“Esos son los rasgos que necesitamos de un presidente, ya que pone por encima de todo algo que este país se le olvida que tiene y se llama dignidad.”
Para las personas que seguimos constantemente las movidas de la política colombiana, las noticias de las últimas semanas han sido inquietantes, debido a las altas implicaciones que estas tienen sobre el gobierno y el Estado colombiano. Pero hay dos acontecimientos que son los más influyentes y, además, tienen un personaje en común. Estos son: la canallada de Leyva contra el gobierno de Petro y la tensión entre Colombia y EE. UU.
Ese personaje en común es EE. UU., pues tuvo un papel importante en ambas noticias. Por un lado, Leyva estaba buscando su ayuda para derrocar a Petro. Por otro lado, el complot del excanciller y demás hechos de este gobierno con el de EE. UU. generó que los norteamericanos llamaran a consultas a su embajador en nuestro país —Petro hizo lo mismo—. No obstante, muchos están en desacuerdo con las actitudes de Petro con EE. UU.; sin embargo, creo que esa postura de nuestro presidente es de admirar, pues durante muchos años hemos visto gobiernos serviciales a EE. UU., tal vez hasta subordinados, como lo fue el de Duque. Pero ahora nuestro gobierno le habla al otro como lo que es: un aliado comercial.
En esa misma línea, estoy convencido de que la administración Trump no se iba a prestar para la estulticia de Álvaro Leyva, ya que, aparte de que el gobierno de “nuestro amigo Donald” es un verdadero sátrapa, por debajo de eso es estratégico. Los estadounidenses saben que ayudar a Leyva es un gran error, ya que su falsa imagen de “libertadores” se la creen pocos. Por el contrario, entrometerse de esa forma perjudica su política exterior, lo que podría generar que sus aliados optaran por buscar nuevos horizontes, pues nadie quiere un socio que te pueda derrocar.
Gracias a lo acontecido, tenemos una situación complicada con EE. UU. Ahora es el momento de subsanar este impasse con canales diplomáticos. Si bien la postura de Petro es de no dejarse —como diría él— “arrodillar”, es momento de usar esos canales, ya que esta herramienta nos brinda seguridad diplomática.
Pero a ese problema le faltaba la cereza del pastel, la cual es la renuncia de Laura Sarabia, debido a que el gobierno no renovará contrato con Thomas Greg & Sons, empresa que, hasta el 31 de agosto, será la encargada de hacer los pasaportes en Colombia. Los problemas mencionados, que son: tener un ambiente complicado con EE. UU.; quedarnos sin pasaportes por no seguir con la empresa que los hace; y no tener canciller justo ahora, generan una grave crisis diplomática, algo que se veía venir.
Esta crisis diplomática surge debido a que no tenemos una firme política interna, gracias a la improvisación que se reproduce en un mal manejo en algunos asuntos del país. Esto, a su vez, se refleja en un control desmedido y descuidado sobre la política internacional, afectando nuestra institucionalidad y generando una crisis.
Lo anterior demuestra que tenemos un problema grave con nuestra diplomacia internacional, el cual debe ser solucionado con el nombramiento de un(a) canciller responsable y prudente al manejar las riendas internacionales del país, pues la situación que hoy pasamos pide sensatez y firmeza.
Finalmente, después de lo sucedido con Leyva; las acciones que EE. UU. tomó hacia nosotros; y lo de Laura Sarabia con los pasaportes, nos demuestra que existe una improvisación con la diplomacia internacional. Esto es muy grave, pues demostramos debilidad institucional al mundo. Sin embargo, después de este desastre, rescato una cosa, la cual puede ser polémica: me refiero a la determinación y carácter de Petro frente a EE. UU. Esos son los rasgos que necesitamos de un presidente, ya que pone por encima de todo algo que este país se le olvida que tiene y se llama dignidad. Eso que hace Petro, a mi juicio, es de admirar. —No ignoro las circunstancias críticas del país frente a los lazos internacionales—. En resumen, es necesaria la mesura y calma para afrontar estos problemas y así evitar la improvisación, pero, sobre todo, es urgente apoderarnos de nuestra dignidad.
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