Resumen Económico de la Semana del 08 al 12 de Septiembre de 2025

Resumen Ejecutivo

La semana estuvo marcada por un delicado equilibrio entre estímulo monetario, tensiones fiscales y riesgos geopolíticos que condicionan la dirección de la economía global.

En Estados Unidos, la inflación contenida (2,9% interanual) y el deterioro del mercado laboral consolidaron la expectativa de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. La caída en la confianza del consumidor y un déficit fiscal creciente reflejan que la Fed tiene margen para actuar, aunque con el riesgo de erosionar credibilidad si el estímulo es excesivo.

En Europa, el BCE declaró concluido el proceso desinflacionario y mantuvo la tasa de depósito en 2%. Sin embargo, la rebaja de la calificación de Francia y los desequilibrios fiscales internos evidencian fragilidad en la eurozona, mientras el Reino Unido enfrenta estancamiento y presión de ajuste fiscal.

En Asia, persisten los contrastes: China combina resiliencia industrial con deflación y caída de exportaciones; Japón muestra debilidad manufacturera pese al repunte puntual del consumo; e India mantiene estabilidad gracias a una inflación controlada. El denominador común es la vulnerabilidad ante la desaceleración global.

En Latinoamérica, México reforzó su atractivo con la ratificación del grado de inversión por S&P, mientras Brasil lidió con presiones fiscales y deflación puntual. En Colombia, el recorte del presupuesto 2026, la tensión en la reforma tributaria y la emisión récord en euros marcaron la agenda, aunque la confianza del consumidor y los choques en infraestructura y salud revelan fragilidades estructurales.

Los mercados financieros oscilaron entre récords en Wall Street, volatilidad europea y rezago colombiano. El dólar global se debilitó por expectativas de la Fed, mientras el peso colombiano lideró en la región. El petróleo repuntó tras tensiones en Rusia, el oro y el cobre marcaron nuevos máximos, y el café colombiano se consolidó como activo estratégico.

En la Columna Final, John Locke reaparece como recordatorio de que inversión y confianza solo prosperan donde las reglas son claras, la propiedad está protegida y el poder se encuentra limitado.

Conclusión: La economía global transita entre la promesa de estímulo y las fragilidades fiscales y políticas. La capacidad de cada región para administrar este balance con credibilidad institucional será decisiva en la configuración del ciclo 2025–2026.

 

Estados Unidos

La economía estadounidense se encuentra en un punto de inflexión en el que la combinación de una inflación contenida y un mercado laboral debilitado ha reforzado las expectativas de una pronta flexibilización monetaria. En agosto, el IPC interanual repuntó hasta el 2,9% (vs. 2,7% en julio), mientras que la inflación núcleo se mantuvo estable en 3,1%. A nivel mensual, ambas medidas avanzaron un 0,4%, evidenciando cierta persistencia de las presiones en servicios, particularmente en vivienda (3,6%), pero sin señales de un traslado inflacionario significativo derivado de los nuevos aranceles. De hecho, las empresas han absorbido parte de los mayores costos, limitando el impacto final sobre los consumidores.

El dato más sensible vino del frente laboral. Las solicitudes iniciales de subsidio por desempleo escalaron a 263 mil, el nivel más alto desde octubre de 2021, acompañado de una revisión a la baja en las nóminas no agrícolas. Este deterioro confirma que la economía se está enfriando, reduciendo presiones salariales y respaldando la visión de que la Reserva Federal cuenta con espacio para actuar. El mercado descuenta con una probabilidad del 93% un recorte de 25 puntos básicos en la reunión del próximo 17 de septiembre, e incluso proyecta hasta seis bajas adicionales a lo largo de los próximos doce meses.

Los efectos ya se reflejan en la economía real: la tasa hipotecaria a 30 años registró su mayor caída semanal en un año, situándose en 6,35%, mientras los bonos del Tesoro a 10 años perforaron el umbral del 4%, con descensos más pronunciados en los tramos cortos de la curva. En paralelo, la confianza del consumidor de la Universidad de Michigan retrocedió en septiembre hasta 55,4 puntos, frente a 58,2 en agosto, acentuando la percepción de fragilidad económica y elevando las expectativas de inflación a cinco años hasta 3,9%.

En el frente fiscal, el déficit acumulado del año fiscal se amplió un 4% y alcanzó los US$1,97 billones, lo que mantiene la presión estructural sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas. Este escenario se da en un contexto político en el que la Casa Blanca busca compatibilizar crecimiento con disciplina fiscal, mientras el presidente Trump intensifica su influencia sobre la Fed de cara al relevo de Jerome Powell.

El sector energético refleja otra cara de esta coyuntura: la caída del precio del petróleo —provocada por el aumento de producción de la OPEP+ y por los aranceles que encarecen insumos clave como el acero— ha golpeado a las petroleras estadounidenses. Firmas como Chevron y ConocoPhillips han anunciado recortes masivos de personal, mientras la producción en la Cuenca Pérmica se desacelera. La EIA prevé que el crudo se sitúe en torno a los 50 dólares por barril en 2026, frente a los 68 de agosto de 2025, lo que anticipa mayores ajustes en la industria.

Conclusión
El panorama de Estados Unidos revela una economía en desaceleración que ofrece margen a la Reserva Federal para adoptar un giro monetario expansivo, con recortes de tasas que podrían acumular hasta 150 puntos básicos en el próximo año. Sin embargo, este viraje no está exento de riesgos: un estímulo excesivo podría comprometer la credibilidad del banco central y reactivar presiones inflacionarias. El equilibrio entre atender la fragilidad laboral y preservar la estabilidad de precios será determinante no solo para el desempeño interno, sino también para la confianza global en la deuda soberana estadounidense. La dinámica fiscal y el pulso político con la administración Trump añaden complejidad a un escenario donde lo monetario y lo estructural convergen en un dilema de gran alcance.

 

Europa

La Eurozona avanza hacia una etapa de estabilización monetaria tras la decisión unánime del Banco Central Europeo (BCE) de mantener la tasa de depósito en 2,00% por segunda reunión consecutiva. Christine Lagarde declaró que el proceso desinflacionario “ha concluido”, con una inflación proyectada del 2,1% y un crecimiento del PIB revisado al alza hasta 1,2% en 2025. El BCE, sin embargo, evitó comprometerse con una senda estable de tipos, reiterando que las decisiones se evaluarán “reunión a reunión” en función de los datos. Los mercados, en consecuencia, descartan recortes adicionales en 2025, aunque mantienen abierta la posibilidad de ajustes puntuales en 2026.

Las proyecciones de inflación de Alemania (+2,2%), España (+2,7%) y Francia (+0,9%) confirman la convergencia hacia el objetivo del BCE, lo que refuerza la narrativa de estabilidad. Sin embargo, esta visión convive con fracturas fiscales que amenazan la cohesión del bloque. La rebaja de la calificación soberana de Francia por parte de Fitch —de AA- a A+— es un golpe simbólico y financiero. El país acumula una deuda pública del 113% del PIB y mantiene un déficit estructural cercano al 5,5%, incumpliendo de forma sistemática los criterios de Maastricht durante las dos últimas décadas. A ello se suma una creciente inestabilidad política: tres gobiernos en menos de dos años y una fragmentación parlamentaria que debilita la capacidad de aprobar presupuestos de consolidación fiscal. Este cuadro no solo eleva las primas de riesgo francesas, sino que también tensiona la arquitectura fiscal de la zona euro, dejando en evidencia la dificultad de imponer disciplina a sus principales economías.

El Reino Unido muestra un perfil paralelo de vulnerabilidad: en julio, el PIB se estancó (0% mensual) y la producción manufacturera cayó un 1,3%, reflejando una debilidad que, sumada al ajuste fiscal en curso, alimenta las expectativas de un recorte de tasas por parte del Banco de Inglaterra en noviembre.

En el terreno geopolítico, Estados Unidos ha incrementado la presión sobre Bruselas. La propuesta de Donald Trump de imponer aranceles del 100% a China e India por la compra de petróleo ruso desafía directamente a la Unión Europea a elegir entre alinearse con Washington o preservar su autonomía estratégica. Al mismo tiempo, figuras como Enrico Letta advierten que Europa corre el riesgo de convertirse en un actor secundario si no logra profundizar su integración de mercados y construir escala frente a los gigantes económicos de Asia y América.

Conclusión
La estabilidad monetaria proyectada por el BCE contrasta con la fragilidad fiscal y política de algunos de sus miembros, especialmente Francia, cuyo deterioro financiero amenaza con convertirse en un eslabón débil dentro de la eurozona. El bloque enfrenta un doble reto: consolidar la credibilidad fiscal interna y responder a presiones externas cada vez más agresivas, tanto desde Washington como desde Moscú y Pekín. Si Europa no acelera su integración y fortalece sus instituciones comunes, corre el riesgo de que la aparente calma monetaria de 2025 sea solo un paréntesis antes de nuevas turbulencias.

 

Asia

En China, la recuperación mantiene un carácter desigual. La producción industrial superó las expectativas, pero la debilidad de la demanda interna y la persistente crisis del sector inmobiliario continúan pesando sobre la actividad. En agosto, las exportaciones crecieron 4,4% interanual, pero con una clara desaceleración frente al 7,2% de julio. Particularmente preocupante fue la caída de las exportaciones hacia Estados Unidos (–33,1%), lo que refleja tanto la pérdida de impulso del acuerdo comercial bilateral como las crecientes restricciones a la triangulación de envíos. En contraste, las exportaciones de tierras raras se aceleraron, gesto que evidencia la intención de Pekín de estabilizar parcialmente la relación con Washington. Las importaciones avanzaron apenas un 1,3%, confirmando la fragilidad del consumo doméstico. Esta debilidad se refleja también en los precios: la inflación general volvió a terreno negativo en agosto (–0,4%), mientras que la inflación núcleo se mantuvo en un bajo 0,9%, síntoma de una demanda interna anémica y de la falta de confianza de los hogares.

Japón enfrenta un escenario igualmente complejo. La producción industrial se contrajo un 1,2% en julio, encadenando señales de debilidad en pedidos e inventarios. Sin embargo, el consumo de los hogares mostró un repunte del 1,4%, apoyado en la compra de automóviles (+28,5%) y el mayor gasto en electricidad derivado de la ola de calor. Aun así, los patrones de consumo reflejan cautela: el gasto en alimentos cayó 1,8%, y la sustitución de productos básicos por alternativas más baratas evidencia un ajuste defensivo en los hogares japoneses. La incertidumbre política interna añade un elemento de inestabilidad a una economía que depende de forma creciente de la demanda doméstica para sostener su dinamismo.

En India, la inflación interanual repuntó a 2,07% en agosto (vs. 1,55% en julio), en línea con lo previsto. El alza estuvo liderada por la energía y los combustibles (+2,43%), mientras que los alimentos registraron una caída de 0,69%. El dato confirma que las presiones inflacionarias permanecen contenidas, lo que da margen al Banco de la Reserva de India para mantener un tono acomodaticio en su política monetaria.

Conclusión
Asia muestra un panorama fragmentado. China avanza con una producción industrial resiliente, pero sus exportaciones pierden fuerza y la deflación reaviva los llamados a un estímulo fiscal más robusto. Japón combina debilidad industrial con un consumo sostenido por factores extraordinarios, mientras la inflación contenida en India ofrece cierta estabilidad. El común denominador es la vulnerabilidad estructural frente a la desaceleración global y a las tensiones comerciales con Estados Unidos. La región necesita afianzar mecanismos internos de confianza —fiscal en China, político en Japón y monetario en India— para sostener un crecimiento que hoy luce frágil y dependiente de factores externos.

 

México y Brasil

En México, la economía recibió un espaldarazo con la ratificación de su grado de inversión por parte de Standard & Poor’s, que mantuvo la calificación en BBB con perspectiva estable. La decisión refleja confianza en la disciplina fiscal, la autonomía del Banco de México y la estabilidad institucional, pese a los riesgos contingentes asociados a Pemex y la CFE. Con una deuda neta proyectada cercana al 50% del PIB en 2025, la calificadora espera que la prudencia fiscal garantice acceso favorable a los mercados internacionales. El Gobierno de Claudia Sheinbaum capitalizó la noticia como una señal de respaldo a su estrategia económica, en momentos en que el Plan México busca aprovechar la relocalización de inversiones (nearshoring) para atraer capital extranjero.

En paralelo, la inflación interanual repuntó ligeramente en agosto al 3,57%, todavía dentro del rango objetivo de Banxico (3% ±1). La inflación subyacente, sin embargo, se mantuvo elevada en 4,23%, lo que obliga a un tono de cautela en la política monetaria. El mercado descuenta un recorte de 25 p.b. en la reunión de septiembre, tras la reducción previa que llevó la tasa de referencia a 7,75%. En este marco, la administración Sheinbaum ha intensificado su agenda comercial: el Paquete Económico 2026 incluye un aumento de aranceles del 20% al 50% para más de 1.400 fracciones de importación procedentes de países sin tratados de libre comercio, medida que impactará principalmente a China y busca reducir un déficit comercial estructural. La iniciativa ha sido calificada de proteccionista por Pekín, pero la presidencia insiste en que se trata de una estrategia de desarrollo económico y protección de la industria nacional.

En Brasil, el panorama combina señales mixtas. El Índice de Precios al Consumidor (IPCA) sorprendió en agosto con una deflación de –0,11%, la primera en un año, impulsada por la caída de la electricidad (–4,21%) y de alimentos (–0,46%). Aunque el alivio favorece a los hogares, la inflación acumulada en 12 meses se mantiene en 5,13%, por encima del rango de tolerancia del Banco Central, lo que limita la posibilidad de una relajación monetaria más agresiva. Analistas advierten que la caída responde en gran medida a factores puntuales, como descuentos energéticos vinculados a Itaipú, por lo que se trata más de un respiro temporal que del inicio de un ciclo sostenido de menor inflación.

En el frente comercial, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva reafirmó la importancia del acuerdo Mercosur–UE, tras más de dos décadas de negociaciones. Lula advirtió a Ursula von der Leyen que las salvaguardas agrícolas propuestas por Bruselas no pueden alterar los términos pactados en diciembre de 2024. El tratado, que abarca un mercado de más de 700 millones de consumidores, se perfila como un acuerdo estratégico para reforzar la autonomía regional, aunque aún enfrenta resistencias políticas, especialmente de Francia. La ratificación definitiva se espera hacia finales de 2025, con entrada en vigor interina en 2026.

Conclusión
Las trayectorias de México y Brasil ilustran la divergencia regional: mientras México consolida confianza internacional gracias a la prudencia fiscal y avanza en una agenda comercial más asertiva frente a China, Brasil enfrenta una dinámica inflacionaria incierta y un pulso político con la Unión Europea por el futuro del Mercosur. Ambos países, no obstante, comparten el reto de convertir su estabilidad relativa en crecimiento sostenible, en un contexto donde la presión externa —ya sea de aranceles o de exigencias regulatorias europeas— marcará la capacidad de América Latina para sostener su competitividad en la economía global.

 

Colombia

Colombia enfrenta una creciente tensión entre política fiscal y monetaria. Mientras el Gobierno insiste en una senda expansiva que eleva el riesgo país, el Banco de la República mantiene un tono restrictivo, limitando la posibilidad de recortar tasas de manera más agresiva pese a la fortaleza del peso.

La discusión presupuestal dominó la agenda económica de la semana. El Presupuesto General de la Nación 2026, inicialmente proyectado en $557 billones, fue reducido en $10 billones tras las conversaciones entre el ministro de Hacienda, Germán Ávila, y sectores del Congreso, quedando en $547 billones. En paralelo, la meta de recaudo de la reforma tributaria pasó de $26,3 a $16,3 billones. Sin embargo, el debate legislativo se vio interrumpido por falta de quórum, lo que genera el riesgo de que el presupuesto sea aprobado por decreto, como ocurrió en 2025, en un escenario catalogado por la oposición como “dictadura fiscal”. El Congreso tiene plazo hasta el 15 de septiembre para consensuar una cifra definitiva.

En la reforma tributaria, el Gobierno abrió la puerta a revisar tributos polémicos, como el IVA a la gasolina y al diésel, así como gravámenes a juegos de azar y licores. También se evalúa el impuesto a boletas de espectáculos por encima de $500.000, mientras que se mantiene sin cambios la propuesta sobre renta y patrimonio de personas naturales, considerada esencial para la progresividad del sistema.

En el frente fiscal y financiero, el país logró un hito con su regreso al mercado europeo de deuda tras una década. La emisión de €4.100 millones en bonos globales con vencimientos en 2028, 2032 y 2036 se convirtió en la mayor colocación en euros realizada por Colombia, con tasas promedio de 4,741%. La operación incluyó la recompra de €715 millones en bonos 2026, aliviando presiones de corto plazo y diversificando el portafolio más allá del dólar. Según Hacienda, la demanda récord confirma la confianza internacional en la gestión técnica de la deuda.

En materia social, el Ministerio de Hacienda giró $656.167 millones entre julio y septiembre para cubrir obligaciones pensionales de las regiones, con un acumulado de $1,55 billones en 2025. Estos desembolsos refuerzan el compromiso de garantizar la sostenibilidad de la seguridad social territorial tras la Ley 2468 de 2025.

No obstante, las tensiones económicas también se reflejaron en la confianza de los hogares. El Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo cayó de 5,3% en julio a –2,4 % en agosto, con retrocesos en cuatro de las cinco principales ciudades y una fuerte caída en la disposición de compra de bienes durables. Aunque la disposición a adquirir vivienda mostró una leve mejoría, la intención de compra de vehículos se redujo a –44,1%.

Los factores internos que también marcaron la coyuntura. El cierre de la Vía al Llano por deslizamientos disparó entre 25% y 40% los precios de frutas y tubérculos en Bogotá, presionando el costo de vida urbano y afectando a pequeños comerciantes. En paralelo, la Unión Sindical Obrera (USO) exigió reabrir el debate sobre el fracking en el marco del Foro de Petróleo y Transición Energética, argumentando que proyectos como el pozo Komodo 1 en el Caribe podrían garantizar entre 20 y 30 años de gas para Colombia, reduciendo la dependencia de importaciones.

La semana cerró con un fuerte pronunciamiento presidencial. El mandatario Gustavo Petro declaró que “no voy a salvar a las EPS” en referencia al deterioro financiero de la Nueva EPS, luego de que la Contraloría revelara ocultamientos contables por $5 billones en 2023 y facturas pendientes de más de $13 billones. Petro reiteró que el modelo de aseguramiento privado no puede seguir administrando recursos públicos, reactivando el debate sobre la reforma a la salud.

En contraste con las tensiones internas, el Gobierno anunció la reactivación del Acuerdo de Asociación Económica (EPA) con Japón, suspendido en 2021. El pacto busca diversificar exportaciones hacia Asia en sectores como agroindustria y energías renovables, y atraer inversión nipona en salud, logística y aeronáutica. Empresas como Sojitz y Mitsubishi ya manifestaron interés, mientras Colombia promueve café y aguacate Hass como productos insignia.

Conclusión
Colombia atraviesa un delicado equilibrio entre expansividad fiscal, rigidez monetaria y creciente presión social. El pulso entre el Ejecutivo y el Congreso sobre el presupuesto y la reforma tributaria definirá la sostenibilidad de las finanzas públicas en 2026. Aunque el regreso al mercado europeo de deuda fortalece la confianza internacional, la caída en la confianza del consumidor, los choques logísticos internos y la crisis del sistema de salud exponen vulnerabilidades estructurales. El reto inmediato será evitar que las tensiones fiscales y políticas erosionen la credibilidad institucional, al tiempo que se consolida una estrategia de crecimiento que combine disciplina, diversificación y cohesión social.

 

Renta Variable

El mercado accionario colombiano cerró la semana en terreno negativo. El MSCI Colcap retrocedió –0,48%, hasta 1.845,61 puntos, en un contexto donde los analistas de Bank of America reiteraron que los descuentos estructurales en las acciones locales persisten, a pesar de las valorizaciones acumuladas en lo corrido del año. La jornada estuvo liderada en volumen por PF Cibest (COP $36.009 millones), seguida por Ecopetrol (COP $25.832 millones) y Grupo Argos(COP $8.119 millones). En el frente de valorizaciones, se destacaron Nutresa (+9,39%), BVC (+2,04%) y Terpel (+2,00%), mientras que las mayores caídas correspondieron a Celsia (–2,07%), Grupo Energía de Bogotá (–1,85%) y PF Grupo Sura (–1,21%).

A nivel internacional, las bolsas registraron un comportamiento mixto. En Estados Unidos, el S&P 500 y el Dow Jones cedieron levemente, mientras que el Nasdaq avanzó gracias al repunte de tecnológicas. La semana estuvo marcada por expectativas de política monetaria: los datos de empleo débiles y la inflación en línea con lo previsto reforzaron la probabilidad de un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal en septiembre, lo que alimentó máximos históricos en Wall Street. En este marco, la atención empresarial se concentró en Warner Bros Discovery, que subió más de 45% en dos jornadas tras rumores de una oferta de compra por parte de Paramount-Skydance, y en Oracle, que se disparó +25,51% tras un megacontrato con OpenAI que afianza su rol en la infraestructura de IA generativa.

El apetito por activos de crecimiento también se reflejó en Alibaba (+14,37%), que reforzó sus planes en inteligencia artificial con chips propios, mientras que Synopsys se desplomó –28,87% luego de revisar a la baja sus proyecciones y anunciar un recorte de 10% en su plantilla por la debilidad en China.

En Europa, los principales índices repuntaron con excepción del DAX alemán, afectado por la incertidumbre política en Francia. El BCE mantuvo su tasa de depósito en 2,0%, decisión interpretada como ligeramente restrictiva, lo que impulsó una apreciación del euro y un repunte de los bonos alemanes. Las primas de riesgo periféricas se redujeron, mientras el IBEX español lideró las alzas. En paralelo, las tensiones geopolíticas escalaron tras la entrada de drones rusos en Polonia y la invocación del artículo 4 de la OTAN, recordando que la volatilidad sigue siendo un factor latente en el mercado europeo.

Conclusión
La renta variable global mostró contrastes: en Colombia, persiste el rezago estructural pese a la liquidez en algunos títulos; en EE. UU., la expectativa de un recorte de tasas impulsó récords históricos y casos empresariales emblemáticos en tecnología y medios; y en Europa, la estabilidad de corto plazo convive con riesgos políticos y geopolíticos. El denominador común es que los flujos hacia activos de riesgo siguen condicionados por la trayectoria de la inflación y las decisiones de los bancos centrales, lo que mantendrá la volatilidad como rasgo estructural en los próximos meses.

 

Renta Fija

Los mercados de deuda soberana presentaron una semana de ajustes al alza en los rendimientos, en un entorno dominado por expectativas de política monetaria, emisiones corporativas y tensiones fiscales en Europa.

En Estados Unidos, los Treasuries reflejaron un repunte en las tasas, con el bono a 10 años acercándose al 4,1%. La curva 2s10s se re-empinó cerca de 3 pbs, en un movimiento asociado tanto al aumento en la oferta de deuda corporativa como a la expectativa de un recorte de 50 pbs por parte de la Reserva Federal antes de finalizar el año. El mercado de derivados SOFR continúa descontando este escenario con una probabilidad cercana al 100%.

En Europa, los bonos soberanos retrocedieron con fuerza, llevando al Bund alemán al 2,72% y al OAT francés al 3,50%, ambos en máximos de una semana. La presión vino del repunte en la inflación de la eurozona y del ruido político en Francia, tras la rebaja de calificación por parte de Fitch. Los gilts británicos también cedieron, con el 10 años en 4,66%, en un mercado condicionado por nuevas emisiones y dudas fiscales.

En Colombia, los TES en pesos registraron desvalorizaciones generalizadas tras varias jornadas de valorizaciones. Los rendimientos subieron entre 3,0 y 17,9 pbs, con el tramo largo liderando las pérdidas. Solo el TES 2058 se desacopló, mostrando una leve valorización (–1,8 pbs), mientras que las referencias de corto plazo (1 y 2 años) permanecieron estables. En los TES UVR, el comportamiento fue mixto, con variaciones entre –6,4 y +3,0 pbs. La pendiente de la curva se inclinó levemente, ampliándose los diferenciales 2s10s (+1,7 pbs) y 5s10s (+3,6 pbs). A nivel macroeconómico, el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, advirtió que el elevado déficit fiscal y la suspensión de la regla fiscal restringen la capacidad de aplicar recortes más agresivos en la tasa de intervención, pese a que su nivel real sigue siendo alto.

Conclusión
La renta fija global mostró una corrección sincronizada al alza en rendimientos, marcada por la expectativa de política monetaria en EE. UU., la incertidumbre fiscal en Europa y el ruido político en Francia. En Colombia, las desvalorizaciones en TES reflejan la vulnerabilidad local frente al deterioro de las cuentas públicas y al riesgo país, factores que limitan la flexibilidad del Banco de la República. La lectura estratégica es que los mercados de deuda seguirán condicionados por el binomio credibilidad fiscal – política monetaria, con implicaciones directas sobre la prima de riesgo y el costo de financiamiento soberano.

 

Divisas

El dólar estadounidense cerró la semana prácticamente estable en 97,6 unidades, limitado bajo la barrera de 98 y acumulando su segunda caída semanal consecutiva. La presión bajista estuvo determinada por el aumento en las solicitudes de subsidio por desempleo y la caída del sentimiento del consumidor a mínimos desde mayo, factores que reforzaron las expectativas de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Frente a sus pares desarrollados, el comportamiento fue mixto: avanzó 0,2% contra el yen, apoyado en un comunicado conjunto EE. UU.–Japón sobre estabilidad cambiaria; se mantuvo plano frente al euro en 1,17, en un entorno de pausa del BCE con tono más optimista; y osciló sin cambios relevantes frente a la libra y el dólar australiano, en un marco de cautela donde el sesgo estructural se mantiene negativo para el billete verde.

En Latinoamérica, el peso colombiano se consolidó como la divisa más fuerte de la región tras ganar 2,38% frente al dólar, cerrando en COP $3.894, su mejor nivel desde mediados de 2024. El movimiento estuvo respaldado por el debilitamiento global del dólar y un mayor apetito por riesgo hacia emergentes. Durante la semana, el USD/COP fluctuó entre COP $3.891 y COP $3.918, con un promedio de COP $3.906 y un volumen de negociación de USD $1.087 millones. En contraste, el peso argentino se mantuvo como la divisa de peor desempeño, con una caída de 4,86%, mientras que otras monedas regionales —como el peso chileno, el sol peruano, el real brasileño y el peso mexicano— también registraron ganancias, reflejando un tono favorable para la región.

El euro se mantuvo firme en torno a 1,1750 dólares, apoyado en la debilidad del dólar tras los datos de inflación y empleo en EE. UU., y en un BCE más restrictivo. El organismo dejó su tasa de depósito en 2% por segunda reunión consecutiva, con Christine Lagarde señalando que la economía se encuentra en una posición más equilibrada y que el proceso desinflacionario ha concluido. El banco elevó las proyecciones de crecimiento de la eurozona al 1,2% para 2025 y ajustó al alza las expectativas de inflación, reforzando la percepción de estabilidad monetaria y menor probabilidad de nuevos recortes de tasas en el corto plazo.

Conclusión
El mercado cambiario cerró con un dólar global debilitado, arrastrado por la expectativa de recortes de la Fed y datos macroeconómicos débiles en EE. UU. En contraste, el euro encontró soporte en un BCE más restrictivo y en una eurozona con proyecciones más favorables. En América Latina, el peso colombiano lideró las ganancias gracias a flujos hacia emergentes y un entorno externo propicio, mientras el peso argentino volvió a reflejar las fragilidades internas. El escenario confirma que las divisas seguirán dominadas por el balance entre expectativas de política monetaria y riesgos geopolíticos, con un sesgo estructural de debilidad para el dólar.

 

Commodities

El petróleo cerró la semana con un repunte cercano al 2%, impulsado por un ataque con drones al puerto ruso de Primorsk que interrumpió operaciones de carga y elevó los riesgos sobre la oferta de crudo. El Brent se ubicó en torno a USD 67,5 por barril, mientras el WTI rondó los USD 63,4, reflejando un mercado dividido entre factores bajistas y alcistas. Por un lado, el incremento de inventarios en EE. UU. (+3,9 millones de barriles) y las previsiones de la AIE y la OPEP+ de un superávit de oferta hasta 2026 ejercen presión a la baja. Por otro, las tensiones geopolíticas y la posibilidad de mayores sanciones a Moscú refuerzan la percepción de riesgos de disrupción en el suministro. El desenlace dependerá de la capacidad de China para absorber mayores flujos y de las decisiones de la Fed, cuyo eventual recorte de tasas daría soporte adicional a la demanda.

En los metales, el oro consolidó nuevos máximos históricos al alcanzar los USD 3.674 por onza, favorecido por la demanda de bancos centrales —particularmente China— y por la expectativa de recortes de tasas de la Fed, que aumentan su atractivo como activo refugio. El cobre, por su parte, superó los USD 10.068 por tonelada en la Bolsa de Metales de Londres, su nivel más alto en cinco meses, respaldado por la combinación de esperanzas de estímulos monetarios en EE. UU. y preocupaciones sobre el suministro en Indonesia y Perú.

En los agrícolas, la tendencia es divergente: el trigo en Chicago continúa bajo presión, cotizando en 518 centavos de dólar por bushel (contrato diciembre 2025), reflejo de una oferta abundante. En contraste, el maíz se fortaleció hasta 421 centavos por bushel para el mismo vencimiento. El café colombiano alcanzó un nuevo máximo histórico, con la carga de 125 kg de pergamino seco en COP $3.100.000, mientras la pasilla se sostuvo en COP $10.000 por kilogramo. En los mercados internacionales, los futuros de café se ubicaron en 397,25 centavos de dólar por libra, por debajo del récord de abril, pero aún en niveles elevados.

Conclusión
El mercado de materias primas refleja un escenario de alta volatilidad y polarización: mientras el petróleo se mueve entre presiones bajistas de oferta abundante y riesgos geopolíticos crecientes, los metales preciosos y básicos consolidan su fortaleza como activos estratégicos ante la expectativa de recortes monetarios y disrupciones de suministro. En el frente agrícola, el café colombiano sobresale con precios récord que refuerzan su relevancia global, en contraste con la debilidad estructural del trigo. En conjunto, el panorama confirma que la dinámica de los commodities está determinada tanto por los ciclos de oferta y demanda como por la geopolítica y las decisiones de política monetaria, factores que seguirán marcando la dirección de los precios en el corto y mediano plazo.

 

John Locke: del derecho natural a la arquitectura del capitalismo moderno

En el debate sobre las raíces del capitalismo y de la democracia liberal, el nombre de John Locke no puede ser pasado por alto. No se trató únicamente de un filósofo político, sino de un arquitecto intelectual de la modernidad económica, cuyas ideas siguen influyendo en la forma en que concebimos el mercado, el Estado y la relación entre ambos.

Locke aportó algo decisivo: una teoría de los derechos naturales —vida, libertad y propiedad— que no dependían de la gracia de un monarca ni de un Estado centralizado, sino de la condición humana. En términos económicos, este principio significó la legitimación de la propiedad privada como fundamento del orden social. Para Locke, la propiedad surge del trabajo: cuando un individuo mezcla su esfuerzo con los recursos de la naturaleza, adquiere un derecho legítimo sobre el resultado. Esta idea, que parece abstracta, fue la semilla de la economía de mercado: sin propiedad no hay contratos, sin contratos no hay comercio, y sin comercio no hay acumulación ni crecimiento.

Pero Locke no se detuvo allí. Al defender que el poder político debía estar limitado por el consentimiento de los gobernados, sentó las bases para lo que hoy llamaríamos seguridad jurídica: la confianza en que las reglas no se cambian de manera arbitraria y que los derechos adquiridos están protegidos. Es exactamente este principio el que diferencia a las economías capaces de atraer inversión y generar prosperidad de aquellas que se hunden en la discrecionalidad y la desconfianza.

En el terreno financiero, su influencia se deja sentir en un aspecto menos comentado: la teoría monetaria. Locke defendió la idea de que la estabilidad del dinero debía descansar en fundamentos sólidos (para él, en el metalismo y el respaldo en oro y plata), anticipando debates que siguen vivos en torno a la inflación, la disciplina monetaria y la credibilidad institucional de los bancos centrales. Lo que hoy discutimos en clave de independencia del banco central y de anclas nominales tiene un eco temprano en Locke.

Algunos lo han acusado de haber justificado las desigualdades del capitalismo naciente, pues su teoría de la propiedad sirvió para legitimar procesos de acumulación que excluyeron a muchos. Sin embargo, su visión no puede entenderse como una defensa del privilegio, sino como un intento de construir un orden en el que la libertad económica y política estuvieran entrelazadas. Su pensamiento fue, en ese sentido, la primera narrativa coherente que unió economía, política y derecho bajo un mismo marco racional.

Hoy, en un contexto de polarización política, tensiones fiscales y crisis de confianza en los mercados, Locke nos recuerda tres cosas esenciales: que el poder sin límites destruye la inversión, que la propiedad sin protección anula el desarrollo, y que el dinero sin credibilidad erosiona la cohesión social. Locke fue heterodoxo en su tiempo porque cuestionó el absolutismo, pero terminó siendo ortodoxo en la historia porque sus principios se convirtieron en la gramática básica de la democracia constitucional y del capitalismo global.

 

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Enrique Ariza

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