“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (Mateo 16, 18), estas fueron las palabras que Jesucristo le dijo al apóstol Pedro cuando el mismo Jesús les preguntaba a sus discípulos qué decían las personas, que quién era él.
Estas palabras significaron para el apóstol Pedro una misión muy importante y es pastorear el rebaño que Jesucristo ha dejado, pastorear ese rebaño que surge a través de una revelación divina de la salvación de las almas.
Pedro asume en ese instante la labor no solo de cuidar el rebaño en la fe, sino en lo personal. Pedro pastoreó fielmente el rebaño y llevó a cabo su misión encomendada, pero tras su muerte esa labor no moriría con él, sino que se le fue encomendando a diversas personas según el Espíritu Santo lo permitía y así Dios lo quisiera.
Durante siglos, desde el siglo I hasta la actualidad, han sido 267 pontífices que han ocupado el cargo que fue encomendado a Pedro. Cada uno de ellos con una tarea específica para su momento, en los primeros pontificados los Papas tuvieron que organizar la iglesia en su estructura jerárquica, doctrinal y creencias de fe.
Cada pontífice tuvo su gran vigor, donde se destacó por su gran liderazgo y pontificado. Otros usaron solo el cargo para satisfacción personal y desviar el camino, pero la promesa de Jesús fue clara. “Ni las puertas del infierno prevalecerán sobre ella”, refiriéndose a la iglesia, este argumento da la firmeza de que, aunque la iglesia sea atacada incluso desde adentro, siempre prevalecerá ante todo y por encima de todas las tinieblas.
En este momento, la misión del nuevo pontífice, Su Santidad León XIV, no solo es pastorear el rebaño con la fe y conducta, sino que es de consolar, consolar a un pueblo que hoy sufre consecuencias de la guerra, el hambre, el cambio climático y muchas cosas más. Es consolar a un pueblo que busca justicia por los daños causados por otras personas, y para eso el nuevo pontífice debe ser firme en doctrina y moral.
Este pontificado tendrá que resaltar el lema del jubileo de este año que es “Peregrinos de la Esperanza”, una iglesia que peregrina hacia una esperanza, la esperanza de una nueva vida. Un pontificado entregado a los jóvenes, que hoy, en su gran mayoría vive sin un sentido en la vida, una falta de amor por parte del mundo que les presenta, la “Felicidad”, pero es una falsa felicidad que es engañosa, engañosa porque lo único que les proporciona son placeres momentáneos mientras sus vidas se consumen de tristeza por dentro.
Robert Francis Prevost, hijo de emigrantes, nieto de emigrantes, su tarea será dar esperanza a la iglesia y más que aún a los “peregrinos” que han dejado su casa en busca de una esperanza.
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