“el rezago que tenemos con los países anteriormente mencionados se debe en parte a nuestro sistema educativo y por supuesto a ese dejo de cultura que aún tenemos del atajo”.
Me gusta ver siempre el vaso medio lleno, ver con optimismo la vida. Vivir con ilusión y la esperanza de que estaremos mejor. No me identifico con las personas pesimistas que todo lo ven negativo y trágico. Para mí, cada día es un regalo, una oportunidad; cada día, es a la vez, un día menos en este plano existencial. En ese sentido, me gusta una reflexión que le escuché hace días al ex presidente de Bancolombia Carlos Raúl Yepes, en la que decía que antes de acostarse a dormir siempre se preguntaba: “¿Si este día fuera último de mi vida, me moriría tranquilo?”.
La pregunta tiene sentido porque nos hace reflexionar si vivimos con plenitud, también nos invita a expresarle el cariño a los seres queridos, a dar lo mejor en nuestro trabajo, a vivir con propósito y conscientes del aporte que estamos haciendo a una mejor sociedad, también nos anima a luchar por nuestros sueños.
Hay quienes con pesimismo afirman que Colombia nunca podrá ser un país desarrollado y parte de este sustento está en comparaciones de nuestro país con otros que hasta medio siglo eran económicamente similares o incluso menos fuertes que Colombia pero que hoy son más sólidos y con mejores índices de calidad de vida como Singapur o Corea del Sur. ¿Qué hizo que estos países avanzaran más rápido y generaran mejores condiciones para sus habitantes que Colombia?
Sin duda, uno de los aspectos que no nos deja es la corrupción. Quien roba del erario no recibe penas ejemplarizantes, incluso quienes tienen experiencia en cómo hacerlo no dejan trazabilidad en sus “jugadas”.
Tema aparte, Colombia tiene todas las condiciones para ser una potencia mundial, posee un clima privilegiado que le permite cultivar diversos productos durante todo el año; dos mares que permiten tener conexión con el Atlántico y el Pacífico; su ubicación la hace un hub para conectar el sur con el norte de América; riquezas paisajísticas y abundantes recursos renovables y no renovables; además de gente buena: trabajadora, servicial y pujante.
A pesar de esto, siento que el rezago que tenemos con los países anteriormente mencionados se debe en buena medida a las brechas en el sistema educativo y por supuesto a ese dejo de cultura que aún tenemos del “vivo vive del bobo” que es el marco que sirve de excusa para la corrupción a todo nivel.
En el tema educativo, estos países le apostaron a una educación de calidad y pertinente desde temprana edad con énfasis en desarrollo tecnológico para que la teoría la materializaran desarrollando productos tecnológicos que el mundo demandara. De Corea del Sur son Hyundai, Samsung, Kia, LG. Mientras que este país transformó materias primas en productos tecnológicos, en Colombia seguimos teniendo como principales productos de exportación las materias primas como el petróleo, café, bananos, flores. Aún no tenemos productos estrella de exportación con valor agregado que le aporten significativamente al PIB.
Para transformar positivamente al país y convertirnos en una verdadera potencia mundial, hay que invertir profundamente en educación, que los colegios públicos sean completamente bilingües y equipados con herramientas y laboratorios tecnológicos para que desde temprana los niños apliquen sus conocimientos generando soluciones reales para sus territorios.
Se generarían más oportunidades, se cerrarían las brechas educativas y se sentarían las bases para un mejor futuro. Si otros han podido, nosotros también podemos hacerlo.
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