No ahora, desde siempre. Israel es un Estado cimentado sobre la sangre del pueblo palestino, sobre sus cadáveres, sobre los escombros de sus ciudades y pueblos, sobre los desplazados hoy refugiados que alcanzan los 6 millones, sobre el hambre y la sed de su población histórica, inventado por el Imperio Británico, escriturado por Dios según el mítico Antiguo Testamento, al supuesto pueblo elegido.
Para poder poblar a Palestina los judíos tenían que ser, desde los inicios del sionismo, como lo plantea su creador Theodor Herzl en “El Estado Judío”[1] (1896), los victimarios: “Si, por ejemplo, nos viéramos en la situación de limpiar un país de animales salvajes, no lo haríamos al estilo de los europeos del siglo quinto. … sino que organizaríamos una gran cacería alegre, reuniríamos a las bestias y lanzaríamos una bomba de melinita sobre ellas”.
Esta idea constituye ya un proyecto genocida basado entre otras en la concepción de la supremacía del linaje hebreo frente a otros pueblos, lo que se lee más claro cuando en el mismo libro afirma Herzl que Israel prestaría un servicio de avanzada de la cultura contra la barbarie.
El trágico destino genocida de Israel quedó escrito desde el momento mismo en que se expresó en la declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917[2] durante el Mandato Británico, que Palestina sería el hogar del pueblo judío. Una decisión del poder imperial. No había y no hay otra manera de hacerse al territorio de otro pueblo distinta a desaparecerlo. Aniquilar a los palestinos y borrar la historia de Palestina fue desde siempre el objetivo del sionismo, y es hoy el objetivo de la mayoría de los judíos israelíes y de muchos judíos establecidos en otras partes del mundo.
Ese genocidio tomó apariencia de legalidad con la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU de 1947 que dividió el territorio palestino, dando a los judíos que apenas representaban un tercio de la población y eran propietarios de un 7% de las tierras, el 56,47% del territorio. Ocupación legitimada por Occidente entonces y ahora. No es de extrañarse que colonizadores genocidas europeos actuaran así, era, y sigue siendo con algunas variantes su modus operandi.
Churchill, un hombre de su tiempo, dijo ante la Comisión Peel en 1936, refiriéndose al levantamiento de los palestinos contra el Mandato Británico lo siguiente: “No admito que el perro en una pesebrera tenga el derecho final a la pesebrera, aunque haya estado allí durante mucho tiempo. No lo admito. No admito, por ejemplo, que se haya hecho un gran daño a los indios rojos de América, o a los negros de Australia. No admito que se haya hecho un daño a esas personas por el hecho de que una raza más fuerte, una raza de grado superior o, en todo caso, una raza más sabia mundanamente, por decirlo de esa manera, haya entrado y tomado su lugar”[3]. Así pensaban los imperios, los grandes hombres del poder. Hitler no fue la excepción, también era un hombre de su tiempo.
El genocidio que hoy vemos en vivo y en directo, no solamente en Gaza sino también en Cisjordania y en Jerusalén del Este es la continuación del que se inició en el siglo XIX y que en este momento es posible gracias a la complicidad de varios países europeos y de los Estados Unidos que el 14 de mayo de 1948 reconoció al Estado de Israel, exactamente a los 11 minutos de su declaratoria por parte de Ben-Gurion. Fue Harry S. Truman, el mismo que ordenó lanzar las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki quien hizo tal reconocimiento.
Un genocidio no es un crimen que se comete en un momento: es un proceso. Ese proceso, como lo explica la organización judía B’Tselem[4] en el informe denominado “Our Genocide”[i] publicado el pasado mes de julio, tiene un desarrollo gradual que puede ser de años, y a lo largo del mismo se van creando las condiciones para que un régimen como el que desde hace décadas impuso Israel a Palestina se haga genocida, y sea acompañado en ese proyecto por la sociedad.
Las condiciones legales, sociales y políticas que posibilitan el genocidio, dice el informe, fueron creadas por el Estado de Israel a lo largo de su existencia y aunque en el caso de Israel influyen otros factores, esas condiciones son básicamente tres: “(i) un régimen de apartheid que incluye la separación, la ingeniería demográfica y la limpieza étnica: (ii) la deshumanización y conceptualización de los palestinos como una amenaza existencial para los israelíes; (iii) el uso de la violencia sistemática e institucionalizada contra los palestinos acompañada de la impunidad de facto de los perpetradores”.
La limpieza étnica de Palestina se ha desarrollado por Israel usando como método el colonialismo mediante asentamientos, para cuyo establecimiento es imprescindible la violencia y la total deshumanización del otro. Es muy impactante ver, y es posible hacerlo a diario en las redes sociales la forma en que llegan los colonos protegidos por el ejército de Israel, armados, equipados con buldóceres[5] a demoler las viviendas sin que les importe si sus habitantes están adentro o no, a incendiar las casas, sin que les conmueva el llanto de las madres y los niños, y la forma en que asesinan a quienes se opongan a sus acciones.
Muchos de esos colonos son fanáticos religiosos[6] que irrumpen en los lugares de los que van a apropiarse con sus payot (tirabuzones de pelo que se dejan caer al lado de la cara cumpliendo con el mandato bíblico que prohíbe afeitar los bordes de la cabeza -Levítico 19:27-), vistiendo el talit (chal con flecos, llamados tzitzit, anudados en las cuatro esquinas y representan los 613 mandamientos de la Torá -Deuteronomio 22:12-), tefilines (cajas pequeñas atadas con correas al brazo izquierdo y a la cabeza que contienen pergaminos con algunos versos de la Torá -Éxodo 13:1 – 10 y 13:11- 16 y Deuteronomio 6:8-). Las mujeres cubren su pelo con turbantes, y tapan sus antebrazos, el cuello hasta los omoplatos y las piernas hasta las rodillas. Esos mismo hombres y mujeres que llegan a matar y a despojar en nombre de Dios y en nombre del derecho divino de los judíos de ocupar Palestina, rezan meciendo sus cabezas hacia adelante mientras golpean, destruyen, incendian, roban y asesinan.
Pueden verse también agrupados impidiendo el ingreso de camiones con ayuda humanitaria a Gaza. Se estima que el número de colonos judíos en los territorios ocupados ya llegaba a 700.000[7] en 2023[8] y aumentará con la decisión del Knesset de establecer la soberanía de Israel sobre Cisjordania, la cual -argumenta Israel-, se fundamenta entre otras en que “siglos y milenios antes del establecimiento del Estado de Israel, los patriarcas, profetas y fundadores de la nación judía vivieron y actuaron en esas regiones”[9]. Se les olvida que los palestinos siempre vivieron en ese territorio y que su presencia mayoritaria tiene 2000 años.
No critico de los colonos sus indumentarias, ni sus costumbres religiosas, cada religión tiene sus rituales. Me sobrecogen los actos que realizan en nombre de Dios y me horroriza que personajes como Netanyahu tengan el cinismo de tratar de fanáticos a quienes profesan el Islam teniendo en su propio país un gran sector de la población que justifica en la Torá y en los mandatos de Adonai el aniquilamiento de los palestinos. El mismo Netanyahu ha invocado las Sagradas Escrituras para justificar la expulsión y las masacres de palestinos. Lo hizo por ejemplo cuando se refirió al mandato divino de la Torá de aniquilar a los amalequitas, un llamado que en el contexto israelí significa la completa destrucción de los palestinos.
El periódico Haaretz[10] publicó el 26 de mayo pasado los resultados de una encuesta realizada a judíos israelíes. Estos son los datos:
En el análisis que hace Haaretz de la encuesta afirma que la retórica genocida antes confinada a los colonos extremistas, tiene hoy un gran apoyo del público por “la limpieza étnica, los asesinatos en masa y la venganza bíblica”. Debe decirse que para 2003, de acuerdo con el mismo medio, la idea de expulsar todos los árabes de Israel era soportada por el 45% de los israelíes. No es nuevo el ideal, pero ahora tiene más adeptos.
Dice el artículo que a la pregunta “¿Usted apoya la idea de que cuando se conquista una ciudad enemiga se debe actuar como hicieron los israelitas bajo Josué en Jericó -matando todos sus habitantes-?”, casi la mitad respondió sí. Más aún, el 93% cree que el mandato bíblico de aniquilar a los amalequitas todavía aplica.
Es espeluznante. Una sociedad enferma, dispuesta al exterminio de un pueblo al que por décadas ha encerrado, sitiado, subyugado, segregado, humillado y masacrado. Todo asquea: los soldados del ejército riendo a carcajadas y brindando mientras explotan a distancia un edificio habitado por civiles[11], como si se tratara de un juego digital; esos soldados poniéndose por encima de sus uniformes la ropa interior de las mujeres que acaban de asesinar[12]; esos soldados exhibiendo en las calles a hombres palestinos a quienes han desnudado[13]; repugnan los tiktokeros[14] judíos imitando de manera ultrajante a los palestinos.
Conmueve hasta lo más íntimo ver a la población muriéndose de hambre, ver niños que parecen esqueletos junto a sus madres desoladas ante la inminencia de su muerte[15]; ver el pabellón de la muerte construido por Israel y la Gaza Humanitarian Foundation (llamada por muchos como lo que realmente es, la Genocidal Humanitarian Foundation), estrecho camino de rejas y alambrados hacia el que disparan los francotiradores del ejército israelí por órdenes de sus superiores como lo han expresado ellos mismos[16]. Ya son más de 900 los asesinatos. Según el reporte de un médico inglés y su equipo de trabajo parece haber un patrón en las lesiones que se causan a los niños palestinos en ese pabellón de la muerte, un juego escalofriante: los lunes se les dispara al abdomen; los martes, a la cabeza o la nuca; los miércoles, a los miembros; los jueves, a los testículos.[17]
Siento arcadas, las mismas que cuando veo imágenes y películas de los campos de concentración a los que los nazis llevaban a los judíos. Las mismas que cuando veo las imágenes del pueblo alemán apoyando a Hitler con el saludo nazi.
Hay esperanza. De eso hablaré después, como lo haré sobre Hamas, grupo de resistencia a la infamia.
[1] The Project Gutenberg eBook of Der Judenstaat. Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage, by Theodor Herzl
[2] El ministro de Relaciones Exteriores Británico Arthur James Balfour al barón Lionel Walter Rothschild, líder judío sionista en Gran Bretaña, en la que se anuncia el apoyo del gobierno británico al establecimiento de un «hogar nacional» para el pueblo judío en la región de Palestina. Text of the Balfour Declaration
[3] Ali, Tarik. “Winston Churchill His Times, His Crimes”. Ed. Verso, Londres. 2023. P. 360
[4] Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados creado en 1989 por un grupo de destacados académicos, abogados, periodistas y miembros de la Knesset (parlamento de Israel).
[5] Este crimen no es nuevo. Hay que recordar que a Ariel Sharon, primer ministro de Israel entre 2001 y 2006 lo llamaban el “Buldócer”
[6] En Al Jazeera 🇮🇱 Israel’s Hilltop Youth: Thou Shalt Not Kill | Radicalised Youth – YouTube
[7] Palestine’s cycle of despair – New Statesman
[8] Who are Israeli settlers, and why do they live on Palestinian lands? | Israel-Palestine conflict News | Al Jazeera
[9] Knesset approves Israeli sovereignty in West Bank | The Jerusalem Post
[10] ‘Erase Amalek’: Poll reveals mass Israeli support for expulsion, genocide of Palestinians – TRT Global
[11] https://www.youtube.com/watch?v=JAT9NQ4WkE0
[12] https://youtube.com/shorts/Lk_vZMVjvPU?si=WQ6nktYIpWUQL_rw https://youtube.com/shorts/NQ_ykpQKt0o?si=yH_B–RNxcbjY-rF
[13] New video shows Israeli soldiers detaining Palestinian men at gunpoint #shorts – YouTube
[14] https://www.youtube.com/watch?v=_mwcFEpAYkU
[15] gaza images of children starving – Búsqueda Imágenes
[16] Israeli soldiers admit to deliberately turning Gaza aid distribution centers into “killing fields”
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