Profesores, ¡Ya Basta! Una cosa es enseñar y otra es adoctrinar

“Muchos profesores, conscientes o no, han convertido sus aulas en trincheras de lucha ideológica, presentando las teorías de Karl Marx no como una entre muchas, sino como la única interpretación legítima de la realidad social y económica”.


Hace unas semanas fui invitado a un colegio del sector oficial en la ciudad de Barranquilla para dar una cátedra de Economía Política y para mi sorpresa, los estudiantes solo habían visto a Marx y a Lenin. Me detuve a pensar por un momento en el gran daño que el docente, de manera responsable o irresponsable le estaba causando a los estudiantes.

De mi parte, empecé a exponerle otros puntos de vistas -respecto a la economía y a la política-, otros autores de corte liberal y democráticos, con el fin de que los estudiantes cotejaran y analizaran por sí mismos las diferentes teorías y concepciones que se tienen en el campo económico y político.

Como profesor que soy, esa experiencia me dejó enormemente preocupado, horrorizado, y a la vez, con un profundo dolor de ver como los padres, con tanto esfuerzo, envían a sus hijos a una institución educativa, y en el mayor de los casos, a la universidad con el fin de que sus hijos se eduquen en libertad y con buenos valores.

Cuento esta experiencia con la intención de que, después de darla a conocer, nos sea imposible ignorar el creciente adoctrinamiento marxista que, como una sombra persistente, se ha filtrado en las aulas de las escuelas y sin negarlo, en las universidades públicas en Colombia. No se trata simplemente de una perspectiva académica sobre la historia o la economía, sino de una manipulación ideológica que busca moldear las mentes jóvenes hacia una visión única y sesgada del mundo.

Muchos profesores, conscientes o no, han convertido sus aulas en trincheras de lucha ideológica, presentando las teorías de Karl Marx no como una entre muchas, sino como la única interpretación legítima de la realidad social y económica. Los estudiantes, a menudo sin la madurez o las herramientas críticas necesarias para cuestionar lo que se les enseña, son expuestos a discursos que romantizan la lucha de clases, demonizan al capitalismo y glorifican ideas que en otros contextos históricos han llevado a la opresión, la censura y el estancamiento económico en muchos países.

Es preocupante ver cómo, en lugar de formar ciudadanos críticos y libres, algunos maestros y profesores parecen empeñados en fabricar futuros revolucionarios. Las historias de héroes marxistas son exaltadas, mientras que las contribuciones del pensamiento liberal y conservador se presentan de manera superficial o directamente se omiten. Este sesgo no solo distorsiona la comprensión de la historia, sino que limita seriamente la capacidad de los jóvenes para tomar decisiones informadas y equilibradas. Además, esta forma de enseñanza puede crear una visión radical y polarizada del mundo, donde todo se reduce a opresores y oprimidos, dejando fuera matices importantes sobre democracia, libertad individual y derechos humanos.

Para muchos padres, esta situación es alarmante. Ven cómo sus hijos regresan a casa con ideas radicalizadas, dispuestos a rechazar los principios que han permitido el desarrollo y el progreso en numerosas sociedades. El capitalismo, con todos sus defectos, ha sido una fuerza poderosa para la innovación, la creación de empleo y el aumento de la calidad de vida en muchas partes del mundo. Sin embargo, esta perspectiva es muchas veces ignorada o demonizada en el aula, dejando a los estudiantes tanto en las escuelas como en las universidades con una visión incompleta y distorsionada del sistema económico global.

¿Dónde queda el espíritu pluralista que debería caracterizar una educación pública? ¿Qué pasó con la formación de ciudadanos libres, capaces de pensar por sí mismos y desafiar las narrativas impuestas? Las aulas deben ser espacios de diversidad ideológica, no centros de reclutamiento político. Es crucial recordar que la educación debe ser una herramienta para liberar mentes, no para encadenarlas a una sola forma de pensamiento.

Es hora de que los padres, autoridades educativas y la sociedad en general se pregunten si queremos una educación que sirva para liberar mentes o para atraparlas en una sola forma de ver el mundo. El verdadero progreso solo será posible cuando se enseñe a nuestros jóvenes a pensar libremente, sin miedo y sin adoctrinamiento.

El reto es claro: necesitamos educadores que inspiren a cuestionar, a debatir, a explorar todas las ideas con rigor y respeto, sin caer en el proselitismo. Solo así podremos formar generaciones realmente libres y preparadas para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más complejo y diverso.

Numar González Alvarado

Barranquilla (1990). Filósofo, Profesor de Filosofía y Teoría Económica e Instructor de Literatura en diferentes instituciones educativas de educación básica y media. Actualmente se desempeña como Profesor de tiempo completo y Emprendedor. Es columnista en varios medios de comunicación a nivel nacional e internacional. Es un pensador que se muestra como crítico del tradicionalismo, de la cultura postmoderna.

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