Volver, un retorno de lo íntimo, convocar el encuentro de sí.
Me pregunto por los días en que el tiempo como agua se iba entre mis dedos, la tinta que se secaba en mi boca mientras contenía las lágrimas de impotencia sentenciada a la distancia, la necesidad del secreto ante la paciencia sosegada de una conexión correspondida.
Volver, como quien fracasa con la búsqueda, pues lo perdido está dentro de sí.
Nadie está completo sin su sombra, las palabras han sido para mí como una cruz asignada, el deber legítimo y honorable del oficio, alfarera de las letras como don. Revelarse ante las categóricas cadenas de lo útil, contemplarse sin perderse como acto de conciencia.
Volver, volver a la cueva como refugio tras ver la luz del sol.
Franca adicción a las pantallas, la mátrix algorítmica batalla por secuestrar el lenguaje destruyendo la base evolutiva de la naturaleza humana. Breve revolución del pensamiento es esta necesidad de crear sin asistencia, con la pureza pasional de conectar con el lector como otredad.
Volver, raíz como protesta, nutrir para crecer un cántico de libertad.
Tejido de ADN que reclama vocación, la hoja en blanco que seduce a la peligrosidad de las ideas; fuego, ardor y lúcida bestialidad que conmueve hasta transgredir la violencia con estética. Historia de amor humano y resiliencia, cultura viva es esperanza de generaciones venideras.
Volver, autora con mi carne y sus proezas.
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