Creyeron la promesa de la gratuidad
confiaron en la falsa justicia social
la solución era redistribución
bailaron con esa nueva vieja canción.
Ignorantes todos de la verdad
de las ideas de la libertad
las cadenas del totalitarismo
se incrustan en ellos mismos.
Algunos dieron alarma
ni siquiera escucharon su alma.
Hambre y pobreza les dio su pereza
su ambición de ganancia
aprovechada por una idea rancia.
Los hijos huyen en manada
de una tierra desolada
por burócratas que no producen nada,
a servir a otros mundos
mientras los políticos
los quieren mudos.
Socialismo y comunismo
son lo mismo,
veneno lento
que mata rápido.
Este poema apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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