En la narrativa oficial, la permanencia de Nicolás Maduro en el poder se debe a su férrea estructura de control político interno. Sin embargo, al analizar el tablero internacional, surge una pregunta incómoda: ¿realmente a Estados Unidos le conviene la salida inmediata de Maduro?
La respuesta, aunque sorprenda, parece ser no. Y el motivo principal no es Caracas, sino Ciudad Guayana el territorio del Esequibo.
El esequibo se ha convertido en la joya energética de América. Los descubrimientos petroleros liderados por ExxonMobil la proyectan como uno de los países con mayor producción per cápita de crudo en el mundo. Ese petróleo está en aguas en disputa con Venezuela. Y es precisamente allí donde entra en juego la conveniencia de mantener a Maduro.
Mientras exista un gobierno sancionado, debilitado y con legitimidad cuestionada en Miraflores, Washington puede esgrimir el argumento de que la disputa territorial es poco más que un capricho de un régimen autoritario. Pero si mañana llegara a Venezuela un gobierno democrático aliado de Estados Unidos, ¿cómo justificar que se respalde a ExxonMobil en un territorio que históricamente y jurídicamente pertenece a Venezuela?
Sería políticamente insostenible.
De allí que Chevron siga operando en Venezuela bajo licencias especiales, manteniendo un canal de negociación mínimo, mientras ExxonMobil expande su hegemonía en el territorio que históricamente le pertenece a Venezuela y reafirmado por los mismos Estados Unidos entre 1.893 y 1.897. Pero ahora la ecuación es clara: primero consolidar el control del Esequibo, luego decidir qué hacer con Maduro.
Por ahora, los despliegues militares en el Caribe cumplen la función de distraer y presionar, sin que ello implique un desenlace inmediato en Caracas. El verdadero desenlace estará en El Esequibo, cuando ExxonMobil y Washington aseguren la explotación plena del Esequibo. Solo entonces el chavismo dejará de ser “útil” y la narrativa sobre Venezuela podría cambiar.
Lo cierto es que Maduro no sigue en el poder solo por la fuerza de su aparato interno, sino también porque resulta funcional a un libreto mayor escrito en Washington y ejecutado en Georgetown. La gran paradoja es que el destino del chavismo podría decidirse no en el Palacio de Miraflores, sino en los pozos petroleros del Esequibo.
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