Nacional a través de RTVC, que desde hace años, su actual gerente Hollman Morris tuvo que ver con la promoción y contenidos de este Festival, entre otras iniciativas de apoyo al cine independiente. No se desconoce que existe un fin de promoción y propaganda -sí, propaganda, porque el término no es ofensivo y aplica perfectamente a asuntos políticos, no porque yo lo diga, sino por el Diccionario-. La excusa de 2021 para cualquier cosa fue la pandemia de 2020. Su equivalente en el 2025 es la reducción de fondos y liquidación de USAID en la segunda Administración Trump. Si bien hay procesos honestos como el de la Fundación Impulsos -encargada del Festival-, hay miles, cientos de miles de casos de avivatos a nivel mundial que utilizaron fondos públicos del pueblo de Estados Unidos para a partir de proyectos inútiles o incluso fraudes procesales hacer dinero fácil.

Cabe la urgencia, de que así como se promueve la asociatividad y la sostenibilidad financiera -por lógica acompañada de una educación financiera que tanto como individuos como organizaciones se necesitan en nuestro país-, este escenario se haga a estos procesos para que no se repitan situaciones como estas. Se debe repensar desde adentro, la lógica de ahorro y administración de recursos de las ONGs…al menos las que visiblemente sirven para algo en sentido de comunidad.

Inauguración del FICDEH en el Teatro Colón de Bogotá con el estreno de “Horizonte” (2024) de César Acevedo. Foto: PROIMÁGENES Colombia.

SURREALISMO MÁGICO A LA SANTANDEREANA: UNA QUEJA AL CINE DE DERECHOS HUMANOS CLICHÉ

“Horizonte” (2024) fue la película escogida por la organización para el estreno en el Teatro Colón de Bogotá por algo muy predecible -mamonamente predecible como todo discurso político o chiste que se repite más de una vez-, porque su trama es básicamente recrear la peor etapa del Conflicto Armado Interno, concentrándose en hechos sucedidos en el sur de Santander a finales de la década de 1990, donde la respuesta al aumento significativo de pie de fuerza de las guerrillas de las FARC-EP y el ELN potencializados por el narcotráfico, la debilidad del Estado y el contubernio de poderes locales con la criminalidad, hicieron que el movimiento de autodefensa tuviera un margen de maniobra para las peores crueldades, pero al mismo tiempo, en la misma región, tuviera un respaldo popular, e incluso hasta una legitimación por parte de la población. Afortunadamente, las nuevas narrativas del cine nacional desde otras regiones que no han sido escuchadas están resonando, y Santander lleva la voz cantante en este momento.

Nadie, ninguna persona que tenga buen corazón, no importa su nivel de anticomunismo -el mio es muy alto-, puede justificar, negar y no condenar los horrores de los ejércitos criminales paramilitares. Pero es realmente obvio que la narrativa de este tipo de escenarios oculta, niega y hasta romantizar a las guerrillas marxistas, y sus pugnas internas desde sus orígenes, e incluso silenciado sus contradicciones internas y exagerando otras.

Para terminar este punto. Existen miles de series y películas sobre el sur de Bogotá y las comunas de Medellín. ¿Por qué NUNCA se ha filmado una película o un documental o los circuitos cinematográficos de la izquierda afincados en Soacha y Ciudad Bolívar nunca hacen un documental sobre la pobreza extrema en el extremo norte de los cerros orientales en Usaquén? ¿Por qué nunca se habla de la pobreza oculta de Chapinero, Suba y Teusaquillo en los barrios de estratos altos? Sencillo es la agenda política, pagada, en gran parte por fondos públicos o la concurrencia de estímulos tributarios del mismo Estado a particulares.

Un gran profesor que tengo en la ESAP, German Carvajal, un verdadero epistemólogo de la Administración Pública dice una frase muy santandereana y acorde a este episodio: “La Administración y la Política son como un Bocadillo veleño que está hecho de jalea de guayaba, agua y azúcar. Usted cuando se come un bocadillo veleño se come el azúcar y la jalea de guayaba sólida juntas, no por separado. La Administración y la Política, puede que por convención social se separen en la retórica, pero en la práctica su separación es imposible”.

“¿Y por qué no habla de la película?”. Sencillo. Porque todos los asistentes en su mayoría al estreno estamos de acuerdo en que fue una obra surrealista tipo Juan Rulfo llevada al cine en el escenario de una escena de las masacres del paramilitarismo en 1999 ubicada en el departamento de Santander. Claudio Cataño hace un gran papel, en serio, es el alma de la película, pese a que no lo ayudan los diálogos forzados propios y de los actores secundarios -muchos naturales- que se nota postizo, sumado al sacrificio por la historia, que apuestan muchos proyectos independientes que por presupuesto y asegurar éxito combinan esta fórmula por tener un protagonista o antagonista con figuras reconocidas para generar un arrastre seguro de público por sus seguidores. Bastante regular la co protagonista Paulina García, cuya actuación es tremendamente mediocre.

Salvada con creces la fotografía. Una calidad excelente que hacía que incluso, en las escenas tortuosas, la imaginación no huyera de la belleza, coherencia y logros de las imágenes. El cineasta Alejandro Rey, me comentaba que siempre un director de fotografía tiene el concepto y el ojo de lo que quiere ver y transmitir al espectador en el resultado final el director -y eso aplica para el montajista si se quiere, dada la especialización y prestigio de dicho oficio que muchas veces no es tan tenido en cuenta a la hora de realizar crítica o cobrar los triunfos de producciones y la evaluación de su calidad.

El FICCI de Cartagena tiene una buena pieza, los espectadores un somnífero rulfiano con escenas conmovedoras y un surrealismo cliché.

Pasemos al vino.

“CORRIDA DE EXPECTACIÓN, CORRIDA DE DECEPCIÓN”

Foto: Instagram Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos-FICDEH 

A mucha gente hoy en día poco y nada les gustan los términos taurinos. Por eso los usaré con todo el gusto, al menos hasta 2029 que pasen de moda por la reciente ratificación de la Corte Constitucional.

El 9 de septiembre, día de los Derechos Humanos y de un partido Colombia-Venezuela que terminó 6-3, y aparte de eso, en una gresca violenta acompañada de licor, botellas, amenazas, cuchilladas entre estudiantes de la Universidad de los Andes y trabajadores de aplicaciones de domicilios -que en su gran mayoría del 90%-  de origen extranjero. Como señalaba un asistente al conversatorio de cierre, las ironías de hablar un discurso idealista de paz, de espaldas a la realidad de la degradación social de este país, respirando en la nuca a los que nos hundieron en esto.

Antes del foro donde se hablaba de paz, Derechos Humanos -mientras ocurría una estúpida batalla campal afuera-, se nos enseñó un cortometraje sobre la reubicación del nuevo municipio del Peñol que fue reubicado para la construcción de una represa, tomando el testimonio de la nieta del último poblador del municipio. Sí, fue una negligencia que le dieran de últimas los apoyos financieros y asignación de vivienda en el nuevo casco urbano, por lo que si bien el proyecto se conocía su comienzo desde 1963, las últimas personas en salir lo hicieron cerca de 1978. Un homenaje familiar, un rescate de memoria histórica, pero que su contexto servía, débilmente pese a su calidad y a que no tenía un carácter discursivo ni panfletario , fue el de servir como colofón para las peroratas de la obra y milagro de la Defensora del Pueblo Iris Medina -que si bien ha sido independiente, llegó por una terna femenina acomodada a los circuitos judiciales de izquierda, a las mayorías oficialistas en la Cámara de Representantes y a la presión política de algunos congresistas de Bogotá-. Feminismo barato, lugares comunes, poco cine y mucho discurso…es una jartera que no deje que las películas, como las medicinas, los licores y la comida hagan su efecto en las mentes y las almas de los espectadores.

Lo último, el brindis, la habitual correspondencia de saludos con los colegas y posteriormente la celebración con algunos cineastas en las cercanías, en el siempre grato Café Cinema de la calle 19 con carrera tercera. Definitivamente como dicen los rusos: “nunca confíes en alguien que no habla ni que no toma”. El alcohol, al igual que el dinero y un balón de fútbol debe tener el dominio de uno, no al revés. Y el trago saca a la luz quien le sirve y quien no.

Conclusión: proyectos, una reunión de comunidad y una necesidad urgente de la existencia de otras narrativas y otros espacios diferentes en el cine nacional tanto en dimensión comercial como en la independiente … .sobre todo la independiente.

Ni Derechos Humanos es tener un dominio de verdad absoluta sobre el lenguaje ni arte es poner cánones ni prejuicios en torno a las narrativas que favorezcan a un gobierno temporal y una ideología.

Ojalá el precio que tuvo que pagar el Festival solicitando apoyo a RTVC al perderse el apoyo de USAID -y a la falta de cultura de ahorro y sostenibilidad en los procesos de izquierda- no vaya más allá de 2026.

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Puntillas: Se me notificó desde el Instituto de Participación y Acción Comunal-IDPAC de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. que después de casi dos meses ha quedado ratificado el proceso electoral celebrado en junio para las elecciones de instancias participativas de la Mesa de Trabajo de Políticas Públicas para Medios de Comunicación Comunitarios de la ciudad. Soy primer suplente por los medios TICs, como Al Poniente. Esos medios nativos digitales, que durante 14 años me ha dado la oportunidad de comunicar ideas y entrar a un mundo de reportajes. Por esta razón, sin promesas, sin un programa sobrediagnosticado sobre la situación formativa, económica, de bienestar y vivienda, desde la capital de la República y con la experiencia de esos mismos 14 años comunicando, en la Función Pública, en la crítica social y la veeduría ciudadana, apoyar en Bogotá el subir un poco los indicadores de una mejor manera.

Pero el trabajo no se puede hacer solo. Las instituciones, los mismos consejeros colegas y los medios deben ceder las barreras actuales internas para que el periodismo y las comunicaciones tengan una nueva vida en estos tiempos de incertidumbre general.

Gracias a los que han creído en mí. Gracias Bogotá, Gracias Antioquia.

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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