Resumen Económico de la Semana del 16 al 20 de Junio de 2025

Resumen Ejecutivo

La semana del 16 al 20 de junio de 2025 estuvo marcada por un contexto de creciente tensión geopolítica, señales divergentes desde los principales bancos centrales y renovadas preocupaciones fiscales en mercados emergentes. La política monetaria en Estados Unidos se mantiene en el centro del debate, con nuevos indicios de posible recorte de tasas en julio, a pesar de las divisiones internas en la Reserva Federal y de un entorno macroeconómico aún inestable. La curva de rendimientos se empinó levemente, reflejando un ajuste en las expectativas de los inversionistas frente al sesgo más moderado de algunos miembros del FOMC.

En Europa, el tono flexible del BCE contrasta con la inestabilidad política interna en algunos países —como España— y con la creciente vulnerabilidad energética ante la escalada del conflicto entre Israel e Irán. En Asia, los mercados reaccionaron con cautela a la evolución del comercio internacional, en medio del endurecimiento de las relaciones comerciales con Estados Unidos y nuevas proyecciones sobre las reservas globales de materias primas estratégicas.

En América Latina, Brasil enfrenta presiones cambiarias, una desaceleración del consumo y cuestionamientos fiscales que limitan el margen de maniobra del gobierno. En Colombia, el Gobierno confirmó que presentará en julio una reforma tributaria estructural con un recaudo proyectado de COP 19 billones, enfocada en aumentar la renta para personas de altos ingresos, ajustar el IVA en sectores subtributados y fortalecer medidas contra la evasión.

En los mercados financieros, la renta variable global mostró una corrección parcial frente a la incertidumbre sobre tasas, el conflicto geopolítico y los rebalanceos de portafolio, mientras que la renta fija presentó estabilidad con sesgo bajista en los rendimientos soberanos de economías desarrolladas. El dólar se mantuvo como refugio, aunque con un avance contenido por el tono dovish de la Fed. En commodities, el petróleo repuntó por temor a interrupciones de suministro, mientras que el oro retrocedió tras disminuir la percepción de un conflicto inmediato.

Esta edición cierra con una columna especial: “¿Qué tendría que pasar para que el dólar pierda su hegemonía global?” Un análisis estructural, respaldado por datos actualizados, sobre los fundamentos económicos, geopolíticos y tecnológicos que podrían marcar el inicio de una nueva etapa en el orden financiero internacional.

 

Estados Unidos

La semana en Estados Unidos estuvo dominada por una combinación compleja de tensiones geopolíticas, incertidumbre comercial y señales cuidadosamente medidas por parte de la Reserva Federal. Las expectativas de un recorte de tasas en julio tomaron nuevo impulso tras las declaraciones del gobernador Christopher Waller, aunque la cautela sigue marcando el compás de los mercados. A ello se sumó la escalada del conflicto entre Israel e Irán —una amenaza latente que, pese a los esfuerzos diplomáticos que el presidente Trump aseguró estar explorando, mantiene presionadas las primas de riesgo en la región—, así como nuevas alertas comerciales: la Casa Blanca estaría evaluando revocar exenciones arancelarias a países aliados con producción de semiconductores en China, al tiempo que resurge fricción en la relación con Japón, uno de los principales socios estratégicos en Asia.

En materia monetaria, la Reserva Federal —tal como anticipaban los mercados— decidió mantener su tasa de referencia (Fed Funds) en el rango de 4,25 % a 4,50 %, completando así su cuarta reunión consecutiva sin cambios. La decisión fue unánime, y el tono del comunicado reiteró la necesidad de esperar mayor claridad sobre el impacto de los nuevos aranceles en precios, empleo y actividad antes de considerar ajustes. Aunque la inflación ha cedido parcialmente —el IPC de mayo se situó en 2,4 % anual y 2,8 % en su componente subyacente—, las autoridades monetarias aún consideran que los riesgos inflacionarios persisten, en buena parte amplificados por la reciente política comercial. Powell fue claro: el momento exige paciencia, y cualquier movimiento dependerá de la evidencia que emerja en los próximos meses.

La proyección económica para 2025-2027 no cambió en su estructura, pero sí en sus magnitudes. La Fed prevé ahora un crecimiento más débil, una tasa de desempleo más elevada y una inflación ligeramente más persistente que en su estimación de marzo, reflejando el impacto acumulado del shock arancelario. Este escenario añade tensión a la doble misión del banco centralestabilidad de precios y pleno empleo— y abre la posibilidad de que se vea forzado a priorizar uno sobre otro. El diagrama de puntos (dot plot) dejó ver una Fed más dividida: 10 de los 19 miembros del FOMC esperan al menos dos recortes en 2025, 7 no proyectan ninguno, y los dos restantes contemplan sólo uno. Para 2026, el consenso se reduce aún más, con una mediana que apenas sugiere un recorte adicional. La incertidumbre es, en palabras del propio Powell, el factor dominante del entorno actual.

En términos de reacción de los mercados, la decisión fue bien anticipada y no generó mayores disrupciones. Las rentabilidades de los treasuries se mantuvieron estables, el dólar cotizó cerca de 1,14 frente al euro, y las bolsas cerraron planas. Los futuros de tasas continúan descontando dos recortes en 2025 (50 pb), aunque desplazados hacia el último trimestre, con una probabilidad creciente de que la primera baja ocurra en septiembre u octubre.

Desde el punto de vista macroeconómico, la economía muestra señales mixtas. Las ventas minoristas cayeron 0,9 % en mayo —afectadas principalmente por una contracción de 3,5 % en la venta de vehículos—, aunque el grupo de control —que excluye autos, gasolina, restaurantes y materiales de construcción— creció 0,4 %, lo que sugiere que el gasto de los hogares sigue sosteniéndose pese al entorno desafiante. La producción industrial retrocedió 0,2 %, influida por una fuerte caída en el sector de servicios públicos, mientras que las manufacturas avanzaron +0,1 %, destacándose un repunte del 4,9 % en la industria automotriz, a pesar de las restricciones de importación en minerales críticos. Sin embargo, la producción de metales se desaceleró, desafiando la expectativa de que los aranceles sobre acero y aluminio impulsarían la oferta doméstica.

En cuanto al proceso de normalización del balance, la Fed decidió no realizar ajustes adicionales. Desde abril, la reducción mensual se mantiene en 40.000 millones de dólares —divididos en 5.000 millones en bonos del Tesoro y 35.000 millones en activos hipotecarios—, un nivel más moderado frente al esquema anterior. Powell insistió en que no hay urgencia para intervenir, y que el comité se siente cómodo con la política actual mientras se aclara el panorama. No obstante, el presidente de la Fed dejó claro que los efectos de los aranceles aún no se han reflejado plenamente en los precios al consumidor, aunque ya se detectan aumentos en algunas categorías, y muchas empresas anticipan trasladar los mayores costos a lo largo de la cadena de valor. Esta expectativa podría materializarse en presiones inflacionarias más amplias durante el segundo semestre.

En suma, la Reserva Federal mantiene una postura firme pero vigilante. La inflación se ha moderado, pero los aranceles añaden ruido y complejidad al diagnóstico. El PIB del primer trimestre se contrajo 0,2 % anualizado, afectado por el consumo y el sector externo, mientras que las expectativas de inflación siguen por encima del objetivo: 5,1 % a un año y 4,1 % a cinco y diez años, según la Universidad de Michigan. En este contexto, nuestra proyección base asume un único recorte de 25 pb en septiembre, y uno adicional en junio de 2026, tras la salida de Powell de la presidencia. A corto plazo, el sesgo de la Fed se mantiene cauteloso —ligeramente hawkish— y condicionado a la evolución del escenario comercial, los precios y el empleo. La pausa continúa, pero la atención de los mercados ya está puesta en el otoño.

 

Europa

Durante la semana, las instituciones europeas desplegaron esfuerzos diplomáticos para aliviar tensiones geopolíticas, especialmente relacionadas con Irán, intentando reducir el impacto en los mercados energéticos y financieros. En el Reino Unido, la presión fiscal se intensificó tras publicarse un endeudamiento neto del sector público de £17.7 mil millones en mayo, superando las estimaciones previas, mientras que las ventas minoristas cayeron un 2,7 % intermensual, su peor caída desde diciembre de 2023, con una baja del 5 % en alimentos. Pese a ello, el índice GfK de confianza del consumidor mejoró ligeramente a –18 en junio, aunque la cautela económica permanece, alimentada por las tensiones comerciales.

En Alemania, el índice de precios al productor (IPP) sorprendió al caer un 1,2 % interanual en mayo (frente a –0,9 % en abril), marcando el tercer mes seguido de contracción. La principal causa fue la caída de los precios de la energía (–6,7 %) y de bienes intermedios (–0,2 %), mientras que los bienes de consumo no duradero subieron un 3,6 %, los de equipo un 1,9 % y los consolidados un 1,6 %. En términos mensuales, el IPP retrocedió un 0,2 %, moderando su ritmo de caída.

El contexto macroeconómico de la Eurozona arroja señales mixtas: la confianza del consumidor cayó ligeramente a –15,3 puntos en junio (desde –15,2 en mayo), en un entorno global marcado por la incertidumbre comercial y geopolítica. Sin embargo, el sentimiento empresarial medido por el ZEW en Alemania mejoró de forma significativa: las expectativas repuntaron +22,3 puntos hasta 47,5 (vs 35,0 estimado), y la valoración de la situación actual avanzó +10 puntos hasta –72,0 (vs –75,0 esperado), impulsadas por las recientes medidas fiscales en Alemania y cierta tregua comercial temporal. Estas encuestas indican que el mercado apuesta por una salida gradual del ciclo recesivo: el consenso estima un crecimiento del PIB alemán de alrededor de 0,2 % en 2025, tras dos años de contracción.

Con este telón de fondo, el Banco Central Europeo mantuvo una posición cautelosa, enfatizando que la política monetaria seguirá flexible en un entorno de crecimiento débil e inflación moderada. Los responsables del BCE resaltaron la apertura para calibrar futuras decisiones ante nuevos datos económicos y riesgos geopolíticos. El incremento reciente de los diferenciales de la deuda periférica, atribuible al nerviosismo por Oriente Medio, añadió complejidad a su análisis.

Por su parte, el Banco de Inglaterra mantuvo su tipo de interés en 4,25 %, aunque la decisión no fue unánime: seis miembros votaron a favor, mientras tres hubieran preferido un recorte de 25 pb hasta 4,00 %. El comunicado destacó que la inflación sigue elevada (3,4 % general, 3,5 % subyacente, servicios al 4,7 %), el crecimiento económico es débil y el mercado laboral empieza a mostrar señales de enfriamiento. El Comité reiteró su disposición a mantener la política restrictiva hasta que los precios se acerquen al objetivo del 2,0 %.

En resumen, Europa transita un sendero lleno de contrastes: por un lado, los principales indicadores de producción y consumo muestran debilidad, pero por otro, el ánimo empresarial empieza a recuperarse gracias a ciertas medidas fiscales y espaciamientos políticos. La combinación de tensión geopolítica y volatilidad en los precios de la energía refuerza la prudencia del BCE y el BoE.

 

Asia

En China, la inversión extranjera directa (IED) acumulada entre enero y mayo se situó en 358.19 mil millones de yuanes (‑13,2 % interanual), aunque el sector de alta tecnología destacó con un flujo de 109 mil millones de yuanes —liderado por e‑commerce, aeroespacial y farmacéutica— lo que revela que el interés en innovaciones sigue robusto pese al entorno comercial adverso. Mientras tanto, el PBoC mantuvo la referencia a 1 año en 3,0 % y a 5 años en 3,5 %, una decisión alineada con el inicio de una tregua arancelaria con EE. UU. y la reciente caída del tipo repo a principios de mayo. El enfoque sigue en mantener la liquidez y contener la presión sobre una economía que enfrenta riesgos en el mercado inmobiliario: los precios de la vivienda nueva retrocedieron –0,2 % en mayo y –6,3 % en términos interanuales, en medio de un ciclo de corrección prolongado.

Las ventas minoristas en China avanzaron un 6,4 % interanual en mayo (vs. 5,1 % en abril), impulsadas especialmente por electrodomésticos y bienes para el hogar, mientras que la producción industrial creció un 5,8 %, moderándose ligeramente frente a abril. Este comportamiento mixto refleja una economía con estímulos focalizados y consumo resiliente, pero con sectores aún rezagados.

En Japón, la inflación presenta un escenario más desafiante para el Banco de Japón (BoJ): el IPC general se ralentizó a 3,5 % interanual en mayo, pero el IPC subyacente alcanzó un 3,7 %, su nivel más alto desde enero de 2023 —empujado por productos alimentarios como el arroz, cuyo precio se ha duplicado—. Esto da soporte a un entorno donde persisten presiones inflacionarias, aunque con riesgos a la baja por el débil crecimiento y una moneda que favorece las importaciones.

El BoJ mantuvo su tipo director en 0,50 %, y anunció una ralentización en el desmantelamiento de su programa de compras de bonos, planificado para extender hasta abril de 2026, dejando claro que el control monetario sigue con pasos muy medidos. En la visión del ex‑economista Kameda, los nuevos aranceles de EE. UU. y la pausa en las compras de bonos apuntan a que el siguiente paso en la normalización se aplazará hasta 2026, aunque no se descarta un ajuste hacia finales de 2025 si la inflación persiste.

Panorama Asia: China muestra resiliencia en consumo y atrae capital en tecnología, mientras mantiene su política monetaria estable frente a incertidumbres externas e internas. Japón enfrenta presiones inflacionarias fuertes, tendencia que empuja al BoJ a mantener una política cautelosa y gradual en su proceso de normalización.

Brasil

El 18 de junio, el Banco Central de Brasil sorprendió al elevar, de manera unánime, la tasa Selic en 25 p.b., llevándola al 15,00 %, su nivel más alto desde julio de 2006. Esta es la séptima subida consecutiva desde septiembre de 2024. En su comunicado, el Copom justificó el movimiento por el desanclaje de expectativas inflacionarias —que alcanzan 5,2 % para 2025 y 3,6 % para 2026— y el hecho de que tanto la inflación total como la subyacente siguen por encima del objetivo del 3 %.

Aunque el consenso esperaba una pausa, el BCB optó por un ajuste adicional preventivo, pero dejó claro que, en adelante, adoptará una postura de espera (“wait and see”) para evaluar el efecto acumulado de la política monetaria. El tono fue decididamente hawkish: se descartaron recortes en el corto plazo y se enfatizó que las próximas decisiones dependerán estrictamente de la evolución de los datos.

En mayo, el IPCA mensual bajó a 0,26 %, con una tasa interanual de 5,32 %, cifra inferior a las estimaciones del consenso, pero aún por encima del rango objetivo. El informe del IBGE mostró que el encarecimiento de la energía residencial (+3,62 %) fue el principal desencadenante de la inflación del mes, mientras los precios de transporte y alimentos presentaron moderaciones significativas.

El real brasileño tuvo una fuerte revalorización, sumando cerca de un 13 % desde principios de año gracias al diferencial de tasas frente al dólar, aunque el BCB advirtió que este efecto solo ayuda parcialmente a moderar la inflación, ya que persisten fuertes presiones internas.

El crecimiento económico, en parte impulsado por los sectores agrícola y de servicios, se mantiene robusto: el PIB creció un 1,4 % en el primer trimestre, y el Gobierno incluso revisó al alza la previsión de crecimiento para 2025 hasta 2,4 %, anticipando un escenario de crecimiento acompañado de monedas y deuda controladas.

 

Colombia

El ministro Germán Ávila confirmó esta semana que el Gobierno presentará ante el Congreso, al inicio de la próxima legislatura, una reforma tributaria estructural con un recaudo estimado de $19 billones, centrada en un rediseño progresivo del sistema: mayor impuesto a la renta para personas naturales de altos ingresos, beneficios para empresas, ajustes al IVA en sectores subtributados y medidas específicas contra la evasión. El articulado incluirá también nuevos tributos a sectores como vapeadores y juegos de azar online, según explicó el ministro, quien reiteró que no se tocarán los ingresos bajos.

En paralelo, Ávila defendió los niveles actuales de deuda del país —que superan el 60 % del PIB— al señalar que están en línea con los estándares de América Latina y que permiten sostener el crecimiento con una política fiscal transicional. Confirmó además que la adhesión de Colombia al banco de los BRICS tendrá un costo aproximado de US$120 millones pagaderos en ocho años.

Uno de los temas de mayor interés esta semana fue el informe sectorial presentado por Credicorp Capital, que analiza el estado actual del sistema bancario colombiano, sus desafíos estructurales y la transformación del modelo de negocio frente a la disrupción digital. El informe parte de una pregunta clave: ¿lo peor ya pasó para los bancos colombianos?. La respuesta, aunque matizada, es moderadamente optimista.

Según Credicorp, el año 2025 ha mostrado una mejora sustancial en los balances bancarios. Al cierre de 2024, el 37 % de los bancos registraban pérdidas, pero esa proporción ha disminuido al 20 %, y la rentabilidad sobre patrimonio (ROAE) subió a 11,3 % en el primer trimestre de 2025, frente al 7,4 % del año anterior. Aun así, la firma advierte que la rentabilidad sigue siendo subóptima para los estándares históricos del sector. Esto ha obligado a las entidades a replantear su estrategia, no solo en términos de tasas sino también en reputación, servicio y cercanía con el cliente.

En particular, Bancolombia es señalado como el jugador con mayor margen de maniobra gracias a un fondeo más estable y barato —por su liderazgo en cuentas de ahorro y corrientes— y una estructura operativa que le ha permitido mantener su balance más protegido frente a la subida de tasas. En contraste, Davivienda fue una de las entidades más golpeadas durante el ciclo crediticio reciente por su alta exposición a créditos de consumo y libre inversión. No obstante, en 2024 recibió una inyección directa de capital por parte del accionista principal, lo que fue interpretado por el mercado como una señal clara de respaldo.

Además, se anticipa que Davivienda podría fusionar operaciones con Scotiabank, lo que podría mejorar su escala y eficiencia, aunque el informe advierte sobre posibles retos de integración cultural y tecnológica, especialmente si no se resuelven a tiempo los cuellos de botella en sistemas y estructuras de toma de decisiones.

El informe también dedica atención al Grupo Aval, al que describe como un actor que busca reposicionarse con una estrategia más agresiva de fondeo y diferenciación, explotando al máximo la segmentación entre sus cuatro bancos. GNB Sudameris, por su parte, presenta una estructura menos rentable debido a una menor proporción de cartera frente al total de activos y una presencia predominante de liquidez. Sin embargo, su apuesta por el crédito de libranza, con bajo riesgo de mora, le ha permitido mantener indicadores de cartera estables.

Finalmente, el informe ofrece una mirada crítica sobre los neobancos. Aunque reconoce su éxito en captación de depósitos —con tasas como el 9,1 % de Nubank, el 9,8 % de Lulo Bank o el 7,7 % de Rappipay, muy por encima del promedio del sistema (2,9 %)—, señala que estos jugadores aún no dominan el negocio del crédito y podrían enfrentar márgenes negativos si no logran balancear colocación y captación. La velocidad con la que han crecido en volumen de fondeo es notable, pero el desafío está en sostener esa escala con rentabilidad operativa real.

En el plano macroeconómico, el Gobierno actualizó sus previsiones de inflación y tasa de interés en el Marco Fiscal de Mediano Plazo. El nuevo escenario plantea un IPC de 4,5 % al cierre de 2025, por encima del objetivo del Banco de la República, que ha debido ralentizar el ritmo de recortes en la tasa de interés, en medio de un contexto global aún incierto.

En cuanto a la inversión extranjera, el país registró en mayo un crecimiento interanual del 3,2 %, el primero en más de un año. No obstante, la IED en petróleo y minería cayó 5,3 % interanual, y el acumulado en los primeros cinco meses sigue 25,8 % por debajo del mismo periodo de 2024. Por su parte, la producción de gas comercializado cayó a 809 MPCD en abril, su nivel más bajo desde la pandemia, con un descenso del 19,2 % anual, arrastrado por condiciones operativas adversas en Casanare y otras regiones clave.

Finalmente, un estudio de Davivienda Corredores reveló que el 58 % de los inversionistas anticipa un aumento de la prima de riesgo soberano, mientras que el 67 % identifica la política fiscal y el nivel de endeudamiento como los riesgos macro más relevantes. Respecto al dólar, 42 % esperan una depreciación global, mientras que otro 42 % no proyectan cambios; en Colombia, el 58 % considera el dólar en un precio justo, frente al 33 % que piensa que está barato.

Síntesis final:

Colombia se prepara para una reforma tributaria con enfoque progresivo, destinada a financiar un ajuste fiscal profundo en un contexto económico complejo: la banca muestra señales de recuperación, pero el sector energético y la producción de gas están en mínimos. La deuda y la vulnerabilidad frente a presiones inflacionarias y geopolíticas mantienen a los inversionistas en alerta, con expectativas crecientes de riesgo y movimientos en tasas y divisas.

 

Renta Variable

El mercado accionario colombiano cerró la semana con un leve retroceso de -0,32 %, ubicándose cerca de los 1.647 puntos. La acción de Cementos Argos lideró las pérdidas con una caída de -2,09 %, mientras que Banco de Bogotá fue el título más favorecido, con una valorización de +1,3 %, reflejando el ajuste técnico más que un cambio estructural en fundamentos.

En los mercados internacionales predominó la volatilidad, con cierres mixtos que evidencian la persistente incertidumbre en torno a la política monetaria estadounidense y las tensiones crecientes en Medio Oriente. En Wall Street, el S&P 500 retrocedió el viernes luego de que Donald Trump amenazara con represalias a Irán, exigiendo concesiones en su programa nuclear, al tiempo que intensificaba la presión pública para que la Reserva Federal acelere un recorte de tasas. No obstante, algunos miembros del banco central ofrecieron declaraciones más moderadas, manteniendo abierta la posibilidad de una reducción en julio.

El sector tecnológico, particularmente las empresas de semiconductores, sufrió retrocesos ante la expectativa de nuevas regulaciones, lo que debilitó el impulso alcista que venía mostrando el Nasdaq. La corrección no fue dramática, pero sí indica una pausa en el rally reciente, en un entorno donde las tensiones bélicas limitan el apetito por riesgo, sin que aún se configure un cambio de tendencia estructural.

En Europa, los principales índices terminaron la semana con un repunte técnico —impulsado por el anuncio de Trump de abrir una ventana de negociación de dos semanas con Irán—, pero no lograron revertir las pérdidas acumuladas en jornadas anteriores. El DAX 40 alemán avanzó 1,3 % tras ser uno de los más golpeados por la corrección reciente, mientras que el FTSE 100 del Reino Unido cayó 0,2 %, afectado por su exposición a sectores regulados. El Euro Stoxx 50, por su parte, cerró con una recuperación de 0,7 %, aunque insuficiente para compensar la tendencia negativa que ha dominado junio.

Cabe resaltar que la renta variable europea ha mostrado mayor vulnerabilidad que su par estadounidense frente al conflicto entre Israel e Irán, debido a la mayor dependencia energética del continente y al repunte del precio del crudo, que presiona costos industriales y expectativas inflacionarias. Adicionalmente, el buen desempeño acumulado en lo corrido del año propicia tomas de utilidad en sectores cíclicos.

En Asia, el tono fue mayoritariamente positivo. El mercado celebró la expectativa de una salida diplomática entre Irán y Estados Unidos que limitaría el riesgo de un nuevo conflicto nuclear. El Hang Seng de Hong Kong repuntó 1,3 %, el CSI 300 de China ganó un leve 0,1 %, mientras que el Topix japonés retrocedió 0,2 %, afectado por la apreciación del yen y la cautela en torno a los estímulos internos.

En términos generales, la semana deja un panorama de alta sensibilidad a los eventos políticos y militares, donde los flujos de capital reaccionan más al riesgo exógeno que a la dinámica corporativa o macroeconómica de corto plazo. La postura de la Fed, el desenlace en Irán y la dirección del petróleo seguirán condicionando el apetito por renta variable en lo que resta de junio.

 

Renta Fija

Los mercados de deuda soberana transitaron una semana de ajustes suaves pero significativos, en un entorno dominado por mensajes ambiguos desde los bancos centrales, preocupaciones fiscales persistentes y tensiones geopolíticas que comienzan a reflejarse en las primas de riesgo de algunos emisores europeos.

En Estados Unidos, los bonos del Tesoro cerraron con valorizaciones, lideradas por el tramo corto de la curva. Los comentarios de Christopher Waller, miembro de la Fed, con un tono moderadamente dovish —al no descartar un recorte de tasas en julio— impulsaron una caída en los rendimientos a 2 y 5 años entre 3 y 4 puntos básicos, mientras que el bono a 10 años retrocedió 1,6 pbs hasta 4,375 %. Como resultado, se observó un leve empinamiento de la curva, con aumentos de entre 2 y 3 pbs en los diferenciales 2s10s y 5s30s. El mercado de futuros ajustó sus expectativas y ahora descuenta cerca de 50 pbs de recorte acumulado hacia diciembre, reforzando la visión de que el ciclo restrictivo estaría próximo a concluir.

En el Reino Unido y Alemania, las curvas soberanas se mantuvieron relativamente estables, con ligeros incrementos en los tramos cortos y medios. En el caso británico, los rendimientos a 1 y 10 años subieron 1,8 y 0,7 pbs, mientras que el spread 1s30s se comprimió hasta 147 pbs. Por su parte, la tasa del Bund alemán a 10 años se mantuvo sin cambios en 2,52 %, reflejando una actitud cauta del mercado frente a la evolución económica. Ambos países registraron compresiones en sus CDS a 5 años, señal de una percepción más contenida del riesgo soberano en la zona núcleo de Europa.

No ocurrió lo mismo en la periferia europea. España experimentó un repunte de su prima de riesgo frente a Alemania, pasando de 58 a 72 pbs en cuestión de días, en medio del deterioro político asociado al caso Koldo y a las crecientes presiones por elecciones anticipadas. Esta ampliación de spreads ocurrió en un contexto donde los diferenciales periféricos ya mostraban sensibilidad ante los riesgos en Medio Oriente y las señales de flexibilidad del BCE —que, si bien reiteró su enfoque gradual, reconoció la persistencia de riesgos elevados en un entorno de bajo crecimiento e inflación contenida—.

En Colombia, el comportamiento de los TES en tasa fija (COP) fue mixto y con sesgo de desvalorización. Los rendimientos subieron entre 0,6 y 19,8 pbs, liderados por el TES 2025, que reflejó una mayor sensibilidad al entorno de liquidez. No obstante, en la parte media de la curva se observaron valorizaciones puntuales: los títulos con vencimiento en 2033 y 2034 cayeron -0,9 y -9,0 pbs, respectivamente, en su tasa de rendimiento. Los TES en UVR, por su parte, mostraron una valorización generalizada con caídas de entre -2,0 y -7,0 pbs a lo largo de la curva, probablemente en reacción a las señales de moderación inflacionaria local.

Desde el frente fiscal, los Depósitos del Tesoro al 13 de junio se ubicaron en COP $11,13 billones, lo que representa una caída anual de -15,7 %. Esta reducción —que mantiene la caja por debajo del promedio histórico— fue parcialmente explicada por el vencimiento de un TCO por COP $6,06 billones, así como por los rezagos en el flujo de ingresos del Gobierno. En respuesta, el Ministerio de Hacienda anunció la creación de una “reserva estratégica de liquidez” por COP $20 billones, que será financiada mediante operaciones repo con la banca internacional, con el objetivo de restablecer el margen operativo y evitar tensiones innecesarias en el mercado secundario.

En resumen, la semana dejó señales mixtas. El mercado de deuda estadounidense consolida su expectativa de giro monetario, mientras que Europa enfrenta nuevas presiones en su periferia por motivos políticos. En Colombia, el mercado sigue reflejando la fragilidad fiscal y los desequilibrios de liquidez, a pesar de algunas señales de alivio en los tramos medios de la curva.

 

Divisas

El peso colombiano (COP) tuvo una semana de alta sensibilidad a los factores externos, logrando una apreciación acumulada de 0,87 %, impulsada por un entorno internacional favorable, menor aversión al riesgo y flujos de oferta asociados al nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP). La divisa llegó a cotizar en un mínimo de COP $4.055 por dólar, su nivel más bajo desde agosto de 2024, reflejando el optimismo de los inversionistas ante una mayor disponibilidad de dólares en el mercado a partir de julio, así como una menor presión derivada del frente fiscal en el corto plazo.

Sin embargo, el viernes se registró un cambio abrupto de tendencia, luego del anuncio del presidente Gustavo Petro que elevó el riesgo político interno y frenó la trayectoria bajista. La tasa de cambio cerró en COP $4.094, con un máximo intradía de COP $4.101, en un contexto marcado por la cautela de los operadores ante la posibilidad de nuevas tensiones institucionales. Aunque el volumen transado continúa siendo alto, la estabilidad del COP dependerá en adelante de que se mantenga la credibilidad sobre la estrategia de manejo de deuda del Gobierno, así como del comportamiento del flujo comercial.

En los mercados globales, el dólar estadounidense se mantuvo cerca de sus niveles mínimos de los últimos dos años, aunque logró conservar su rol de activo refugio frente al aumento de la incertidumbre geopolítica. El índice DXY, que mide la fortaleza del dólar frente a una canasta de seis divisas principales, se sostuvo por encima de 98 puntos, apoyado parcialmente por el anuncio de Trump de aplazar por dos semanas una posible acción militar en Irán. Sin embargo, las expectativas de recortes de tasas por parte de la Fed y los débiles datos manufactureros limitaron el impulso alcista del billete verde.

El euro consolidó su avance y se mantuvo por encima de 1,15 dólares, con una ganancia mensual de 1,66 % y una apreciación anual de 7,75 %. La divisa europea se vio favorecida por una menor tensión geopolítica y por la divergencia entre las posturas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) —que ya inició recortes— y el Banco de Inglaterra (BoE), que mantuvo su tasa pero con un tono más moderado. Esta dinámica también permitió al euro avanzar frente a la libra esterlina, reflejando el mayor apetito por activos de la zona euro en un entorno de recuperación gradual y menor inflación.

La libra esterlina, por su parte, cerró la semana debilitada en torno a los 1,34 dólares, presionada por malos datos de ventas minoristas en mayo y por el tono ambiguo del BoE en su última reunión. Aunque la decisión fue mantener las tasas sin cambios, tres de los nueve miembros del comité votaron por un recorte de 25 pbs, lo que reforzó las expectativas de una flexibilización en agosto. La libra acumuló pérdidas frente al dólar y al euro, arrastrada también por la creciente preocupación sobre el impacto de nuevas tarifas comerciales en medio del contexto global volátil.

En síntesis, los mercados de divisas navegaron la semana entre dos fuerzas contrapuestas: por un lado, la expectativa de estímulos monetarios, y por otro, los focos de tensión geopolítica y los riesgos idiosincráticos. El peso colombiano logró capitalizar el entorno externo, pero vuelve a depender de la narrativa política interna para sostener su valorización reciente.

 

Commodities

Los precios del petróleo se dispararon durante la semana, impulsados por el recrudecimiento del conflicto entre Israel e Irán, que volvió a encender las alarmas sobre la seguridad del suministro energético global. Aunque el viernes el Brent corrigió un -3,1 %, el barril se mantiene alrededor de un 10 % por encima de su nivel previo al inicio de las hostilidades, reflejando la prima de riesgo que los mercados incorporan ante una eventual interrupción de flujos por el estrecho de Ormuz. Las tensiones se han visto moderadas hacia el cierre de semana por el anuncio de Donald Trump de postergar por dos semanas cualquier decisión de intervención directa, lo que introdujo un breve alivio especulativo pero no disipa la percepción de vulnerabilidad regional.

En contraste, el oro cerró su primera caída semanal en lo que va de junio, con una disminución superior al 2 %, situándose en torno a los US$3.350 la onza. El metal precioso, que había alcanzado máximos históricos por encima de US$3.500 en abril, perdió tracción ante un alivio parcial de las tensiones geopolíticas y las recientes declaraciones de la Reserva Federal, que reforzaron el escenario de un menor número de recortes de tasas en 2025. El cambio de expectativas restó atractivo al oro como refugio, al tiempo que algunos inversionistas comenzaron a rotar hacia el platino, cuya relación precio/riesgo luce más favorable en el corto plazo.

Las proyecciones de los grandes bancos reflejan esa divergencia de criterio: Goldman Sachs reafirmó su visión alcista con un precio objetivo de US$4.000 la onza para 2026, mientras que Citigroup anticipa una corrección hacia niveles por debajo de US$3.000 en el mismo periodo. En el mercado spot, el oro retrocedió 0,6 % al cotizarse en US$3.351,53, La plata y el platino también cayeron, mientras que el paladio registró una ligera alza.

Por su parte, los futuros del cobre extendieron las pérdidas y cerraron en torno a US$4,76 por libra, presionados por señales de que se avecina una fase de desacumulación de inventarios en Estados Unidos, justo después del pico de compras corporativas del primer semestre. La inquietud se profundizó tras conocerse que las reservas globales de cobre han caído casi 80 % en lo que va del año, un fenómeno que ahora podría revertirse si las empresas reducen sus importaciones como respuesta preventiva a los nuevos aranceles anunciados por Trump.

Adicionalmente, el hallazgo en Argentina de uno de los yacimientos más grandes de los últimos 30 años —con estimaciones de 13,2 millones de toneladas de cobre y más de 80 millones de onzas de oro y plata— introdujo una presión estructural bajista sobre los precios de los metales industriales. A esto se suma el nerviosismo por el posible involucramiento militar de EE. UU. en el conflicto de Medio Oriente, lo que mantiene en vilo a los inversionistas y acentúa la volatilidad del mercado de materias primas.

En conjunto, la semana estuvo marcada por un reordenamiento táctico de portafolios, donde el petróleo volvió a capturar flujos ante la amenaza geopolítica, mientras que el oro y el cobre se vieron condicionados por ajustes en las expectativas de política monetaria y nuevos factores estructurales de oferta

 

¿Qué tendría que pasar para que el dólar pierda su hegemonía global?

Un escenario aún improbable, pero no imposible.

Durante más de siete décadas, el dólar estadounidense ha dominado el sistema monetario internacional, funcionando como moneda de reserva global, medio de pago internacional, unidad de cuenta para commodities y activo de refugio por excelencia. Sin embargo, como todo orden monetario, su supremacía no es eterna. Para que el dólar pierda esa posición, tendrían que confluir varios factores de tipo económico, institucional, geopolítico y tecnológico. A continuación se analizan, con cifras actualizadas, las condiciones que tendrían que cumplirse.

 

  1. Debilitamiento estructural del dólar y de EE. UU. como emisor soberano
  • Exceso de deuda pública: La deuda del gobierno federal de EE. UU. ya supera los US$34,8 billones, equivalente a más del 123 % del PIB, según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO). Este nivel compromete la sostenibilidad fiscal y erosiona la confianza de largo plazo en los bonos del Tesoro, aún considerados el activo libre de riesgo global.
  • Déficit fiscal crónico: El déficit federal supera el 6 % del PIB y se proyecta como estructural hasta al menos 2035. Solo en 2024, el déficit fue de US$1,9 billones, financiado casi en su totalidad con deuda. Esta dinámica reduce el margen fiscal y debilita la credibilidad del Tesoro como garante del orden monetario global.
  • Inflación e incertidumbre monetaria: Aunque la inflación ha cedido desde su pico en 2022, el índice PCE —referente para la Fed— se mantiene cerca del 2,7 % anualizado, aún por encima de la meta del 2%. Si el mercado percibe que la Reserva Federal cede a presiones políticas y comienza a monetizar el déficit, el dólar podría perder su ancla de estabilidad.
  • Pérdida de la triple A: Las tres principales agencias calificadoras —S&P, Fitch y Moody’s— han retirado oficialmente la calificación más alta (AAA) a Estados Unidos. La más reciente fue Moody’s, que el 16 de mayo de 2025 rebajó la nota de Aaa a Aa1, citando debilidad institucional y deterioro fiscal persistente. Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que el dólar carece del respaldo pleno de las tres agencias más influyentes, lo que refuerza la percepción de que su hegemonía ya no es incuestionable.

 

 

  1. Consolidación de un rival sistémico con capacidad de reemplazo
  • Reservas internacionales: El dólar representa el 58,4 % de las reservas mundiales (datos del FMI, Q4 2024), aunque ha descendido desde el 71 % que ostentaba en 1999. El euro representa el 20 %, el yen el 5,5 % y el yuan apenas el 2,3 %, a pesar del creciente peso económico de China.
  • Peso comercial vs. peso monetario: China es el primer exportador mundial y representa cerca del 18 % del PIB global en PPA, pero su moneda sigue rezagada por falta de convertibilidad, controles de capital, baja transparencia institucional y una escasa profundidad financiera internacional.
  • Deuda global en dólares: Más del 60% de la deuda emitida fuera de EE. UU. está denominada en dólares. Esto refleja la ausencia de una alternativa que ofrezca la misma liquidez, aceptación global y estabilidad jurídica que los activos en USD.
  • Eurozona fragmentada: Aunque el euro es la única alternativa institucional sólida al dólar, su uso internacional se estancó tras la crisis de deuda soberana de 2010–2012. La falta de una unión fiscal y de un Tesoro europeo limita su capacidad para fungir como divisa de reserva global.

 

 

  1. Reconfiguración geopolítica y tecnológica del sistema internacional
  • Avance de acuerdos de desdolarización: Entre 2023 y 2024, más de 25 acuerdos bilaterales entre países del bloque BRICS y aliados (India–Rusia, China–Brasil, Emiratos–China, entre otros) promovieron el uso de monedas locales en el comercio de energía, alimentos y tecnología. Sin embargo, estos acuerdos representan una fracción marginal del comercio mundial.
  • Expansión del CIPS y sistemas paralelos: El sistema chino de pagos interbancarios CIPS procesa actualmente más de US$14 billones anuales, pero sigue siendo pequeño frente a los US$150 billones del sistema SWIFT. Además, más del 90 % de las transacciones en yuanes todavía requieren la intermediación del Banco Popular de China, lo que limita su autonomía financiera.
  • Disrupción tecnológica y monedas digitales: Más de 130 bancos centrales en el mundo están explorando o probando monedas digitales (CBDC). Aun así, ninguna ha reemplazado al dólar en pagos transfronterizos. El yuan digital podría convertirse en una herramienta de proyección geoeconómica si logra integrarse de forma efectiva a la estrategia comercial de China.
  • Fragmentación geoeconómica: Las tensiones entre EE. UU. y China, las sanciones impuestas a Rusia, y la competencia tecnológica en sectores como semiconductores, inteligencia artificial y energía están empujando hacia una economía global más fragmentada. Este fenómeno favorece el surgimiento de sistemas monetarios regionales, pero aún sin capacidad de sustituir al dólar.

Conclusión

El dólar conserva su hegemonía por la convergencia de confianza institucional, profundidad de mercado, liderazgo financiero, sistema jurídico sólido y respaldo militar. No domina por imposición, sino porque aún no existe una alternativa que ofrezca las mismas garantías sistémicas.

Sin embargo, los síntomas de fatiga del sistema dólar ya son visibles: crecimiento de la deuda, deterioro fiscal, tensiones geopolíticas, surgimiento de arquitecturas paralelas y avances en desdolarización. El riesgo de un colapso súbito es bajo, pero la erosión progresiva de su hegemonía podría gestarse si se consolida un rival sistémico con credibilidad, convertibilidad, liquidez y respaldo institucional.

Como escribió Barry Eichengreen:

“El dólar dejará de ser la moneda dominante no cuando otra lo derrote, sino cuando Estados Unidos traicione las condiciones que lo hicieron dominante.”

Nota institucional – Asesores Financieros

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Las opiniones aquí expresadas buscan enriquecer el debate técnico sobre la evolución del sistema monetario internacional, en un contexto de transformación económica y geopolítica global. La información presentada no debe interpretarse como una crítica al orden vigente, sino como una lectura estructural del entorno financiero actual.

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Enrique Ariza

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