“…el descontento por parte de los jóvenes votantes, manifestado en redes sociales, consejos de juventud y otros espacios ha generado como resultado una juventud desesperanzada por ver lejano aquel cambio prometido.”
Una democracia contradictoria
Un artículo publicado por el diario El País América – Colombia revela que, el 59% de los jóvenes en Colombia considera la democracia el mejor sistema, pero sólo el 17% está satisfecho con su funcionamiento.
Colombia tiene un sistema democrático, participativo y representativo, basado en su constitución política de 1991, la misma que define al país como un Estado social de derecho. Sin embargo, las cifras reveladas en la publicación, y que además se reflejan en el panorama electoral, revela grandes contradicciones que afectan a ese estatus de democracia a la que apunta la carta magna.
El mismo artículo muestra otras contradicciones como por ejemplo que el 58% de los jóvenes cree que votar puede trasformar el país, pero apenas un 10% participó en las elecciones a los consejos de juventud.
Esto muestra a una juventud que no es activa en el panorama electoral, pero que aun así logra manifestar sus posiciones en otros escenarios políticos como redes sociales, manifestaciones ciudadanas y estudiantiles, entre otras.
El 7 de agosto del 2022 Gustavo Petro llegó a la presidencia de la República después de haber sacado la votación más alta en la historia obtenida por la izquierda, incluso se convirtió en el primer presidente de izquierda en Colombia después de más de dos siglos de historia republicana. Los jóvenes fueron una de las apuestas más favorables tanto en su campaña del 2022, como en la del 2018. Sin embargo, su campaña del 2022 estuvo cargada de más elementos que la de cuatro años atrás.
Antes del cambio un estallido
El gobierno de Iván Duque (2018 – 2022) estuvo marcado, entre otras cosas, por una serie de protestas estudiantiles y juveniles, paros nacionales, uno de los más grandes en los últimos años el de 2021, e inconformidades reflejadas en las calles, las redes sociales y las encuestas de favorabilidad que se vieron marcadas por constantes descensos en su imagen. A esto se le llamó estallido social.
El país venía de una situación compleja después de la pandemia del covid-19, donde el gobierno nacional estuvo envuelto en polémicas por despilfarro de recursos públicos para incrementar el equipamiento aéreo de la fuerza pública, el escándalo por girar ayudas internacionales a grandes banqueros del país, el déficit fiscal en el sistema de salud y una crisis de desempleo y hambruna que terminó en el descontento generalizado en la sociedad.
Gran parte del descontento recaía en los jóvenes, en su mayoría organizados por colectivos estudiantiles y universitarios, y otra parte organizados en las numerosas protestas y grupos denominados como “primera línea”, colectivos de jóvenes que en su mayoría no pertenecían a instituciones educativas y tampoco fueron ubicados en algún estatus formal de la sociedad.
Eran, precisamente, jóvenes que protestaban porque querían ser incluidos en algún sector de la sociedad que no los excluyera y que les garantizara derechos básicos como educación, trabajo y participación democrática.
Muchas de estas movilizaciones y estas protestas tuvieron el apoyo y muchas veces fueron encabezadas por la oposición de aquel entonces, liderada por el entonces senador y hoy presidente Gustavo Petro. Hay que decir, también, que este liderazgo reafianzó su triunfo en 2022, pues llegó al cargo con promesas históricas de cambio y transformación, que ilusionaron mayoritariamente a los jóvenes colombianos, muchas veces burlados e ignorados por el anterior gobierno.
El descontento juvenil
Sin embargo el descontento por parte de los jóvenes votantes, manifestado en redes sociales, consejos de juventud y otros espacios ha generado como resultado una juventud desesperanzada por ver lejano aquel cambio prometido. En mayo del 2024 se viralizó un episodio donde el presidente Petro fue abucheado en un encuentro de juventudes realizado en Cali. El descontento de los jóvenes se dio porque después de un largo discurso el presidente se iba a retirar del lugar sin escuchar a los jóvenes y el acto fue mal visto por los asistentes quienes después de los abucheos por fin lograron ser escuchados por el presidente.
Entre los reclamos de los jóvenes estaban la falta de atención y escucha por parte del gobierno nacional, quien para aquel entonces estaba pasando por uno de sus fracasos legislativos, el hundimiento del proyecto que le daba creación al ministerio de la igualdad. Entre los reclamos de los jóvenes también pedían una mayor participación y mejores garantías y apoyo presupuestal para los consejos de juventud y su papel dentro de la democracia.
Todo esto nos da a entender que gran parte de los jóvenes en Colombia no creen en la participación política, lo cual representa un vacío enorme en la democracia colombiana. A pesar de que en las últimas décadas los espacios de participación se han abierto para estos colectivos de juventudes, el problema va más allá, pues la incredulidad y la desesperanza de los jóvenes les impiden usar estos mecanismos de participación democrática cayendo incluso en el abstencionismo como mecanismo de protesta o resignación.
Un estudio realizado por Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia en noviembre del 2024 nos revela otros datos relevantes relacionados con la participación de jóvenes en la democracia colombiana.
El estudio titulado “La juventud no cree en los partidos políticos”, revela que el 60% de jóvenes entre 15 y 35 años no confía en los partidos políticos. El 51% desconfía del congreso de la república. El 44% no se identifica con ninguno de los 32 partidos que existen en el país, lo que podríamos interpretar como una causante más de la falta de participación política en los jóvenes.
Esto no quiere decir que no quieran participar de ninguna manera, sino que ven otras formas de participación política. Por ejemplo, este mismo estudio revela que la mayoría de los jóvenes encuestados declara que quiere participar, pero no a través de los mecanismos tradicionales (partidos, candidaturas, elecciones). Sino que muestran mayor afinidad por acciones puntuales o causas específicas, no por estructuras institucionales.
Volviendo al primer estudio se acrecienta una preocupación derivada de los problemas anteriormente relatados. Y es que, tras no haber un horizonte claro para los jóvenes, o por lo menos uno donde se sientan plenamente identificados, estos tienden a preferir una postura más abierta hacia el autoritarismo. Es decir, más del 20% de los jóvenes encuestados estaría dispuesto a aceptar soluciones autoritarias si resuelven los problemas, revelando un desdibujo entre lo ideal democrático y tolerancia al autoritarismo.
¿Por qué la democracia no genera credibilidad?
Quizás esto se vea por una crisis de conocimiento democrático. Es decir, muchos de los jóvenes conocen la democracia como concepto, pero no entienden su funcionamiento real: pesos y contrapesos, roles de las instituciones, procedimientos, etc.
Esto demuestra la necesidad de que las instituciones de educación media y superior sirvan como espacios clave para el aprendizaje y la formación en conceptos democráticos. Las universidades y colegios deben desempeñar un rol central en formar ciudadanos críticos, capaces de debatir, disentir y participar activamente en la vida pública. No basta con idealizar la democracia. Es necesario enseñar cómo funciona y construir radicalmente formas de convivencia y convivencia política.
Colombia, a pesar de sus problemas, crisis, conflictos y violencias internas sigue siendo una democracia, débil, sin duda, pero democracia a fin de cuentas. Por lo menos es de las consignas más importantes y prevalecientes en la constitución de 1991.
El gobierno del presidente Gustavo Petro ha hecho cambios que propuso desde su campaña, otros han quedado estancados por las dificultades que ha tenido, otro tanto de ese prometido cambio se ha quedado en discursos y palabras y otro poco podríamos darle un margen de espera para que sean cumplidos, pues aún le falta un poco más de un año para culminar su mandato. Sin embargo valdría plantearnos la pregunta hoy: ¿Cómo llegamos a convertirnos en una democracia por lo menos parecida, idéntica a la que narra la constitución nacional? ¿Qué camino trazamos hoy para llegar a ese fin? ¿Qué papel estamos cumpliendo los jóvenes hoy en Colombia para que nuestra democracia se acerque más a la realidad y no se quede tan sólo en el papel?
El camino de las juventudes necesita un rumbo, y no es, precisamente el del autoritarismo. El rumbo debe estar dirigido hacia la democracia, por nuestro bien, por el de las generaciones aun vivas y por las que vendrán. Somos los hijos de una promesa, la promesa de democracia, que no puede caer en discursos vacíos y cambios a medias o tibios. La democracia no puede caer en el abismo de las promesas rotas. Tampoco el del populismo, mucho menos el del autoritarismo.
Fuentes:
- https://www.elespectador.com/politica/jovenes-y-politica-fescol-presento-encuesta-sobre-la-participacion-de-la-juventud-y-la-democracia-noticias-colombia/
- http://elpais.com/america-colombia/2025-06-24/que-entienden-los-jovenes-por-democracia.html
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