La cuadratura del círculo

“No existen hechos, solo interpretaciones”. Nietzsche.

No existen hechos, solo interpretaciones. Fue la sentencia final del ministro Montealegre en el debate viral con Mauricio Gaona. Una cita popular del famoso Friedrich Nietzsche, que podría pasar desapercibida como un intento evasivo del ministro frente a la coherencia lógica de su contradictor. Pero no es así.

Para entender la profundidad de esta cita, es necesario detenernos y aplicar las herramientas del análisis del discurso, revisando quién lo dice, el contexto en que se dice y el momento de la coyuntura nacional.

¿Quién lo dice?

Luis Eduardo Montealegre Lynett, ha sido Magistrado de la Corte Constitucional, Fiscal General de la Nación y, ahora, es Ministro de Justicia. Su trayectoria ha estado marcada por controversias significativas: desde contratos millonarios cuestionados por falta de transparencia, pasando por presuntos conflictos de interés relacionados con Saludcoop, hasta una errónea acusación que llevó a la disculpa pública en el caso Sigifredo López. También ha sido criticado por el despilfarro en proyectos como la universidad de la Fiscalía.

El contexto en que se dice

Esta cita de Nietzsche se da en la conclusión del debate organizado por La W, Prisa, y El País, que se desarrolló para aclarar las recientes decisiones del Presidente Gustavo Petro. En concreto el decreto 639 de 2025, denominado en medios como “decretazo”, el cual busca convocar una consulta popular, luego de una negativa de la comisión séptima a la reforma laboral, y una negativa del Senado de avalar esta convocatoria según el procedimiento del artículo 103 de la constitución. Si bien a día de hoy, esta suspendido por la decisión del consejo de estado, no está del todo archivado.

Momento de la coyuntura nacional

Las reacciones del gobierno a lo que han etiquetado como “bloqueo institucional” han generado un ambiente de tensión política creciente, además del intento de asesinato del Senador Miguel Uribe. Por la complejidad del escenario, surge este debate jurídico, que ha puesto en evidencia el choque de poderes y las diferencias en la interpretación constitucional de su necesaria separación.

La cuadratura del círculo

Imagina intentar construir un cuadrado que tenga exactamente la misma área que un círculo, usando solo regla y compás. Parece factible, pero es imposible. Así, la “cuadratura del círculo” se ha convertido en una metáfora para describir lo que no se puede reconciliarse. Y eso es lo que hace Montealegre: intenta encajar, forzosamente, dos piezas que no están hechas para unirse.

¿Qué propone el ministro?

Montealegre sostiene que el presidente puede apelar a la “supremacía constitucional” (artículo 4) para sortear al Congreso si este se niega a permitir una consulta popular. A su juicio, la negativa del legislativo puede considerarse inconstitucional, lo que justificaría la intervención directa del Ejecutivo. Además, plantea que, si el Congreso bloquea una consulta popular, el presidente puede convocar vía recolección de firmas y llevar el caso directamente a la Corte Constitucional.

Pero esta visión convierte al presidente en legislador y juez a la vez, borrando los límites entre los poderes y reinterpretando la Constitución según la conveniencia del Ejecutivo. En palabras del profesor Mauricio Gaona, es un “exabrupto jurídico de proporciones históricas”.

Una reinterpretación peligrosa

Montealegre se ampara en el precedente de Marbury vs. Madison para insistir en que la Constitución es una norma jurídica, no solo un proyecto político. Pero ese mismo precedente establece que el control de constitucionalidad está en manos de los jueces, no del Ejecutivo. Por eso, lo que el ministro llama una “excepción de inconstitucionalidad” es una usurpación de funciones.

La separación de poderes no es un tecnicismo: es el núcleo de la democracia constitucional. Si el presidente puede definir unilateralmente lo que es o no constitucional, entonces el Estado de Derecho queda supeditado a la voluntad de una sola persona.

La trampa de la Asamblea Popular Constituyente

Ante la resistencia del Congreso, Montealegre plantea un “plan B”: una Asamblea Popular Constituyente convocada directamente por el “pueblo”. El problema es que, en la práctica, esta es una figura ambigua que recuerda estrategias usadas por regímenes autoritarios en América Latina para reescribir las reglas del juego con minorías militantes y sin consensos amplios.

Gaona es certero en exhortar a Montealegre respecto a lo que el gobierno llama “bloqueo institucional”, diciendo que es la oposición política normal en una democracia. Saltarse el Congreso mediante mecanismos extraordinarios es autoritarismo.

Por eso cuando Montealegre cita a Nietzsche, no puede verse infantilmente como un debate filosófico universitario, debe entenderse en su contexto, el cual al afirmar que todo son interpretaciones, sugiere que la Constitución puede moldearse como un texto abierto, adaptable a las circunstancias. Pero hay un problema: el derecho no funciona como un poema abierto a la subjetividad. Tiene estructuras, límites y jerarquías.

En un Estado de Derecho, no todo es interpretativo. Existen principios básicos —como la separación de poderes y la legalidad estricta— que no pueden ser reinterpretados sin poner en riesgo la arquitectura constitucional.

El peligro de cuadrar el círculo

La visión de Montealegre no es simplemente una tesis jurídica alternativa. Es un rediseño del poder constitucional que rompe con la tradición republicana. En su esfuerzo por dotar al presidente de facultades que la Constitución no le confiere, intenta hacer lo imposible: cuadrar el círculo.

Y como enseña la geometría, los intentos por cuadrar el círculo no solo son infructuosos; también pueden destruir la lógica que los sostiene. No podemos permitir que sus discursos dañen lo que tanto ha tardado construirse en este país. Resistamos.

Michael Leonardo Serrano Rincón

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