Resumen Económico de la Semana del 19 al 23 de Mayo de 2025

Resumen Ejecutivo

La semana del 19 al 23 de mayo estuvo marcada por un entorno de alta volatilidad en los mercados internacionales, con foco en Estados Unidos, donde el Congreso aprobó el ambicioso paquete fiscal “One Big Beautiful Bill”, detonando inquietudes sobre sostenibilidad de la deuda, inflación y deterioro del perfil crediticio del país. La rebaja de calificación por parte de Moody’s y el alza en los rendimientos de los bonos del Tesoro reflejan un giro en la percepción global sobre la estabilidad fiscal estadounidense, mientras las amenazas arancelarias del expresidente Donald Trump reviven el fantasma de una nueva guerra comercial.

En Europa, el enfriamiento económico se consolidó con la caída del PMI compuesto y la revisión a la baja de las proyecciones de crecimiento. A pesar de esto, el histórico acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea para restablecer vínculos post-Brexit ofrece una luz de estabilidad institucional y estratégica en medio del estancamiento económico. En China, los indicadores de abril sugieren una moderación del impulso económico, con apoyo limitado desde el estímulo monetario. Las ventas minoristas y la inversión urbana mostraron debilidad, mientras persisten las tensiones en el sector inmobiliario.

Pero el foco más crítico —y potencialmente disruptivo— emergió desde Japón, donde la reciente subasta de deuda soberana registró la menor demanda desde 1987. Los rendimientos de los bonos a 30 y 40 años se dispararon por encima del 3%, en un entorno donde el Banco de Japón ha comenzado a desmontar su política ultraexpansiva. Con una deuda pública que supera el 240% del PIB y sin respaldo total del banco central, el país enfrenta un punto de inflexión. La repatriación de capital por parte de aseguradoras y fondos japoneses —principales tenedores de bonos del Tesoro estadounidense y activos europeos— podría desatar un efecto dominó de liquidez, volatilidad y ajuste en los mercados globales de renta fija, afectando especialmente a emergentes.

En América Latina, México evitó la recesión técnica por escaso margen, pero enfrenta riesgos crecientes desde el frente comercial, especialmente por nuevos aranceles de EE. UU. a exportaciones automotrices, acero y remesas. En Colombia, la presión fiscal y el deterioro del recaudo aumentan el riesgo de rebaja crediticia. El alza en los precios de la vivienda nueva —más que reflejar un dinamismo saludable— evidencia presiones sobre el consumo de los hogares y dificultades crecientes de acceso a vivienda formal, en un entorno de tasas reales elevadas y desaceleración del empleo asalariado. Aunque el peso colombiano se ha fortalecido en las últimas semanas, la persistente informalidad laboral y la rigidez del gasto público continúan debilitando la posición estructural del país frente a los mercados.

Los mercados financieros reflejaron este entorno adverso: caída generalizada en renta variable, presiones alcistas en las curvas de deuda soberana y fortalecimiento de los metales como refugio ante el aumento global de la aversión al riesgo. En especial, el oro subió 4.8% y el cobre 5.3%, en un escenario donde los inversionistas privilegian activos tangibles frente al deterioro de la confianza en títulos públicos.

Esta edición concluye con la columna editorial “Renta fija en tiempos de desconfianza: el mercado habla antes que los bancos centrales”, una reflexión estructurada a partir del análisis del gestor Mike Riddell sobre la pérdida de credibilidad fiscal en las principales economías del mundo. En ella se examina cómo los mercados de deuda están exigiendo nuevas primas de riesgo, anticipando ajustes que podrían redefinir el equilibrio global entre gobiernos, bancos centrales e inversionistas.

Estados Unidos — Reforma fiscal, tensiones comerciales y señales de estanflación agitan los mercados

La semana estuvo marcada por un giro radical en la política económica de Estados Unidos, con implicaciones profundas tanto a nivel doméstico como internacional. El evento central fue la aprobación en la Cámara de Representantes del ambicioso proyecto “One Big Beautiful Bill Act”, una pieza legislativa que condensa buena parte de la agenda del segundo mandato de Donald Trump. El paquete incluye la extensión de los recortes fiscales de 2017, exenciones impositivas dirigidas al sector servicios, nuevos incentivos al consumo —como deducciones por vehículos fabricados en EE. UU. y cuentas de ahorro infantil con aporte estatal— y recortes en programas sociales como Medicaid y SNAP, enmarcados en una lógica de endurecimiento de requisitos y exclusión para inmigrantes indocumentados.

La reforma, aprobada por un solo voto, también refuerza la seguridad fronteriza con mayores fondos para el muro, bonificaciones para la Patrulla Fronteriza y una tasa adicional para solicitudes de asilo. Aunque el impacto inmediato puede ser expansivo vía consumo e inversión pública, el costo fiscal es significativo: estimaciones del Committee for a Responsible Federal Budget proyectan que la ley podría añadir entre $3.3 y $5.2 billones al déficit hacia 2034, en un contexto en el que la deuda pública ya alcanza el 98% del PIB y las tasas de interés a largo plazo presionan fuertemente el costo del endeudamiento. La última subasta del Tesoro a 20 años reflejó este nerviosismo: el rendimiento alcanzó 5.127%, el nivel más alto desde noviembre de 2023, señal de que los inversionistas están exigiendo primas adicionales para financiar a un Estado con credibilidad fiscal en deterioro.

El malestar no se limitó al plano financiero. Moody’s rebajó la calificación soberana de EE. UU., sumándose a Fitch y S&P en una tendencia que amenaza con erosionar el estatus del bono estadounidense como refugio global. A su vez, flujos de capital comienzan a migrar hacia otros activos y monedas, reflejando un cambio de percepción estructural sobre la sostenibilidad fiscal y la estabilidad macroeconómica de la economía norteamericana.

En el plano comercial, Trump anunció nuevos aranceles del 50% a todas las importaciones desde la Unión Europea, con entrada en vigor desde el 1 de junio. Esta medida —difundida inicialmente en redes sociales— refuerza la narrativa proteccionista de su administración, argumentando que la UE impone barreras injustas y mantiene un superávit “inaceptable” con EE. UU. La reacción de los mercados fue inmediata: caída del 2% en las bolsas europeas, correcciones en los futuros de Wall Street y renovados temores de una guerra comercial a gran escala.

Estas políticas se dan en medio de crecientes señales de estanflación. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase, advirtió sobre la peligrosa combinación de crecimiento estancado y alta inflación. Datos recientes validan esa preocupación: los aranceles introducidos en 2025 podrían recortar el crecimiento del PIB en 0.8 puntos porcentuales, aumentar el desempleo en 0.4 pp y elevar la inflación en 2.2%, según un estudio de Yale. La Reserva Federal enfrenta así un dilema complejo: endurecer su postura monetaria para contener la inflación podría sofocar aún más una economía con síntomas claros de desaceleración.

En cuanto al desempeño económico, el panorama fue mixto. La confianza del consumidor cayó por quinto mes consecutivo, afectada por la incertidumbre arancelaria y el temor a una recesión. Sin embargo, la actividad empresarial repuntó en mayo gracias a una tregua temporal en el frente comercial con China. Pese a ello, las demoras manufactureras alcanzaron su punto más alto en 31 meses, mientras las presiones de costos siguen al alza.

En el sector corporativo, el consumo mostró señales dispares. Target reportó caída en ventas y redujo proyecciones, mientras que TJX Companies (matriz de T.J. Maxx y Marshalls) superó expectativas, beneficiada por un consumidor más sensible al precio. En paralelo, el sector turismo se contrajo de manera sorpresiva: EE. UU. será el único país entre 184 economías que verá una caída en ingresos por turismo internacional en 2025, con una pérdida estimada de $12.5 mil millones.

Por último, destaca la autorización presidencial para que Nippon Steel adquiera participación en US Steel, bajo el compromiso de mantener su sede en Pittsburgh. La operación —valorada en $14 mil millones y con la promesa de 70.000 nuevos empleos— busca reforzar la producción nacional y contener las críticas por desindustrialización, aunque también se interpreta como un gesto geopolítico hacia Japón en medio de crecientes tensiones con China y la UE.

En síntesis, el balance de la semana en Estados Unidos revela un entorno volátil, donde el impulso fiscal convive con un deterioro acelerado en la credibilidad fiscal, tensiones comerciales y señales claras de vulnerabilidad estructural. La publicación de las minutas del FOMC, la segunda estimación del PIB del primer trimestre y el índice de precios PCE —clave para la Reserva Federal— marcarán el ritmo de la próxima semana, en la que el desafío será sostener la estabilidad sin sacrificar el ya debilitado crecimiento económico.

Europa — La eurozona vuelve a la contracción y el Reino Unido busca recomponer la relación post-Brexit

La semana cerró con señales claras de fragilidad en la recuperación europea. El informe de primavera de la Comisión Europea recortó las proyecciones de crecimiento para la eurozona en 0,4 puntos porcentuales para 2025 y 0,2 puntos para 2026, advirtiendo sobre los efectos de la incertidumbre comercial y el estancamiento en la inversión. El único país que escapa a esta revisión negativa es España, cuya expectativa para 2025 se eleva a 2,6%, aunque ajusta a la baja para 2026. En el frente inflacionario, el reporte destaca que los riesgos ahora se inclinan a la baja y proyecta que el objetivo del 2% se alcanzará a mediados de este año, gracias a la moderación en los precios energéticos, la apreciación del euro y la debilidad de la demanda.

No obstante, los datos actuales apuntan a un entorno más complejo. El PMI compuesto de la eurozona cayó en mayo a 49,5 puntos, rompiendo una racha de cuatro meses de expansión y reflejando una contracción generalizada, especialmente en el sector servicios —que retrocedió a su nivel más bajo desde noviembre de 2024—. Aunque las manufacturas resistieron levemente, gran parte de esta resiliencia se atribuye a la anticipación de nuevos aranceles, más que a una mejora estructural. Alemania y Francia, los dos motores de la región, también registraron contracción: el PMI compuesto alemán se ubicó en 48,6 puntos y el francés en 48,0, confirmando que la actividad privada se debilita incluso en las economías más robustas del bloque.

En Alemania, el índice Ifo de confianza empresarial repuntó levemente a 87,5, impulsado por las expectativas de estímulos fiscales en defensa e infraestructura, aunque estas medidas aún no están incorporadas en las proyecciones oficiales. La revisión del PIB del primer trimestre mostró un crecimiento del 0,4%, el doble de lo inicialmente estimado, lo cual ofrece un atisbo de optimismo en medio del pesimismo comercial. Francia, por su parte, mostró una leve mejora en manufacturas, pero el sector servicios sigue siendo un lastre para la economía, con debilidad en la creación de empleo y una aceleración preocupante de los costos.

En este contexto, el Reino Unido y la Unión Europea sorprendieron con un acuerdo histórico para “reiniciar” su relación post-Brexit. El pacto flexibiliza restricciones sobre viajes y trabajo, elimina controles sanitarios en productos agroalimentarios, extiende el acceso de barcos europeos a aguas británicas hasta 2038 y restituye el acceso de estudiantes británicos al programa Erasmus. Además, se firmó un nuevo esquema de cooperación en defensa que permitirá a empresas británicas participar en contratos europeos, todo esto en un momento en que Europa busca reforzar su autonomía estratégica ante la creciente incertidumbre en la relación transatlántica.

El acuerdo, que ha sido recibido con entusiasmo por Bruselas, también desató críticas internas en el Reino Unido —principalmente desde la derecha populista— que acusan al gobierno de Keir Starmer de ceder soberanía. A pesar de las tensiones políticas, el pacto marca un cambio de tono sustancial y podría aportar estabilidad a una relación que ha sido fuente constante de fricción económica y diplomática desde 2016. Tanto von der Leyen como Starmer coincidieron en que este es un punto de inflexión: una oportunidad para dejar atrás años de confrontación y centrarse en objetivos comunes en comercio, energía, defensa y juventud.

Sin embargo, la eurozona enfrenta aún una recuperación desigual. La confianza empresarial cayó al nivel más bajo en 19 meses, con la debilidad del sector servicios como principal responsable. Aunque algunos fabricantes han mostrado señales de recuperación —gracias a la reducción en costos energéticos y repuntes leves en pedidos—, el impulso sigue siendo frágil. El Banco Central Europeo, ante este escenario, se enfrenta al dilema de cómo ajustar los tipos de interés con cautela: la moderación de la inflación ofrece espacio para recortes, pero la persistencia de presiones salariales, especialmente en servicios, exige prudencia.

En síntesis, Europa navega una fase de alta complejidad: mientras los datos actuales indican estancamiento en el núcleo del bloque, los acuerdos estratégicos —como el pacto con el Reino Unido y los nuevos programas fiscales en Alemania— podrían sembrar la base de una recuperación más sostenida. La clave estará en la capacidad de transformar esta voluntad política en acciones concretas y coordinadas, en un entorno global cada vez más incierto y competitivo.

Asia:

Japón — Al borde del abismo: la economía más endeudada del planeta enfrenta una crisis silenciosa con potencial de contagio global

Mientras los mercados centran su atención en las tensiones comerciales entre potencias o en los recortes de calificación soberana de Estados Unidos, una amenaza estructural se gesta —casi inadvertida— en una de las economías más relevantes del sistema financiero internacional: Japón. Esta semana, el país vivió un episodio inédito. La más reciente subasta de deuda pública registró la menor demanda desde 1987, desatando un desplome en la confianza de los inversionistas y un fuerte repunte en los rendimientos de los bonos a largo plazo: el bono a 30 años superó el 3%, y el de 40 años escaló hasta el 3,6%, niveles no vistos en décadas.

Considerado durante años el “laboratorio” de la deuda ilimitada, Japón enfrenta ahora los límites de su modelo. La estrategia de emisión sin restricciones —respaldada por el Banco de Japón mediante programas de flexibilización cuantitativa desde 2001— permitió sostener una economía débil, evitar la deflación y mantener los tipos de interés en mínimos históricos. Sin embargo, con una deuda que supera el 240% del PIB y una inflación que obliga a endurecer la política monetaria, el país ha llegado a un punto de inflexión que podría desestabilizar tanto su economía como los mercados globales.

El Banco de Japón ha reducido su balance en más de USD 170.000 millones en deuda soberana y, tras abandonar por primera vez en 17 años los tipos negativos, elevó su tasa de interés al 0,5%. Esta decisión busca contener una inflación que supera el 3,5%, pero también ha dejado sin respaldo directo la colocación de nueva deuda, lo que ha generado una fuga de compradores y un aumento acelerado en los costos de financiamiento.

Lo más preocupante, sin embargo, no está en el mercado interno. Japón es el mayor tenedor extranjero de deuda estadounidense, con USD 1,13 billones en bonos del Tesoro, y sus aseguradoras y fondos administran más de USD 2,6 billones en activos, gran parte de ellos invertidos en bonos y acciones de economías desarrolladas. Según el Banco Central de Japón, los inversionistas nipones mantienen USD 2,3 billones en bonos extranjeros, incluyendo USD 750.000 millones en bonos europeos y más de USD 700.000 millones en acciones en Wall Street, lo que representa cerca del 6,6% del total de acciones en manos extranjeras en EE. UU.

Si estos inversionistas —presionados por las pérdidas acumuladas en bonos adquiridos durante la era de tasas ultrabajas— comienzan a repatriar capital hacia títulos locales que hoy ofrecen rendimientos más atractivos, el efecto dominó será inevitable. Esta reorientación de flujos podría erosionar la demanda por bonos del Tesoro de EE. UU., elevar sus rendimientos, generar correcciones en los mercados bursátiles y restringir la liquidez en economías emergentes.

Como advirtió Mike Riddell, gestor de Fidelity, si el colapso de los bonos japoneses de largo plazo no se contiene, podría desatar una ola de contagio en los mercados globales de renta fija. Desde J.P. Morgan y Société Générale se alerta sobre un ajuste severo: bancos, aseguradoras y fondos que compraron bonos a tasas del 0,5% enfrentan hoy pérdidas masivas no realizadas, similares a las que precipitaron la caída de Silicon Valley Bank.

Japón no solo representa un actor clave por su peso económico. Durante décadas, su política monetaria definió el piso global de tasas. Si ese ancla desaparece, se altera el conjunto de referencias de riesgo y rentabilidad en los mercados internacionales. Hoy, Japón enfrenta una tormenta perfecta: endeudamiento extremo, inflación ascendente, retiro de estímulos, debilitamiento de la demanda y un sistema financiero global profundamente expuesto a sus decisiones.

El “gigante dormido” de la deuda ha comenzado a moverse. Y si cae, no lo hará solo.

 

China — Señales de desaceleración al inicio del segundo trimestre, pero con bases aún sólidas

La economía china mostró una ralentización moderada en abril, marcando un inicio de segundo trimestre menos dinámico que marzo. Si bien el ritmo de expansión sigue siendo positivo, los últimos datos sugieren que la recuperación enfrenta obstáculos estructurales que limitan su tracción. La producción industrial creció un 6,1% interanual, por debajo del 7,7% observado en marzo, aunque aún por encima del promedio de 5,6% registrado en 2024. Las ventas minoristas avanzaron un 5,1% interanual, también por debajo del mes anterior, pero significativamente más fuertes que el promedio del año pasado (3,3%). En tanto, la inversión en zonas urbanas se mantuvo estable con una expansión cercana al 4% interanual.

Este enfriamiento ocurre tras la tregua comercial recientemente alcanzada con Estados Unidos, lo que ha generado cierto alivio en los mercados externos y abrió espacio para una mejora de corto plazo en la confianza empresarial. El comercio exterior, que sigue siendo un pilar clave para la economía china, podría beneficiarse de esta distensión temporal, mientras que las empresas locales muestran una actitud algo más optimista frente a los pedidos internacionales.

No obstante, el panorama doméstico continúa tensionado. El Banco Popular de China redujo sus tasas de interés oficiales en un intento por estimular el crecimiento y contener la caída en la confianza del consumidor. Pero el impacto de esta política podría ser limitado si no se aborda el principal lastre de la economía: la crisis persistente del sector inmobiliario, que sigue afectando tanto a la inversión privada como al sentimiento general de los hogares. A esto se suma un entorno de consumo debilitado, donde las decisiones de gasto continúan marcadas por la prudencia y la incertidumbre sobre los ingresos futuros.

A pesar del impulso monetario y de las señales de estabilidad externa, la combinación de baja confianza, deuda corporativa elevada y un mercado inmobiliario en reestructuración mantiene contenida la recuperación. Las autoridades han evitado medidas de estímulo masivo, optando por intervenciones más calibradas —especialmente a nivel provincial—, lo que permite evitar desequilibrios mayores, pero limita el impacto inmediato sobre el crecimiento.

En suma, China mantiene un ritmo de expansión positivo, pero enfrenta una transición compleja en su modelo económico. Si bien la tregua con EE. UU. ofrece un respiro para su sector externo, el desafío interno sigue siendo recuperar el dinamismo del consumo y contener las vulnerabilidades del sistema financiero sin recurrir a herramientas que comprometan la sostenibilidad a largo plazo.

 

México — Crecimiento marginal evita la recesión, pero el frente externo impone nuevas amenazas

México logró esquivar una recesión técnica al cierre del primer trimestre de 2025, gracias a un crecimiento del 0,2% en términos trimestrales, en línea con lo anticipado por el INEGI. A escala anual, el Producto Interno Bruto se expandió un 0,6%, impulsado principalmente por el sólido desempeño de las actividades primarias, que crecieron 7,8% trimestral y 6,7% anual. En contraste, las actividades secundarias —como la industria manufacturera— y las terciarias —comercio y servicios— mostraron un comportamiento débil, con caídas del 0,1% en el trimestre y una contracción del 1,3% anual en el sector industrial.

Aunque estos datos permiten evitar técnicamente una recesión, la perspectiva para el segundo trimestre es menos favorable. El IMEF advirtió sobre una posible contracción económica, motivada por factores como la cancelación de exportaciones de ganado vivo a EE. UU. —debido a la detección del gusano barrenador—, el incremento de aranceles estadounidenses y la creciente incertidumbre política en torno al poder judicial. La prohibición ganadera podría implicar pérdidas cercanas a USD 1.300 millones en exportaciones, mientras que la imposición de gravámenes sobre sectores clave, como el acero, el aluminio y el sector automotriz, amenaza con reducir la competitividad de México en el marco del TMEC.

En el frente comercial, la presidenta Claudia Sheinbaum mantiene una línea de diálogo con el presidente Donald Trump, quien esta semana lideró la aprobación del masivo plan fiscal estadounidense, que incluye un polémico impuesto del 3,5% a las remesas enviadas desde EE. UU. al exterior. Aunque la tasa fue reducida desde un inicial 5%, el gobierno mexicano ha calificado el gravamen como discriminatorio y contrario al convenio bilateral que prohíbe la doble tributación. Sheinbaum aseguró que continuará las gestiones diplomáticas —ahora con senadores republicanos y demócratas— para eliminar completamente el impuesto a las remesas, que representan casi el 4% del PIB nacional y totalizaron USD 64.745 millones en 2024, consolidando a México como el segundo mayor receptor global de estas divisas.

El diálogo entre ambos mandatarios también ha girado en torno a las tarifas sobre exportaciones que no cumplen con el contenido regional exigido por el TMEC, especialmente en el sector automotriz. Con las nuevas reglas, México enfrenta aranceles del 25% sobre acero y aluminio, así como sobre vehículos con componentes no estadounidenses. La revisión del TMEC aún no ha sido abordada formalmente, pero la intensidad de las fricciones comerciales anticipa que será un tema prioritario para los próximos meses.

En contraste con las presiones externas, el país mostró un desempeño positivo en atracción de capital. Según cifras oficiales, la inversión extranjera directa alcanzó USD 21.400 millones en el primer trimestre, un récord histórico que representa un incremento del 5,4% frente al mismo período de 2024. Este dinamismo refleja el atractivo estructural del país en sectores como manufactura avanzada, energía e industria farmacéutica, pese al entorno de incertidumbre comercial.

En síntesis, México transita una coyuntura ambivalente: evita la recesión con lo justo, atrae inversión extranjera en niveles récord, pero enfrenta un entorno externo crecientemente hostil. La capacidad del gobierno para gestionar las tensiones con Washington y preservar la competitividad exportadora será decisiva en la trayectoria del crecimiento para el segundo semestre de 2025.

 

Colombia: repunte en precios de vivienda nueva, debilidad estructural en el recaudo y señales de alerta fiscal

Durante el primer trimestre de 2025, el Índice de Precios de la Vivienda Nueva (IPVN) aumentó 3,46% frente al trimestre anterior, según el DANE, lo que representa una aceleración frente al mismo periodo de 2024 (2,64%). En la comparación anual, los precios avanzaron 9,93%, con un alza del 10,09% en apartamentos y del 6,15% en casas. Las ciudades con mayores incrementos fueron Cúcuta (22,55%), Popayán (18,32%) y Armenia (7,49%), mientras que Neiva (-4,15%) y Pasto (-1,87%) registraron caídas. Por estratos socioeconómicos, se destacaron Armenia (estrato alto: 10,64%), Pereira (7,86%) y Cali (estrato bajo: 6,80%), con retrocesos en los segmentos altos de Medellín y Barranquilla.

En el frente tributario, la DIAN reportó un recaudo acumulado de $94,62 billones a abril, de los cuales el 83,35% provino de la economía interna. Solo en abril se recaudaron $22,38 billones, liderados por retención en la fuente sobre la renta ($8,23 billones), el impuesto de renta ($6,36 billones) y tributos aduaneros ($4,12 billones). Se destacó el uso de Títulos de Devolución de Impuestos (TIDIS) por $2 billones. A través de acciones de fiscalización y control, la entidad logró $15,47 billones adicionales, siendo clave la gestión masiva y la persuasiva.

A pesar de estos esfuerzos, el país enfrenta una fragilidad fiscal estructural. El déficit del Gobierno Nacional Central cerró en 6,7% del PIB en 2024 y podría bordear el 6% este año, muy por encima del objetivo del Plan Financiero (5,1%). A marzo, el rezago del recaudo superaba el 8%, con débiles resultados en el IVA y renta empresarial. En este entorno, Moody’s ha reiterado que el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) debe ir más allá del diagnóstico e incluir medidas creíbles y sostenibles de ajuste fiscal.

La posibilidad de una rebaja en la calificación crediticia de Colombia —que lo ubicaría en grado especulativo pleno— tendría impactos severos: saldrían flujos institucionales, se encarecería el acceso al financiamiento externo y aumentaría la volatilidad cambiaria. En los mercados, la prima de riesgo soberano ya refleja esta expectativa: los TES pierden atractivo entre fondos de pensiones, y los inversionistas extranjeros han reducido su participación al mínimo en una década. Como medida de alivio, el Gobierno aumentó los montos subastados de TES y lanzó Títulos de Tesorería (TCOs) para cubrir pasivos del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, evidenciando la presión de caja.

En este contexto, las tasas de interés reales siguen entre las más altas de América Latina, con rendimientos de TES a 10 años por encima del 11% y bonos globales sobre el 7%, lo cual aumenta el servicio de deuda (que ya representa más del 22% del gasto) y restringe el espacio para inversión pública.

Desde el ámbito institucional, el país vive una discusión compleja entre descentralización, autonomía territorial y capacidad fiscal local. En el foro organizado por la Contraloría General, el presidente Gustavo Petro defendió el traslado de competencias a los municipios, mientras el ministro de Hacienda, Germán Ávila, propuso la construcción de un gran pacto fiscal de largo plazo. Esta iniciativa busca una reestructuración integral del sistema tributario y del gasto público, que permita enfrentar las crecientes demandas sociales sin comprometer la sostenibilidad macroeconómica ni debilitar la credibilidad del país ante los mercados.

En el frente laboral, aunque la tasa de desempleo muestra mejoras, la informalidad persiste en niveles críticos: 57,7% a nivel nacional, con picos del 84,3% en zonas rurales. El 94% de los nuevos empleos se generan en sectores altamente informales como agricultura, comercio, transporte y construcción. De los 1,1 millones de empleos creados entre marzo de 2024 y marzo de 2025, apenas 110 mil fueron asalariados. La alta participación del trabajo cuenta propia e informal compromete la calidad del empleo, debilita la base tributaria y limita el alcance de la política social.

La Encuesta de Expectativas del Banco de la República proyecta que la inflación se moderará hasta 4,8% a final de año, aunque se mantienen presiones derivadas de tarifas de gas, alimentos y bienes regulados. El mercado espera que la tasa de intervención se ubique entre 8,25% y 8,50%, con posibilidad de nuevos ajustes si persiste la rigidez de la inflación subyacente.

En conjunto, Colombia enfrenta una encrucijada fiscal, política y social. La combinación de bajo crecimiento del recaudo, gasto inflexible, informalidad laboral elevada y tensiones comerciales externas plantea un entorno exigente, en el que la credibilidad institucional y la coherencia de la política económica serán determinantes para preservar la estabilidad.

 

Renta Variable

Los mercados accionarios globales cerraron la semana con un tono marcadamente bajista, en medio de crecientes tensiones comerciales, incertidumbre fiscal en EE. UU. y señales menos favorables desde los bancos centrales. En Wall Street, los principales índices bursátiles acumularon pérdidas relevantes —el S&P 500 cayó un 2.6% hasta los 5,802.82 puntos, el Dow Jones retrocedió 2.5% a 41,603.07 y el Nasdaq bajó 2.5% cerrando en 18,737.21— reflejando un deterioro generalizado del apetito por riesgo. Las acciones de Apple se desplomaron un 3% tras las declaraciones del expresidente Donald Trump, quien propuso nuevos aranceles contra las importaciones europeas y específicamente sobre productos de la compañía, como parte de una estrategia para presionar a Bruselas.

El impacto fiscal también pesó sobre el mercado. La degradación crediticia de Moody’s al Tesoro estadounidense acentuó la presión sobre los activos más sensibles al costo de financiación. A esto se sumó la aprobación preliminar en la Cámara del paquete fiscal denominado “One Big Beautiful Bill”, que elevó las expectativas de déficit e inflación, enfriando aún más el entusiasmo del mercado. Las declaraciones del presidente de la Reserva Federal de Atlanta —quien redujo la expectativa de recortes de tasas a solo uno en 2025— golpearon particularmente a los sectores cíclicos. Solo el optimismo residual alrededor de la inteligencia artificial, impulsado por los anuncios del Microsoft Build, brindó cierto respaldo a los grandes tecnológicos.

En Europa, el índice Stoxx 600 retrocedió 1%, con descensos más marcados en Alemania y Francia, mientras que el FTSE 100 del Reino Unido cayó 0.2%. El sentimiento inversionista se vio afectado por las amenazas comerciales de Trump y una creciente preocupación por la desaceleración del consumo. En Asia, los mercados presentaron un comportamiento mixto. El Nikkei 225 japonés subió un 0.47% apoyado en datos de inflación que redujeron las expectativas de una subida de tasas, mientras que el Kospi de Corea del Sur y los principales índices chinos se mantuvieron estables o con leves caídas, a la espera de estímulos monetarios adicionales en Beijing.

A nivel local, el índice COLCAP se valorizó un 0.5% hasta los 1,654.73 puntos, mostrando un comportamiento resiliente frente al contexto externo. La semana estuvo marcada por la compra de proyectos de energías renovables por parte de Ecopetrol, lo que generó optimismo en el segmento energético. Sin embargo, el entorno macro local también aportó presión bajista. Las advertencias de Moody’s sobre la deuda pública, junto a la expectativa por el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo y la rebaja crediticia a Grupo Cibest, incentivaron una rotación hacia sectores defensivos y acciones con menor exposición financiera. En cuanto a desempeños puntuales, PF-Cibest y Celsia destacaron con alzas superiores al 2%, mientras que Éxito lideró las pérdidas, tras anunciar que el 22 de mayo fue el último día de negociación de sus BDRs. A partir del 27 de mayo comenzará la venta de las acciones subyacentes, con un valor de referencia de COP$8,980 por BDR, ajustado al promedio de los últimos 90 días y neto de costos e impuestos, lo cual generó incertidumbre entre los inversionistas minoristas.

 

Renta Fija

La semana cerró con un claro deterioro en el mercado de deuda pública local, en un contexto marcado por el resurgimiento de las tensiones fiscales y una percepción de riesgo país en ascenso. Los TES tasa fija presentaron desvalorizaciones generalizadas, especialmente en los tramos medios y largos de la curva, como respuesta a varios factores que intensificaron la aversión al riesgo: la advertencia de Moody’s sobre una posible rebaja soberana, la proximidad del nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, y la degradación crediticia de Grupo Cibest. En este entorno, los títulos con vencimiento en octubre de 2050 repuntaron +28.7 pbs, mientras que los TES junio 2032 subieron +14.3 pbs. La coyuntura fue agravada por el vencimiento de impuestos empresariales, que restó liquidez y afectó la demanda en los tramos cortos.

El comportamiento de los TES UVR fue mixto. Mientras las referencias de corto plazo —como los TES UVR marzo 2027— se beneficiaron de flujos defensivos con una caída de -10.5 pbs en sus tasas, los títulos de vencimiento más largo como UVR mayo 2055 sufrieron ajustes al alza de hasta +28.0 pbs, reflejando el aumento de primas de riesgo asociadas al entorno macroeconómico y fiscal.

En Estados Unidos, el mercado de renta fija mantuvo una dinámica dispareja. Si bien los rendimientos de corto plazo retrocedieron ante un incremento en las solicitudes de subsidios por desempleo y mensajes moderados desde la Reserva Federal, los tramos largos registraron alzas como consecuencia de la débil demanda en la subasta de bonos a 20 años y la aprobación del nuevo paquete fiscal en la Cámara, que elevó las expectativas de emisión de deuda. La rebaja crediticia de Moody’s al Tesoro estadounidense también aportó volatilidad, extendiéndose incluso hacia los mercados emergentes. En la jornada del viernes, los Treasuries terminaron entre estables y 2 pbs a la baja, después de revertir buena parte del rally inicial generado por las amenazas arancelarias de Trump. La compresión inicial de tasas se moderó al compás del repunte parcial en renta variable, mientras los spreads de swaps reflejaron movimientos erráticos ante posibles reformas regulatorias al suplementary leverage ratio, planteadas por el Secretario del Tesoro.

En Europa, los bonos soberanos cerraron con valorizaciones sólidas en un entorno de alta aversión al riesgo. La curva fue liderada por los Bunds alemanes, tras las declaraciones del expresidente Trump sobre imponer aranceles del 50% a bienes europeos desde el 1 de junio. Este evento impulsó las expectativas de un tono más acomodaticio por parte del Banco Central Europeo —los mercados monetarios ya descuentan hasta 66 pbs de recortes acumulados para 2025—. La curva 10s30s alemana se empinó por sexta sesión consecutiva y el rendimiento del bono a 10 años cayó 7 pbs, hasta 2.58%, arrastrando también a los bonos franceses e italianos.

De regreso al mercado local, la jornada del viernes consolidó la presión vendedora sobre los TES en pesos, que cerraron con aumentos en las tasas entre +1.0 y +14.2 pbs, en un ajuste distribuido a lo largo de la curva. A pesar de estas correcciones, el spread 2s10s permaneció relativamente estable, con un leve retroceso de 1 pb. Por su parte, la curva UVR continuó reflejando preferencias por los tramos cortos —con valorizaciones de hasta -12.9 pbs en los TES 2027—, mientras los segmentos medio y largo experimentaron subidas entre +4.4 y +8.0 pbs. El Ministerio de Hacienda, en una señal posiblemente relacionada con la gestión del perfil de deuda, no realizó adjudicaciones en la subasta no competitiva del viernes, aunque había colocado COP$1.5 billones en la subasta competitiva del miércoles.

 

Divisas

El mercado de divisas registró movimientos significativos durante la semana, dominados por un entorno de alta aversión al riesgo y crecientes desequilibrios fiscales en Estados Unidos. El índice DXY, que mide la fortaleza del dólar frente a una canasta de seis monedas principales, cayó un 2.0%, marcando su tercera semana consecutiva a la baja y tocando un mínimo de dos semanas cercano a 99.1 puntos. Este retroceso respondió a la rebaja de la calificación soberana de EE. UU. por parte de Moody’s, el creciente temor a un repunte del déficit tras la aprobación del nuevo paquete fiscal en la Cámara, y una retórica comercial más agresiva del expresidente Trump —quien anunció la posibilidad de aranceles del 50% a las importaciones provenientes de Europa y dispositivos Apple—. En conjunto, estos factores activaron una dinámica defensiva entre los inversionistas globales, quienes comenzaron a deshacer posiciones en activos denominados en dólares.

Las monedas refugio fueron las principales beneficiadas en este contexto. El franco suizo se apreció un 2.0% y el yen japonés un 2.2%, impulsados por su estatus tradicional como refugios seguros ante episodios de incertidumbre comercial y geopolítica. En Europa, la libra esterlina avanzó 1.9%, respaldada por sorpresas alcistas en inflación y ventas minoristas en Reino Unido, lo que moderó las expectativas de un ciclo de relajamiento monetario. El euro, por su parte, alcanzó máximos de dos semanas frente al dólar y cotizó en torno a 1.135, apoyado en la recuperación del PIB alemán, a pesar de que los mercados monetarios continúan descontando posibles recortes de tasas por parte del BCE. Esta dinámica reflejó una tendencia clara de desinversión en activos estadounidenses y reposicionamiento hacia Europa y Asia.

En los mercados emergentes, el tono fue positivo, siguiendo la tendencia global de debilitamiento del dólar. El peso mexicano se apreció 1.2%, aunque de forma cautelosa, afectado por un repunte en la inflación que llevó a los analistas a reevaluar el margen de acción de Banxico. El peso chileno ganó 0.4%, favorecido por un renovado optimismo en torno al cobre ante el anuncio de nuevos estímulos económicos por parte del gobierno chino. El yuan chino, por su parte, avanzó un 0.5%, en una apreciación moderada y cuidadosamente administrada por el Banco Popular de China, tras el recorte de tasas aplicado durante la semana.

En Colombia, el peso colombiano cerró su tercera semana consecutiva de ganancias, con una apreciación semanal de 0.6%, en un comportamiento que desafía los crecientes riesgos fiscales internos. El avance respondió a varios factores: la debilidad estructural del dólar, la recuperación de los precios del petróleo y una alta participación de flujos externos que favorecieron el sesgo bajista de la tasa de cambio. En la jornada del viernes, el COP logró romper el soporte técnico de COP$4,160 por dólar, consolidando un patrón de fortalecimiento que genera optimismo en el corto plazo, aunque las presiones estructurales —como el déficit fiscal y el ruido institucional— siguen latentes.

 

Commodities

El mercado de materias primas cerró la semana con comportamientos divergentes entre los energéticos y los metales, en un contexto dominado por la reconfiguración de expectativas sobre oferta global, tensiones geopolíticas, y señales mixtas de la demanda.

El precio del petróleo experimentó una leve recuperación intradiaria el viernes, pero cerró la semana con pérdidas acumuladas, rompiendo así una racha de tres semanas consecutivas al alza. El WTI retrocedió 1.5% hasta USD 61.53 por barril, mientras el Brent cayó 1.0% y finalizó en USD 64.78. La presión bajista respondió a la confirmación de que la OPEP+ aumentará su producción colectiva a partir de julio, una decisión que debilitó el soporte técnico y redujo el incentivo para cobertura en mercados físicos y de derivados. Esta expectativa de mayor oferta se impuso frente a otros factores que, en circunstancias normales, habrían apuntalado los precios —como las sanciones sobre el crudo ruso, los riesgos de suministro en Medio Oriente y el incremento de tensiones comerciales entre EE. UU. y la Unión Europea—. Además, el aumento en las reservas petroleras estadounidenses y señales de demanda debilitada en Asia acentuaron la presión sobre los precios.

En contraste, el oro se consolidó como el activo refugio preferido, impulsado por el resurgimiento de la aversión al riesgo. La onza troy avanzó 4.8% en la semana, ubicándose en USD 3,358, su nivel más alto desde el inicio del segundo trimestre. La reactivación de las tensiones comerciales por parte de Donald Trump —quien propuso imponer aranceles del 50% a bienes europeos y productos Apple— generó un nuevo ciclo de búsqueda de cobertura ante la posibilidad de una guerra comercial renovada. Este contexto también favoreció a la plata, que subió 3.7% hasta los USD 33.5, respaldada no solo por su correlación con el oro, sino también por una narrativa estructural más sólida. La Agencia Internacional de Energía proyectó que la generación solar superará a la energía nuclear durante el verano boreal de 2025, reforzando las perspectivas de una mayor demanda de plata en tecnologías fotovoltaicas.

El cobre, por su parte, lideró las ganancias dentro del complejo de metales industriales. El metal rojo avanzó 5.3% en la semana, cerrando en USD 483.7, favorecido por múltiples catalizadores. El recorte de tasas en China revitalizó el optimismo sobre los sectores intensivos en infraestructura y manufactura —grandes demandantes de cobre—, mientras que las preocupaciones regulatorias en la mina Escondida, en Chile, reavivaron los temores de restricciones de oferta. Esta combinación de estímulos por el lado de la demanda y cuellos de botella en el suministro generó un repunte técnico significativo, consolidando al cobre como uno de los activos más atractivos del ciclo actual.

 

Columna de cierre | Renta fija en tiempos de desconfianza: el mercado habla antes que los bancos centrales

Por Enrique Ariza

El deterioro simultáneo de la deuda pública en Estados Unidos, Europa y Japón marca el inicio de una nueva fase para los mercados financieros globales: la era de la confianza incondicional en los bonos soberanos está comenzando a resquebrajarse. Como ha advertido el gestor Mike Riddell, lo que estamos presenciando no es un ajuste técnico ni una simple corrección de expectativas, sino una revalorización estructural del riesgo en los instrumentos más tradicionales del sistema.

Durante casi dos décadas, la renta fija operó bajo el principio de intervención absoluta: bancos centrales que garantizaban liquidez, gobiernos que emitían sin restricciones y mercados que aceptaban tasas cercanas a cero con la promesa de estabilidad. Pero 2025 ha comenzado a cuestionar ese equilibrio. La rebaja de la calificación soberana de EE. UU., el colapso parcial en la subasta de bonos japoneses y las crecientes presiones fiscales en economías como Francia y Colombia apuntan a una verdad incómoda: el mercado ya no cree a ciegas.

Riddell lo resume con claridad: los inversores que compraron bonos a largo plazo en la era de las tasas ultrabajas están expuestos a pérdidas no realizadas de gran magnitud. A medida que la inflación persiste y los déficits se amplían, los rendimientos exigidos por el mercado aumentan, erosionando el valor de los portafolios. Lo que antes se percibía como “riesgo soberano sin riesgo” hoy requiere una prima que refleja duda, no devoción.

La transición hacia tasas reales positivas es, en principio, saludable. Pero cuando ocurre en medio de endeudamientos récord, guerras comerciales y recortes de calificación, su impacto se amplifica. La curva de rendimientos ya no es solo una señal económica; es una advertencia política y fiscal.

El desafío es global. En EE. UU., la deuda pública supera el 98% del PIB y los planes fiscales recientes proyectan déficits crecientes hasta 2034. En Japón, el fin del control de la curva y la retirada progresiva del Banco Central están tensionando el mercado más líquido del planeta. En Europa, la fragmentación fiscal impide una respuesta unificada, y en América Latina, la dependencia del financiamiento externo hace que cualquier alza en tasas globales se traduzca en volatilidad doméstica.

¿Estamos ante una nueva crisis de deuda? No necesariamente. Pero sí frente a un momento de sinceramiento: los precios de los bonos ya no reflejan solo proyecciones económicas, sino percepciones sobre gobernabilidad, sostenibilidad fiscal y capacidad real de pago.

En este nuevo ciclo, los bancos centrales ya no lideran. Los mercados se han adelantado. Y cuando la renta fija habla, el mundo escucha.

 

Nota del Autor:

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Enrique Ariza

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