Muerte asistida por razones de salud mental

Hace unos días tuve una breve conversación con un amigo, quien preguntaba por la medición del dolor para los casos de muerte asistida por razones mentales en Colombia. Debate que tiene a mi parecer, mayores filigranas que en los casos de enfermedad fisiológica, que implican tanto la dignidad de las personas como la capacidad del medio sanitario para atenderla, por lo que quisiera en esta columna dar algunas ideas desde el campo de la salud mental al respecto.

Lo primero es que dedicaré el espacio a las condiciones de salud mental que influyen en la idea de la asistencia de la muerte, sin abordar el debate a favor en contra de la eutanasia, ya que asumo de entrada que la posibilidad de la muerte digna, lejos de ser contraria a la idea o valor de la vida, hace parte intrínseca de la concepción de vida digna y mi deseo me lleva a asumir esta discusión como agotada.

El debate implica hacer una diferencia que es importante en el medio sanitario, salvo la atención del comportamiento suicida, la intervención en salud mental se enfoca casi que directamente en el abordaje del malestar y la recuperación de la capacidad de acción de los sujetos, no en la vida y su salvamento como ocurre en la medicina. Me atrevería a decir en esta lógica que la psicología (y la psiquiatría) tienen mayor cercanía con el concepto de salud de la posguerra, orientando su práctica al bienestar como centro de la intervención clínica y no la atención de la enfermedad, aunque discursivamente hay un acuerdo global frente al bienestar, el ejercicio práctico de la asistencia sanitaria plantea una relación directa entre medicina y enfermedad, diferente a la de la salud mental.

La diferenciación se vuelve importante en el tema de la muerte asistida, ya que uno de los argumentos principales de la eutanasia ha sido el desenlace ineludible de la muerte debido a una enfermedad intratable, si en salud mental inclusive trastabilla el concepto de enfermedad ¿Cuál es el fundamento homologable al necesario desenlace mortal? Acá para continuar se debe aceptar que la noción de bienestar, necesariamente contraria a la de sufrimiento cobra mayor relevancia que la idea de la vida, y que, la salud como discurso moral, incluye no solo el sostenimiento de la vida, sino, de la dignidad y con esta al igual que con el bienestar la ausencia del sufrimiento. Nos pone esto sobre la mesa no el desenlace mortal de la enfermedad sino el sufrimiento inevitable y permanente como foco de la discusión de la eutanasia por razones de salud mental.

Si la atención en salud mental busca atender el sufrimiento y la inevitabilidad de éste es el que podría abrir la puerta a la muerte asistida ¿Cuáles condiciones de salud mental llevan al sujeto a esta condición?  Acá es importante plantear también, que, pese a más de 100 años de investigación, intervención y acumulación de evidencia, en la actualidad no son poco comunes los casos en los que se ha intentado todas las intervenciones que han demostrado funcionar de orden psicoterapéutico, psicofarmacológico y de atención hospitalaria, tras años de atención no han logrado que los pacientes superen su sufrimiento.

Caso concreto ha sido el de la depresión refractaria, condición en la cual, pese a intervenciones combinadas entre psiquiatría, psicoterapia y otras terapéuticas sostenidas por años los pacientes tienen que vivir con su sufrimiento día tras día sin mayor esperanza de mejoría. Se ha abierto la puerta a tratamientos experimentales, toda vez que no hay base empírica que ayude a las personas que han querido seguir buscando ayuda, lo que muestra resultados prometedores para el futuro en algunos casos, pero debemos comprender desde el panorama de la salud, si la muerte asistida es una posibilidad en casos en los que el agotamiento por el padecimiento mental, sin garantía de tratamiento que devuelva el bienestar a las personas, es la opción a respaldar en los casos en los que quien padece prefiere morir de forma digna.

Esto abre otro detalle a resolver y es ¿cómo entender el consentimiento en una persona que prefiere morir dignamente, si la opción por la muerte auto infringida hace parte del diagnostico mismo de la condición clínica? El debate nuevamente tanto moral como técnico, ya que es necesario separar conceptualmente la elección por la muerte digna de la ideación suicida. En el primer caso tenemos los datos que demuestran que la intervención oportuna conlleva a la recuperación del bienestar y el deseo de vivir. Se requiere profundizar más cuando la ideación suicida es trascendida un deseo de morir con la dignidad que la ciencia y sus intervenciones no lograron devolverle al sujeto.

Juan Esteban Patiño

Psicólogo, Mg en psicología con énfasis clínico, docente Universitario en abordaje de temas como psicología clínica, uso de sustancias psicoactivas y salud pública.

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