Carta a mi hijo eterno: un cumpleaños desde el alma

#LaOpinionDeColmenares.

Querido Luis Andrés: otro 23 de mayo sin ti…

Al escribirte hoy, mi corazón arde con la misma intensidad de aquel día en que te sostuve por primera vez entre mis brazos. Mi primer hijo. Hoy cumples 35 años de nacido, y mi corazón se llena de emociones difíciles de describir al imaginar cómo sería nuestra vida si aún estuvieras aquí, celebrando tus logros y tu felicidad junto a nosotros.

Me gusta pensar que culminaste tus estudios con honores en Ingeniería Industrial y en Economía, que tu inteligencia y dedicación te llevaron a una carrera llena de éxitos, que eres un profesional admirado, que has formado una familia hermosa, y que tus hijos heredan tu sonrisa y tu nobleza. A veces hasta les pongo nombres y rostros. Los veo corriendo por un jardín mientras tú y tu esposa los miran con orgullo. Serías un padre extraordinario, paciente y amoroso, como siempre fuiste en vida.

En medio de estos pensamientos, no puedo dejar de hablarte de tu hermano Jorge Luis. Al principio, su camino sin ti fue muy difícil. La ausencia de tu compañía, tus consejos y tu risa le pesaron como una carga enorme. Vi en sus ojos la tristeza y el vacío, y muchas veces me pregunté cómo lograría seguir adelante. Sin embargo, con una fortaleza admirable, Jorge Luis fue capaz de superar ese dolor. Se aferró a tus recuerdos y a los valores que compartieron para encontrar el impulso que necesitaba. Hoy, Jorge Luis es abogado y ha incursionado con éxito en la política, convirtiéndose en concejal de Bogotá y trabajando por la justicia y la protección de los más vulnerables.

Te sentirías orgulloso de él, porque ha honrado tu memoria luchando por un mejor futuro para otros jóvenes, así como tú lo habrías hecho. Su esfuerzo, su carácter y su entrega son testimonio de la huella imborrable que dejaste en su vida.

Luis Andrés, sé que estás en el cielo, y mi dolor se ha transformado. Ya no es el dolor agudo que me partía el alma; queda una cicatriz como recuerdo de que amé profundamente. He perdonado a todos los que tuvieron alguna responsabilidad en tu partida. No fue fácil, pero entendí que el odio solo me estaba envenenando y no me permitía honrar tu memoria como mereces. Que sea Dios quien juzgue sus acciones. Yo he elegido liberarme de ese peso.

Hay días, como tu cumpleaños o Navidad, en que siento un vacío inmenso. Pero he aprendido a celebrarte en lugar de solo lamentarte. Celebro los 20 años maravillosos que tuve el privilegio de ser tu padre: cada risa compartida, cada logro tuyo que aplaudí con orgullo.

¿Recuerdas nuestro último abrazo? En el aeropuerto. Ninguno de los dos imaginó que sería el último. A veces cierro los ojos y puedo sentir tus brazos apretándome, tu olor, tu calor. Es un recuerdo que atesoro porque me ha sostenido en las noches más oscuras.

Luis Andrés, quiero que sigas siendo feliz en el cielo. Imagino que allá también has logrado cosas extraordinarias y que lo iluminas con tu sonrisa, como lo hacías aquí en la Tierra con tu familia.

Sigues viviendo en cada amanecer, en cada estrella, en cada logro de quienes te amaron. Tu partida prematura dejó un legado de amor que perdura a través del tiempo. Aunque no pude verte crecer, tu esencia permanece intacta en mi corazón y mis recuerdos. Eres el dueño de mis nostalgias.

Mi querido Luis Andrés, desde tu partida comprendí que el amor verdadero trasciende la muerte. Te sigo amando con la misma intensidad que cuando eras un niño y dabas tus primeros pasos, un adolescente descubriendo el mundo, o un joven universitario lleno de sueños. Ese amor es eterno e inquebrantable.

Mientras escribo estas líneas, una parte de mí sonríe al imaginar todo lo que habrías sido, mientras otras lágrimas se derraman por todo lo que no pudo ser. Pero en ambas hay amor, un amor infinito que ni siquiera la muerte ha podido apagar.

Feliz cumpleaños número 35, mi niño eterno. Aunque no pueda abrazarte físicamente, mi corazón te abraza cada segundo de cada día. Aquí seguiré honrando tu vida con amor y esperanza, hasta cuando nos volvamos a ver.

Con amor infinito, Tu padre que nunca deja de amarte.

Luis Alonso Colmenares Rodríguez

Me he desempeñado como Subcontador General de la Nación y Contador General de la Nación; Presidente del Consejo Técnico de la Contaduría Pública; Presidente de la Junta Central de Contadores y Asesor de Entidades territoriales en temas relacionados con la hacienda pública, control público, contabilidad pública.

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