ser parte de la guerra o empuñar las armas nunca será la mejor opción.
En una sociedad académicamente en estado de urgencias, cada vez con más jóvenes desinteresados en pasar por claustros universitarios y que por años enlistarse en las fuerzas regulares o ilegales se tornó en opción de vida laboral, siendo parte de una guerra cruel que gira en torno a intereses personales, aún hay quienes durante largas jornadas y noches de desvelo sueñan con obtener títulos profesionales como el de Médico, y entre esos estas tú, mi inspiración, mi amigo, mi primer hijo, mi soñador.
Ese a quien dedico estos renglones, pues mas allá de cualquier esfuerzo económico, estoy seguro que tomaste la mejor decisión; se que ha sido difícil, que se ha luchado en contra de adversidades y quizá de opiniones mal intencionadas como “para estudiar medicina se requiere de mucha plata”, “eso no es para todo el mundo”, entre otras.
Opiniones de unos que no creen en lo posible, en los resultados fruto del esfuerzo, en que soñar vale la pena y que intentarlo es cuestión de valientes como tú.
Te he visto llorar, esforzarte, trasnochar una y otra vez, estresarte por exigencias académicas, quiz y parciales, he sido testigo de pasar noches enteras y sus días sin dormir, verte como hoy es parte del panorama familiar, acompañado de tus apuntes y el infaltable café, inspiraste estas líneas.
Sin proponértelo me llevas en el tiempo diecinueve años atrás, momento en que pese a mi interés, no llegué a imaginar como sería el hoy, soñé en disfrutar de tu adolescencia y acompañarte en tu primer día de universidad, pues siempre me propuse no repetir historias de las que no vale la pena hablar y mucho menos entregar un hijo a una de las fuerzas armadas del Estado, como seguramente lo haría cualquier militar o Policía, ello porque esta sociedad mal agradecida en la que, itero los intereses personales están por encima del dolor humano, no merece más jóvenes empuñando armas, no merece mas vidas en riesgo y mucho menos entregadas al dolor.
Pues bien, como lo soñé, hace dos años viví un momento inolvidable, TE ENTREGUÉ AL MARAVILLOSO MUNDO DEL CONOCIMIENTO, CON TODO Y ESCEPTICISMO, TE DEJÉ EN LAS PUERTAS DE LA UNIVERSIDAD, con plena seguridad que era la mejor decisión, que no había cifra económica que preocupara ante la emoción de verte ahí, en saco y corbata dando el primer paso hacia el pensamiento, con un propósito firme, verte médico y de esa manera entregarle a la sociedad además de un gran hombre, al mejor de los profesionales, ese que no precisamente nació en estratos sociales privilegiados, pero que conoce de sacrificios y de los buenos réditos del esfuerzo.
Han pasado varios semestres y aunque se te nota el desgaste propio de largas jornadas y noches de estudio, no has sido inferior al reto, tus calificaciones hablan de tu interés por lograrlo, justificando una y otra vez la inversión económica, eres la inspiración de otras personas y sin duda mi gran orgullo, nuestro gran orgullo.
A mi estilo quise dedicarte estas líneas recordándote que tienes henchido de orgullo mi corazón y responder a una de las tantas preguntas que en otrora hiciste, ser Médico cuesta el sacrificio de un equipo llamado familia, ese pequeño núcleo de cinco personas que desde el primer día creímos y soñamos en lograrlo, ser Médico cuesta noches de lectura, jornadas largas de conocimiento, perder un poco de peso como te ha sucedido y ganar algo de ojeras, ser Médico cuesta lágrimas, estrés y preocupaciones, ser Médico cuesta comprometer al máximo la memoria, ser Médico cuesta largos recorridos en transporte público soportando el tráfico Bogotano, ser Médico cuesta permanecer escasos de recursos y gastar lo estrictamente necesario, ser Médico cuesta ciertas limitaciones en la economía, ser Médico costará mil cosas más, pero nunca olvides que VALE LA PENA SOÑAR Y LOGRARLO CUESTE LO QUE CUESTE.
Gracias por intentarlo, gracias por pensar y creer diferente, gracias por soñar en grande, gracias por ser ejemplo de esfuerzo, gracias por creer en ti y en lo que puedes lograr, gracias por ser tú, gracias por aportarle a esta sociedad un joven interesado en formarse como profesional, enseñando a otros que no existe limitaciones económicas ni de ninguna índole para lograr sueños, gracias porque este país necesita de buenas personas como tú y gracias por creer en que entre todos lo haremos.
Sabes de sobra que siempre estaremos ahí para acompañarte en los momentos difíciles y para celebrar cada uno de tus triunfos, que la vida te siga acompañando en cada paso que des, que la luz de la sabiduría continúe resplandeciente en tu mente y corazón.
No olvides que esta sociedad agobiada por la violencia con hechos infortunados de jóvenes sacrificados en una guerra sin sentido, seguramente esperará lo mejor de ti, para seguir convencidos que las armas del estado o irregulares, NO DEBE SEGUIR SIENDO UNA OPCIÓN LABORAL Y MENOS DE VIDA.
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