Una estrategia para erradicar la mortalidad infantil por desnutrición

Una de las mayores obsesiones que he tenido a lo largo de mi trayectoria ciudadana y política se encuentra en impulsar políticas que mitiguen y erradiquen el hambre. Para ello, se requiere -desde una perspectiva sostenible y de amplio alcance- de la participación del sector púbico, de la empresa privada y de la cooperación internacional. Y en esa lucha integral y articulada en contra del hambre se debe priorizar como objetivo central la erradicación de las muertes por desnutrición infantil.

En mi última campaña a la Asamblea Departamental consideré que el hambre era la principal problemática social en Antioquia. Con datos alarmantes para el año 2023, puesto que 1.7 millones de antioqueños y antioqueñas padecían de inseguridad alimentaria; y, según el Dane, Antioquia fue identificado como uno de los departamentos con mayor número de casos de desnutrición en la primera infancia. Ese año se registraron 17 muertes por desnutrición en niños menores de 5 años, un aumento con respecto a los 16 casos del 2022.

Por ello, propuse avanzar en una estrategia de Hambre Cero con medidas urgentes como una mayor inversión en los programas sociales, y en el caso de los niños y niñas, propuse la extensión del Programa de Alimentación Escolar (PAE) a los 365 días del año. No se puede escatimar esfuerzo para que la lucha contra el hambre sea un objetivo que nos una como sociedad.

Ahora bien, considero que el Programa Hambre Cero que viene liderando el Gobierno Nacional como una estrategia que une salud, agua, alimentos, educación y trabajo comunitario, ha tenido logros significativos. Siendo el más importante la puesta en marcha del Plan de Desaceleración de la Mortalidad por Nutrición que, con cinco líneas estratégicas relacionadas con el fortalecimiento de la infraestructura de salud, la dotación de equipos básicos, el transporte asistencial, la implementación del Plan Decenal de Lactancia Materna y la promoción de la economía popular como mecanismo de seguridad alimentaria, logró que la tasa de mortalidad infantil por desnutrición en el país cayera un 42 % entre 2022 y 2024.

A lo que se agrega la conformación de 10.000 Equipos Básicos de Salud con 89.000 profesionales que recorren pueblos, veredas y comunidades buscando a los niños que necesitan ayuda urgente. Y como dato mata relato: en La Guajira se registró una caída de 48 %, al pasar de 96 a 49 casos, y en Chocó y Vichada se logró una disminución, de 55,8 % y 12,8 % respectivamente.

La siguiente tabla lo ilustra con claridad.

Y no me cabe la menor duda de que se puede seguir avanzando. Con voluntad política, inversión y políticas sociales. Por ejemplo, en el fortalecimiento de la infraestructura hospitalaria el Gobierno Nacional ha invertido $1 billón en 127 municipios.

¡Y en Antioquia las muertes por desnutrición en niños menores de 5 años han disminuido un 78 % en 2025!

Avances importantes que se deben seguir consolidando y profundizando. Porque ningún niño debe ver truncado su proyecto de vida por el hambre. Seguir reduciendo la tasa de mortalidad infantil por desnutrición será uno de los mayores legados sociales del Gobierno del Cambio. Ya es un legado histórico.

Andrés Mesa

Ex Diputado de Antioquia
Abogado, especialista en derecho administrativo y magister en derecho.
Jefe Oficina Jurídica del INVIMA

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