Resumen Ejecutivo
La semana del 07 al 11 de julio de 2025 estuvo marcada por una intensificación de las tensiones comerciales globales, tras el anuncio formal de la administración Trump sobre nuevos aranceles: 35 % a Canadá, 30 % a México y la Unión Europea, y 50 % a las importaciones de cobre, con entrada en vigor prevista para el 1 de agosto. Estas medidas, enmarcadas en una estrategia de reindustrialización y soberanía económica, reconfiguraron las expectativas de los mercados internacionales, los cuales reaccionaron con caídas moderadas en los principales índices bursátiles de EE. UU. (Dow Jones −279 puntos, S&P 500 y Nasdaq también en rojo), y con una alta volatilidad en divisas —particularmente el dólar— y en materias primas como el cobre.
Europa evalúa contramedidas por hasta 100 mil millones de euros, mientras Japón y Brasil enfrentan aranceles del 25 % y 50 %, respectivamente, en medio de presiones diplomáticas crecientes. En América Latina, el nuevo impuesto del 1 % a remesas en efectivo desde EE. UU. amenaza los ingresos de hogares en México y Centroamérica, mientras Brasil lidia con sanciones cruzadas que reavivan la polarización interna tras el escándalo judicial de Jair Bolsonaro.
En el plano local, la inflación en Colombia cayó a 4,82 %, lo que abre espacio técnico para nuevos recortes en la tasa de política monetaria. Sin embargo, el contexto sigue marcado por la crisis agrícola, una deuda externa que alcanza el 49,2 % del PIB y señales mixtas en inversión pública y privada. En los mercados, la renta variable y la renta fija global mostraron un tono cauto, el oro ganó terreno como activo refugio y el petróleo subió hasta los USD 66 por barril, impulsado por factores geopolíticos.
Este entorno de proteccionismo creciente, fragmentación comercial y vulnerabilidades macroeconómicas perfila un segundo semestre de 2025 desafiante. La capacidad de adaptación, la solidez institucional y la prudencia fiscal serán determinantes para mitigar los riesgos e identificar oportunidades estratégicas en medio de un orden económico internacional cada vez más volátil.
Como cierre de esta edición, la columna plantea una inquietud crucial: ¿es la emisión de deuda en francos suizos una jugada fiscal acertada o un riesgo cambiario latente? Un análisis técnico que invita a repensar las decisiones de financiamiento soberano en tiempos de alta volatilidad global.
Estados Unidos
La política comercial de Estados Unidos volvió a ocupar el centro del escenario tras una serie de anuncios de la administración Trump que escalaron significativamente la tensión arancelaria global. Durante la semana, se formalizaron incrementos arancelarios a múltiples socios comerciales estratégicos —Canadá, México, la Unión Europea, Brasil, entre otros— en un giro que reactiva la incertidumbre comercial e impone plazos perentorios para negociar nuevos acuerdos.
Trump notificó oficialmente que, a partir del 1 de agosto, se aplicará un arancel del 35 % sobre las importaciones provenientes de Canadá —específicamente para productos no cobijados por el USMCA—, en un intento por presionar reformas en control de narcóticos y reequilibrar el déficit comercial. La medida representa un endurecimiento respecto al arancel del 25 % anunciado durante el llamado Liberation Day el pasado 2 de abril. En paralelo, también se informó la imposición de un arancel del 50 % sobre las importaciones de cobre —en especial desde Canadá y China— bajo el argumento de soberanía industrial y reducción de dependencia estratégica.
México fue objeto de una carta oficial publicada en Truth Social, en la que el presidente anunció la entrada en vigor de un arancel general del 30 %, igualmente a partir del 1 de agosto. Aunque reconoció avances en la cooperación fronteriza, señaló el “fracaso” en contener los cárteles vinculados al tráfico de fentanilo como causa de fondo. Adicionalmente, advirtió que si México responde con aranceles equivalentes, estos se sumarían directamente al porcentaje estadounidense, elevando el riesgo de una escalada recíproca. En el mismo sentido, amenazó con imponer un arancel del 200 % a los medicamentos importados, aunque con una ventana de adaptación de hasta 18 meses para facilitar el regreso de plantas farmacéuticas al país.
A nivel multilateral, la Unión Europea recibió una misiva oficial con la notificación de un nuevo arancel del 30 % sobre sus exportaciones hacia Estados Unidos. El anuncio se enmarca en una estrategia que combina presión negociadora y plazos cortos: Bruselas cuenta hasta el 1 de agosto para evitar que la medida entre en vigor de forma definitiva. En respuesta, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reafirmó el compromiso con una solución negociada, pero dejó claro que la UE “tomará todas las medidas necesarias” si se afecta la integridad de sus cadenas de suministro. Las contramedidas europeas, valoradas inicialmente en 21 mil millones de euros y suspendidas desde abril, podrían reactivarse la próxima semana, mientras se evalúa un nuevo paquete de represalias sobre productos estadounidenses por 100 mil millones de euros.
Otros países también fueron objeto de notificaciones. Corea del Sur y Japón recibieron advertencias de aranceles del 25 %, mientras que Brasil fue sancionado con un arancel del 50 % en represalia política por el proceso judicial contra Jair Bolsonaro, aunque con opción de renegociación. Trump incluso planteó la posibilidad de establecer una tarifa base del 15 al 20 % para todos los países que no logren acuerdos bilaterales antes del primero de agosto. También se advirtió la aplicación de un arancel adicional del 10 % a aquellos países que, según la Casa Blanca, se alineen con las políticas de los BRICS “en contra de los intereses estadounidenses”.
Los mercados reaccionaron con cautela ante el endurecimiento del discurso comercial. El Dow Jones retrocedió 279 puntos el viernes, mientras que el S&P 500 y el Nasdaq también cerraron con caídas moderadas. Analistas del mercado —como TS Lombard y Morgan Stanley— advirtieron que el supuesto TACO trade, basado en la idea de que Trump siempre retrocedería ante las consecuencias de sus amenazas, está perdiendo vigencia frente a una política cada vez más estructurada de reindustrialización forzada vía presión arancelaria.
Cierre
La administración Trump ha dejado de utilizar los aranceles como simple táctica de presión para transformarlos en un instrumento estructural de política económica y geopolítica. El nuevo diseño comercial se basa en el principio de relocalización forzada, con incentivos regulados por la amenaza de sanciones. A corto plazo, esto podría impulsar la inversión doméstica en sectores estratégicos —como farmacéutico, tecnológico y metalúrgico—, pero también introduce distorsiones inflacionarias, tensiones diplomáticas y riesgos de fragmentación en el comercio global.
Para las economías afectadas, la disyuntiva es clara: renegociar sus condiciones de acceso al mercado estadounidense bajo presión o asumir un aumento súbito en los costos de exportación. Para Estados Unidos, el riesgo radica en las represalias que ya se están organizando en Europa y Asia, así como en el impacto fiscal y macroeconómico de aislar parcialmente sus cadenas globales de valor.
La cuenta regresiva hacia el 1 de agosto está en marcha, con Washington como epicentro de una nueva era de realineamiento comercial forzado. Las consecuencias, tanto para los mercados como para la arquitectura del comercio internacional, dependerán del equilibrio entre firmeza negociadora y capacidad real de ejecución.
Europa
La Unión Europea ha sido informada oficialmente de la imposición de un arancel del 30 % a sus exportaciones hacia Estados Unidos, que entrará en vigor el 1 de agosto de 2025. La decisión fue comunicada por el presidente estadounidense mediante cartas publicadas en Truth Social, dirigidas a la presidenta Ursula von der Leyen y a altos funcionarios europeos.
La medida se enmarca en una estrategia comercial agresiva que ya incluye aranceles sectoriales sobre acero, aluminio (50 %) y vehículos (25 %), junto con tasas del 20 % en otros productos desde abril. La tregua inicial concedida hasta el 9 de julio se había reducido temporalmente del 20 % al 10 % en determinados segmentos, pero ahora se extiende y endurece con el arancel general del 30 %.
Ursula von der Leyen advirtió que una tarifa de este calibre interrumpiría las cadenas de suministro transatlánticas esenciales, impactando empresas, consumidores y pacientes en ambos territorios. La Comisión Europea mantiene abiertas las negociaciones hasta el 1 de agosto, pero amenaza con contramedidas proporcionales, tanto las congeladas en abril por un valor de 21 000 millones de euros, como nuevas acciones por hasta 100 000 millones de euros.
Se espera que el lunes los ministros de Comercio de la UE mantengan una reunión extraordinaria en Bruselas para coordenar la respuesta. Mientras tanto, algunos funcionarios admiten que la acción de Trump podría ser una táctica de negociación, aunque el nivel del arancel del 30 % sugiere una escalada significativa.
Adicionalmente, el Reino Unido mostró signos de debilidad económica: en mayo, la producción industrial cayó un 0,3 % interanual y un 0,9 % mensual —frente a estimaciones de +0,1 % y –0,1 %, respectivamente —. Las cifras observadas siguen a una caída del 1 % en la producción manufacturera mensual, la más pronunciada en casi un año.
En Francia, el IPC general subió a 1,0 % interanual en junio (versus 0,7 % en mayo), superando el nivel armonizado (HICP) de 0,9 %, mientras que la inflación subyacente aumentó al 1,2 %.
Cierre
La imposición del arancel del 30 % marca un punto de inflexión en la dinámica transatlántica, donde la presión estadounidense se ha vuelto estructural y no meramente coyuntural. Las posibles contramedidas europeas, tanto las congeladas como las adicionales, configuran un clima de tensión en el que el resultado dependerá de la capacidad diplomática de la UE para asegurar un acuerdo antes del 1 de agosto.
La contracción en la producción industrial del Reino Unido y el repunte inflacionario en Francia refuerzan la vulnerabilidad regional ante un choque comercial. En este entorno, las autoridades del Banco de Inglaterra y el BCE deberán sopesar cuidadosamente el impacto macroeconómico de estas tensiones antes de tomar decisiones sobre política monetaria.
Europa está en la encrucijada de una negociación que bien podría redefinir el equilibrio del comercio internacional en el segundo semestre de 2025.
Asia
China se encuentra en plena preparación para la publicación de los datos del segundo trimestre, donde se espera que el crecimiento se modere a alrededor del 0,9 % trimestral, desde el 1,2 % del primer trimestre. Reuters señala que las proyecciones de crecimiento para todo el año se ubican en 4,6 %, por debajo del objetivo oficial de 5,0 %, lo que intensifica la presión para acelerar estímulos económicos—incluidas rebajas en tasas hipotecarias y apoyo al mercado laboral mediante incrementos en los reembolsos del seguro de desempleo—.
El sector inmobiliario sigue bajo estrés. Según registros de KPMG, la inversión en bienes raíces disminuyó 9,9 % interanual en el primer trimestre, aunque se observa cierta estabilización comparada con la caída previa de 10,6 %, lo que podría incentivar nuevas medidas de apoyo—como compras de vivienda por parte de autoridades locales o reducción de requisitos hipotecarios—.
En Japón, las alertas de la federación empresarial Keidanren alcanzaron un punto crítico tras el anuncio de aranceles del 25 % para sus productos a partir del 1 de agosto. El presidente Yoshinobu Tsutsui calificó la medida como “una acción unilateral en medio de negociaciones en curso” y advirtió que su impacto sería “más grave que cualquier otro anterior”, afectando la predictibilidad de inversiones y la rentabilidad de proyectos—además de presionar al primer ministro Ishiba a diversificar la dependencia de Estados Unidos.
El yen reaccionó con depreciación el martes después de que se confirmara la imposición arancelaria, situándose en niveles alrededor de 146,6 JPY por dólar, según Reuters. Aunque el debilitamiento cambiario podría aliviar el impacto sobre los exportadores, también eleva la presión inflacionaria interna en un momento en que el riesgo de desaceleración crece.
Estados Unidos ha programado una visita del secretario del Tesoro Scott Bessent a Osaka el 19 de julio, con expectativa de que se intensifiquen las negociaciones durante eventos de carácter bilateral y regional. Se anticipa que las conversaciones aborden tanto los aranceles como temas de monitoreo cambiario y seguridad energética.
Cierre
En Asia, se vive una escalada simultánea en dos frentes: China enfrenta la urgencia de reactivar su economía mediante estímulos focalizados en inmobiliario y empleo, mientras que Japón afronta la presión de un arancel protector que pone en cuestión su integración comercial con EE. UU.
En China, los datos del 2T. serán cruciales para validar si las medidas de estímulo implementadas están teniendo efecto real o si será necesario una intervención más profunda en infraestructura y demanda doméstica. En Japón, el desafío se centra en la viabilidad de un acuerdo comercial antes del 1 de agosto y en cómo Japón pueda ajustar su estrategia sin renunciar a la alianza estratégica con EE.UU.
América Latina
La aprobación en Estados Unidos de un impuesto del 1 % sobre remesas en efectivo —reducido desde propuestas iniciales del 5 %— ha encendido las alarmas en la región por sus implicaciones sociales, políticas y financieras. Aunque su aplicación se limita a pagos físicos y no afecta transferencias electrónicas, su impacto en los flujos de ingreso para millones de familias es inevitable. Solo en 2024, América Latina recibió más de USD 160.000 millones en remesas, de los cuales 96 % provinieron de EE. UU. en el caso mexicano.
Según estimaciones del Centro para el Desarrollo Global (CDG), México podría perder hasta USD 1.500 millones anuales, aunque el Banco de México aclara que casi la totalidad de los envíos se hace por vía electrónica, por lo que la afectación neta podría reducirse a USD 600 millones. En Centroamérica, el impacto será más significativo por la alta dependencia de estos flujos: en países como Nicaragua (27,6 % del PIB), Honduras (25,9 %), El Salvador (23,5 %) y Guatemala (19,5 %), las remesas constituyen el principal sustento externo y superan incluso la recaudación tributaria.
Expertos como Mario Campa y Ricardo Barrientos advierten que el impuesto puede provocar una desaceleración en la tendencia alcista de las remesas y aumentar el uso de canales informales, como pagos a través de terceros, tarjetas prepagadas o criptomonedas. Sin embargo, no se espera un colapso del sistema: muchas familias asumirán el costo adicional si esto significa mantener a flote el consumo básico, educación o acceso a medicamentos.
En el caso de Sudamérica, el impacto será más limitado. Colombia, que recibió USD 11.830 millones en 2024, podría experimentar una caída cercana a USD 66 millones. En Venezuela, el efecto es incierto por la falta de datos oficiales, aunque estimaciones de Ecoanalítica apuntan a un ingreso de USD 3.000 millones en remesas el año pasado —equivalente al 3 % de su PIB—, lo que sugiere que también enfrentará una presión leve pero creciente.
Por otro lado, Brasil quedó en el centro de un nuevo conflicto bilateral, tras el anuncio de Washington de imponer un arancel del 50 % a sus exportaciones a partir del 1 de agosto. Aunque la medida fue presentada como parte de la estrategia comercial general, la carta enviada por Trump al presidente Lula da Silva incluyó reclamos políticos explícitos, exigiendo el cese del juicio contra Jair Bolsonaro, a quien calificó como víctima de una “caza de brujas”. La reacción del gobierno brasileño fue categórica: Brasil no aceptará interferencias externas y se reserva el derecho a aplicar represalias arancelarias inmediatas.
La tensión se agrava por la falta de canales diplomáticos formales entre ambos gobiernos y la creciente divergencia ideológica. La Bolsa de São Paulo reaccionó con una caída del 0,5 % en el Ibovespa, mientras que la moneda local se depreció levemente frente al dólar. Algunos sectores industriales —particularmente el aeroespacial, cárnico y de commodities— podrían sufrir efectos directos si no se logra una salida negociada.
Cierre
La región enfrenta una doble presión: por un lado, un impuesto regresivo que afecta el ingreso de las familias más vulnerables y por otro, una creciente exposición a decisiones unilaterales de la Casa Blanca que combinan proteccionismo, tensiones geopolíticas y mensajes que refuerzan el discurso nacionalista del presidente Donald Trump. Si bien ni el impuesto a las remesas ni los aranceles a Brasil constituyen una amenaza macroeconómica inmediata, ambos reflejan una nueva arquitectura de relaciones hemisféricas más volátil, en la que los países de América Latina tendrán que fortalecer su autonomía estratégica, diversificar sus socios y proteger los canales financieros que sostienen el tejido social.
Colombia
En junio de 2025, la inflación anual se ubicó en 4,82 %, su nivel más bajo desde octubre de 2021, según el DANE, confirmando una mejora de más de dos puntos básicos respecto al mes anterior (5,05 %). El incremento mensual fue de 0,10 %, inferior al 0,32 % registrado en junio de 2024, lo que evidencia una tendencia de desaceleración más clara.
El comportamiento acumulado del primer semestre es especialmente relevante: 3,74 %, frente al 4,12 % del mismo período en 2024, lo que refleja una convergencia hacia la meta del Banco de la República.
En el desglose por sectores, los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas cayeron 0,08 %, gracias principalmente a una nueva baja en el precio de la papa, en tanto que aumentaron los servicios de restaurantes y hoteles (0,42 %), salud (0,36 %) y transporte (0,20 %).
Las expectativas monetarias se han ajustado: el Banco Central mantuvo la tasa de interés en 9,25 %, resaltando que la inflación aún está por encima del objetivo del 3 %, aunque muestra señales de convergencia; el Ministerio de Hacienda proyecta un cierre del año en torno al 4,5 %.
El informe de inflación creó un espacio técnico para un posible recorte gradual de tasas hacia finales de año, siempre que la convergencia persista.
El sector agrícola vive una crisis acentuada. La cosecha de arroz, estimada en 3 millones de toneladas, enfrenta una caída en los precios de compra por parte de los productores, ocasionada por exceso de inventario e ineficiencias regulatorias. El Gobierno evalúa medidas urgentes: regulación de precios, incentivos al almacenamiento, créditos y alivios para insumos — si no se actúa, se temen protestas y bloqueos regionales, el llamado “paro arrocero” —.
El Índice de Incertidumbre de la Política Económica (IPEC) se elevó a 280 puntos en junio, un ascenso de 56 puntos respecto al mes anterior, acumulando 81 meses por encima de su promedio histórico. Aunque las preocupaciones se enfocaron en seguridad y riesgos económicos, el IPEC refleja cierta moderación interanual.
La deuda externa alcanzó un récord de USD 207.828 millones en abril, equivalentes al 49,2 % del PIB, un nivel similar al del año anterior, tras un incremento del 5 % anual. La deuda pública subió a USD 116 .911 millones, mientras la privada creció casi 9 % hasta los USD 90.917 millones.
En el ámbito pensional, la Corte Constitucional suspendió temporalmente la Ley 2381, devolviéndola a la Cámara por vicios de procedimiento. Asofondos aclaró que los traslados ya realizados permanecen vigentes, y que el sistema actual (Ley 100) sigue en efecto hasta un fallo definitivo. El gremio solicitó que, de aprobarse, la implementación se postergue 60 días para evitar fallos operativos.
En construcción, la producción de concreto premezclado disminuyó 3,5 % en mayo, con una caída acumulada del 7,7 % interanual, afectada por el desplome de la vivienda de interés social (–14,5 %). En contraste, obras civiles avanzan con un crecimiento modesto del 1,1 % anual.
El sector fiduciario superó el umbral de $1.000 billones en activos, un progreso del 9,1 %. Representa el 57 % del PIB y se sitúa en el 61,8 % de los recursos de terceros administrados, cimentando una base financiera sólida para proyectos de infraestructura.
Por último, el acero enfrenta presión: la producción nacional cayó 6 % en los primeros meses del año, debido a importaciones en condiciones de competencia desleal y una demanda débil del sector construcción, que registra una contracción del 3,5 %. Esta situación amenaza más de 50.000 empleos vinculados a la industria.
Cierre
La moderación inflacionaria ofrece un respiro a los hogares y genera margen para que el Banco de la República explore recortes de tipos, en línea con la tendencia observada en otras economías de la región. No obstante, el fortalecimiento del IPEC, el aumento del endeudamiento externo y los retos estructurales —como la crisis del arroz y la fragilidad en la construcción y la siderurgia— demandan un enfoque integrado de política económica.
El país enfrenta ahora un escenario de dilemas simultáneos: consolidar la desinflación sin estrangular el crecimiento, sostener la estabilidad financiera sin subestimar la vulnerabilidad social, y avanzar en reformas pendientes sin agravar la incertidumbre política. La resiliencia de estos sectores será clave para encauzar el desempeño económico en el segundo semestre de 2025.
Renta variable
El mercado accionario colombiano cerró la semana en terreno positivo, con el índice MSCI Colcap subiendo 0,32 % hasta los 1.689 puntos, impulsado por un renovado apetito por activos del sector infraestructura y financiero. La acción de Conconcreto lideró las ganancias con un avance de 4,37 %, seguida por la preferencial de Grupo Sura (PFGRUPSURA), que subió 3,70 %, destacándose además por su alto volumen de negociación, cercano a los COP $3.587 millones. También sobresalieron los títulos de Mineros (+3,40 %) e ISA (+2,99 %), mientras que la acción ordinaria de Grupo Sura retrocedió 1,93 % en medio de tomas de utilidades tras recientes repuntes. El anuncio de Grupo Argos sobre la suspensión temporal de su programa de readquisición de acciones —como parte del proceso de escisión para la entrega de títulos de Grupo Sura— generó movimientos mixtos en el holding, reflejando tensiones técnicas entre liquidez, estrategia corporativa y expectativas de valoración.
En contraste, Canacol (CNEC) fue la acción con peor desempeño, cayendo 2,12 %, afectada por las dudas estructurales sobre su modelo de negocio en un entorno energético cada vez más incierto.
A nivel internacional, la renta variable se vio presionada por un recrudecimiento de las tensiones comerciales. En Estados Unidos, el Dow Jones perdió 0,63 %, el S&P 500 cedió 0,33 % y el Nasdaq retrocedió 0,22 %, revirtiendo parte de las ganancias previas. Pese al retroceso del viernes, el S&P 500 se mantiene cerca de sus máximos históricos, apoyado en expectativas de resiliencia corporativa y una temporada de resultados que arranca con proyecciones moderadamente optimistas: el consenso espera un crecimiento del BPA del 5,8 % para el segundo trimestre, tras haberse sorprendido al alza en los dos trimestres anteriores.
En Europa, el tono fue más defensivo. Las principales bolsas registraron caídas al cierre de la semana, afectadas por nuevas advertencias de Donald Trump sobre la posibilidad de imponer aranceles generalizados a sus socios comerciales. El Stoxx 600 cayó 1,1 %, el Euro Stoxx 50 bajó 1,0 % y el FTSEMIB italiano descendió 1,1 %, liderado por las pérdidas en Stellantis, UniCredit e Intesa Sanpaolo. No obstante, en el acumulado semanal, el Euro Stoxx avanzó 1,6 %, reflejando una relativa calma de fondo en ausencia de choques macroeconómicos.
En Asia, el comportamiento fue mixto, con señales de cautela por parte de los inversores ante el tono más agresivo de la política comercial estadounidense y la reconfiguración de los flujos globales de inversión.
En términos de política monetaria, las actas de la Reserva Federal confirmaron una división entre los miembros del Comité: si bien una minoría considera apropiado un recorte en julio, la mayoría estima que los tipos actuales están cerca del nivel neutral. El mercado sigue descontando dos recortes antes de terminar el año, en septiembre y diciembre. Por su parte, el BCE mantuvo ancladas las expectativas a un solo recorte adicional en 2025, llevando la tasa de depósito al 1,75 %.
En el mercado de divisas, el dólar ganó terreno frente al euro, con un avance semanal del 0,6 %, cerrando cerca de los 1,168 EUR/USD, respaldado por un entorno de aversión al riesgo y un diferencial de crecimiento favorable para EE. UU.
Cierre
La renta variable global inicia la temporada de resultados del segundo trimestre con una combinación de resiliencia técnica y fragilidad estructural. Las cifras corporativas serán clave para determinar si las valorizaciones actuales son sostenibles en medio de un entorno caracterizado por aranceles, política monetaria restrictiva y fragmentación comercial. En Colombia, el mercado bursátil continúa mostrando selectividad, con rotaciones tácticas hacia acciones defensivas y con liquidez, mientras el contexto político y la percepción de riesgo país siguen limitando la profundidad del mercado.
En este escenario, la estrategia de inversión exige equilibrio: aprovechar oportunidades puntuales sin perder de vista los riesgos sistémicos que se avecinan en un segundo semestre condicionado por decisiones fiscales, reformas aplazadas y una dinámica geopolítica cada vez más impredecible.
Renta fija
El mercado de deuda global cerró la semana con una dinámica de empinamiento bajista generalizada, reflejo de una mayor aversión al riesgo ante el aumento de emisiones, la persistencia de desequilibrios fiscales y la redefinición de expectativas de política monetaria. En Estados Unidos, los bonos del Tesoro presentaron una marcada presión vendedora en el tramo largo de la curva: el rendimiento del Treasury a 30 años subió 9 pbs, mientras que la referencia a 10 años cerró en 4,42 %, afectada por una combinación de ventas técnicas en futuros SOFR y el anuncio de una ola de emisiones corporativas por USD 35.000 a USD 40.000 millones prevista para la próxima semana. La compresión de los swap spreads confirmó la salida de flujos institucionales del mercado de deuda pública hacia alternativas de mayor retorno, en un entorno de tasas aún elevadas y menor apetito por duración.
En Europa, los bonos soberanos también experimentaron un empinamiento bajista liderado por el extremo largo de la curva, con el bund a 30 años alcanzando el 3,23 %, su nivel más alto desde 2011. Las subidas acumuladas durante la semana —hasta 14 pbs en algunos tramos— reflejan tanto las tensiones fiscales como el enfriamiento del optimismo sobre nuevos recortes de tasas. Las declaraciones de Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, alertando que se requeriría una caída sustancial de la inflación para justificar más recortes, reforzaron la cautela del mercado. En el Reino Unido, los gilts también mostraron presiones bajistas, a pesar de la contracción de la actividad en mayo. La caída de la producción industrial (-0,3 % a/a) y el retroceso mensual del PIB (-0,1 % m/m) fortalecen la probabilidad de un recorte anticipado de 25 pbs por parte del BoE en agosto, antes de lo previsto por el consenso.
En Colombia, la curva de TES en tasa fija mostró un comportamiento mixto, con variaciones entre -6,5 y +11,8 pbs, concentrándose las desvalorizaciones en los títulos 2025, 2026, 2028, 2029 y 2033, mientras que las referencias intermedias, como el TES 2027, lideraron las valorizaciones. Este comportamiento resultó en un ligero empinamiento, reflejado en la ampliación del spread 2s10s en 4,5 pbs. En paralelo, los TES UVR también registraron movimientos dispares, con tasas reales que oscilaron entre -1,9 y +8,6 pbs, en un entorno de expectativas contenidas sobre la inflación futura. En el segmento primario, el Ministerio de Hacienda anunció el lanzamiento de dos nuevas referencias de TES UVR con vencimientos en 2031 y 2062, cuyas subastas están programadas para los días 16 de julio, 6 y 20 de agosto, con montos base de COP $500.000 millones, ampliables hasta en un 50 % según la demanda. Esta medida busca mejorar la profundidad del mercado secundario y ofrecer alternativas a inversores institucionales que requieran cobertura frente a la inflación de largo plazo.
Cierre
La renta fija enfrenta una reconfiguración global marcada por la convergencia de tres fuerzas: déficits fiscales persistentes, un entorno de tasas reales altas, y expectativas divergentes sobre la trayectoria de los bancos centrales. Si bien la volatilidad en los Treasuries marcó esta semana su nivel más bajo en tres años, la calma aparente podría ser transitoria. La estabilización de la deuda estadounidense es frágil ante el riesgo de desanclaje fiscal, mientras que Europa enfrenta su propia tensión entre sostenibilidad de deuda y credibilidad monetaria. En Colombia, el empinamiento de la curva refleja el nerviosismo por el perfil fiscal y el aumento de emisiones, aunque la apertura de nuevas referencias en UVR podría ofrecer instrumentos más adecuados para los desafíos inflacionarios estructurales. En este contexto, la gestión activa del riesgo de duración y la diversificación entre tramos nominales y reales serán determinantes en las decisiones de portafolio.
Divisas
El dólar estadounidense consolidó una semana de fortalecimiento, impulsado por una combinación de factores técnicos, fundamentos sólidos y un entorno geopolítico cada vez más incierto. El índice DXY repuntó hacia los 98 puntos, su nivel más alto en dos semanas, acumulando una ganancia semanal cercana al 1 %. Este movimiento se vio respaldado por las declaraciones del presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, quien rechazó explícitamente la idea de recortar tasas para aliviar la carga fiscal, reiterando el compromiso del banco central con la estabilidad de precios. En este contexto, el dólar se fortaleció ampliamente frente a sus principales contrapartes —especialmente el euro y el yen—, mientras los inversores aguardan los datos de inflación de junio como el próximo catalizador para la política monetaria estadounidense.
El peso colombiano (COP) mantuvo esta semana un sesgo levemente alcista en su tasa de cambio, presionado por un entorno global de aversión al riesgo que ha debilitado a las monedas emergentes. La narrativa dominante en la región está marcada por el recrudecimiento de las tensiones comerciales y el endurecimiento del discurso de política monetaria en EE. UU. No obstante, el alto nivel de tasas reales en Colombia y la expectativa de flujos corporativos relevantes en las próximas semanas han contenido una depreciación más pronunciada. De hecho, el peso se destacó como la moneda más fuerte de la región este viernes, con una apreciación del 0,4 % impulsada por el repunte en los precios internacionales del petróleo, a pesar de cerrar la semana en terreno negativo. La tasa de cambio finalizó en COP $3.996, con un volumen negociado de USD 953 millones, reflejando un mercado aún sensible a los flujos externos, pero con resiliencia técnica frente al entorno global. La combinación entre tasas reales elevadas, estabilidad macro relativa y fundamentos energéticos ha permitido que el peso colombiano conserve una trayectoria de apreciación moderada, incluso ante el creciente riesgo de disrupciones comerciales derivadas de decisiones unilaterales desde Washington.
En Europa, el euro retrocedió por debajo de 1,17 dólares, afectado por la combinación de una postura dividida en el BCE, cifras sólidas del mercado laboral en EE. UU. y las nuevas amenazas comerciales de Washington contra Bruselas. Aunque la moneda común había ganado cerca de 13 % frente al dólar en lo que va del año, el deterioro del sentimiento de mercado y la corrección técnica desde máximos han puesto fin a su racha alcista. A nivel técnico, el par EUR/USD enfrenta una estructura descendente con soporte clave en la zona de 1.1650, mientras en el plano macroeconómico, la incertidumbre sobre el ritmo de estímulos en la eurozona limita el atractivo del euro frente a un dólar más firme.
La libra esterlina también perdió terreno, cayendo a niveles cercanos a 1,3540 dólares, presionada por la contracción del PIB británico en mayo y la persistente debilidad del sector industrial. Esta combinación de debilidad interna, presiones fiscales y desaceleración del consumo refuerza la expectativa de un recorte de 25 puntos básicos por parte del Banco de Inglaterra en agosto, probabilidad que ya supera el 75 % según los mercados. Aunque Londres logró cerrar un acuerdo comercial con Estados Unidos, la libra sigue limitada por los factores estructurales domésticos, agravados por el impacto de los aranceles globales que Estados Unidos ha comenzado a aplicar.
En Japón, el yen se depreció fuertemente frente al dólar, cerrando la semana en torno a 147,10 yenes por dólar, su nivel más bajo en semanas. El debilitamiento responde a múltiples factores: el anuncio de un arancel del 35 % a productos canadienses —interpretado como una señal de endurecimiento general de la política arancelaria estadounidense—, la incertidumbre empresarial recogida en el Sakura Report del Banco de Japón, y la expectativa de que dicha incertidumbre frene los aumentos salariales y, por ende, postergue cualquier subida de tasas. A este entorno se suma una escasez puntual de dólares en Tokio, derivada del aumento en la demanda por parte de importadores, que amplificó la presión bajista sobre la moneda japonesa.
Cierre
El dólar recupera protagonismo como activo refugio en un contexto de creciente fragmentación geopolítica, respaldado por la firmeza de la Fed y el retorno del proteccionismo como instrumento de política exterior. Las divisas desarrolladas enfrentan desafíos diferenciados: el euro refleja la vulnerabilidad de una unión monetaria sin unidad fiscal frente a amenazas externas; la libra esterlina paga el costo de un crecimiento débil y desequilibrios fiscales crecientes; y el yen japonés, históricamente percibido como refugio, revela limitaciones estructurales ante choques comerciales. En América Latina, la resiliencia del peso colombiano será una función directa de la consistencia fiscal, la credibilidad monetaria y la capacidad de aislarse de efectos secundarios derivados de decisiones unilaterales de Washington. En este nuevo escenario, la estabilidad cambiaria dejará de ser un reflejo pasivo de los fundamentos macro y pasará a ser una prueba activa de resistencia institucional y autonomía estratégica frente a la nueva arquitectura de riesgos globales.
Commodities
Los mercados de materias primas transitaron la semana bajo una alta dosis de volatilidad, alimentada por la intensificación del proteccionismo comercial, los ajustes en la estrategia de producción de la OPEP+ y el resurgimiento de los activos refugio ante el deterioro del clima económico global.
En el caso del petróleo, los precios acumularon un alza semanal del 2,4 %, cotizando por encima de los USD 66 por barril, en medio de señales de fortalecimiento de la demanda y riesgos geopolíticos crecientes. la posibilidad de nuevas sanciones energéticas por parte de EE. UU. contra Rusia, como respuesta al estancamiento de los esfuerzos diplomáticos y la continuidad del conflicto en Ucrania, ha reactivado temores sobre disrupciones en el suministro. A esto se suma el anuncio de Arabia Saudita, que planea enviar 51 millones de barriles de crudo a China en agosto, la cifra más alta en más de dos años, reforzando la percepción de un repunte en la demanda asiática. Sin embargo, los precios retrocedieron al cierre de la semana tras las declaraciones de la OPEP+ sobre un posible aumento de producción en septiembre —particularmente para Emiratos Árabes—, y por el impacto esperado de los nuevos aranceles anunciados por el presidente Trump, que podrían desacelerar la actividad económica global.
En el mercado del oro, el metal precioso se valorizó 0,7 %, acercándose a los USD 3.550 por onza, impulsado por la creciente aversión al riesgo. La imposición de un arancel del 35 % a las importaciones canadienses y la amenaza de medidas similares contra múltiples socios comerciales han motivado una migración hacia activos refugio. En este entorno, el oro recupera su rol tradicional como cobertura frente a eventos disruptivos y se consolida como el bastión defensivo preferido de los inversores ante el temor a una posible desaceleración sincronizada de la economía global.
El comportamiento del cobre fue mixto y altamente sensible a los desarrollos políticos. Luego de avanzar con fuerza al inicio de la semana, el metal cerró con una caída semanal del 3,3 %, cotizando en USD 4,37 por libra. El anuncio de Trump sobre un arancel del 50 % a las importaciones de cobre a partir de agosto generó fuertes distorsiones entre los precios en Norteamérica y el resto del mundo. Si bien el promedio anual se mantiene en USD 4,29 por libra, un 3,6 % por encima del mismo período de 2024, la fortaleza reciente del dólar y la incertidumbre arancelaria presionan a la baja los precios de los metales industriales.
Cierre
La dinámica de los commodities refleja una nueva geometría de riesgos donde los fundamentales tradicionales —oferta, demanda y ciclos monetarios— conviven con decisiones políticas abruptas y choques regulatorios. El oro se reafirma como activo de cobertura ante un mundo fragmentado; el petróleo transita entre la recuperación de la demanda y los dilemas de producción del cartel; y el cobre anticipa una reconfiguración de flujos comerciales con impacto estructural. En este escenario, los mercados de materias primas ya no sólo descuentan expectativas económicas, sino también la arquitectura del poder global.
Endeudarse en francos suizos: ¿ventana de ahorro o pasivo latente?
El gráfico de la SARON —tasa overnight suiza que reemplazó al LIBOR CHF— traza una historia elocuente. Desde 2018 y hasta mediados de 2022 se mantuvo en territorio decididamente negativo, rondando −0,74 %. Luego, en cuestión de dieciocho meses, escaló hasta un máximo de 1,71 % en septiembre de 2023, impulsado por la ofensiva antiinflacionaria del Banco Nacional Suizo (BNS). Con el enfriamiento de precios y la moderación de la actividad, la autoridad monetaria revirtió el giro y hoy la tasa se ubica en −0,04 %, muy cerca de reingresar en números rojos. Esa volatilidad —visible como un obelisco en la curva— es clave para entender la apuesta que sopesa el Ministerio de Hacienda: emitir deuda soberana en francos suizos para recomprar pasivos más onerosos en dólares y en pesos.
Según información confirmada por Bloomberg Línea y Portafolio, el equipo de Crédito Público estudia captar hasta US $10.000 millones (entre veinte y cuarenta billones de pesos) con financiamiento denominado en CHF. El objetivo declarado es reducir el servicio de la deuda del 4,7 % al 4,5 % del PIB y diversificar la canasta de monedas. Sobre el papel, la jugada luce seductora: con la SARON cerca de cero y márgenes de crédito propios de un soberano BBB-, Colombia podría fondearse a 0,8 %–1,2 % anual, una fracción de lo que paga hoy en dólares (≈ 6,4 %) o en TES a diez años (por encima del 11%).
Sin embargo, el atractivo inmediato es solo la mitad de la ecuación. El franco suizo —divisa refugio por excelencia— tiende a apreciarse cuando los mercados globales se tensan. En la última década, el CHF se ha valorizado cerca de 85 % frente al peso colombiano; solo en el primer semestre de 2025, el peso se depreció alrededor de 7 % frente a la moneda helvética. Una emisión en francos abarata el cupón en pesos nominales, pero transfiere a la Nación un riesgo cambiario que, de materializarse, puede anular el ahorro e incluso encarecer el pasivo.
Aquí, el gráfico de la SARON cobra sentido estratégico. Su retorno a valores cercanos a cero confirma que el BNS está cómodo con tasas muy bajas —incluso negativas— para contener una inflación que ha permanecido por debajo de la inflación de la zona euro. No obstante, la misma verticalidad con la que subió en 2022 recuerda que los ciclos pueden invertirse con rapidez. Si un repunte de precios obliga a suizos o europeos a endurecer política monetaria, la SARON podría retornar a terreno positivo con la misma velocidad con la que bajó. El Tesoro debe, por tanto, blindar la operación con coberturas activas —cross-currency swaps, caps o floors— que fijen el costo efectivo en pesos y limiten la exposición al diferencial CHF/COP.
Existe además el riesgo de refinanciamiento. Los créditos propuestos contemplan plazos iniciales de doce meses, con opciones de extensión. Una ventana tan corta exige renovar condiciones en 2026–2027, momento en el que las primas por riesgo de Colombia podrían no ser tan benevolentes si persiste un déficit superior al 7 % del PIB o si las agencias rebajan aún más la calificación soberana. La estrategia, en consecuencia, solo resulta virtuosa dentro de un marco fiscal creíble que convenza a los mercados de que el país no está canjeando tasa por volatilidad.
¿Qué gana el Gobierno? Un alivio fiscal inmediato, legitimidad ante inversionistas que valoran disciplina en el manejo del pasivo, y la posibilidad de anclar expectativas inflacionarias si el ahorro en intereses se traduce en menor necesidad de financiamiento interno.
¿Qué arriesga? Convertir un beneficio coyuntural en un pasivo estructural si no protege la paridad cambiaria ni extiende los vencimientos más allá del ciclo político.
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