“Las DAO no son la solución mágica, pero sí una puerta para empezar a cambiar cómo decidimos, sin que el poder se quede en las mismas manos de siempre”
Cada cuatro años, millones de colombianos nos aferramos a una esperanza renovada: esta vez sí, esta vez elegiremos mejor. Y sin embargo, el guion parece no cambiar. Corrupción, clientelismo, promesas incumplidas, burocracia que asfixia. En el fondo, muchos hemos empezado a sentir que el verdadero problema no es solo quién gobierna, sino cómo funciona la estructura misma del poder.
Por eso quiero hablar de algo que rara vez se menciona en los medios o en los debates públicos: las DAO. Suena raro, lo sé. Es la sigla en inglés de Decentralized Autonomous Organization, o sea, Organización Autónoma Descentralizada. Pero más allá del nombre técnico, lo que hay detrás es potente: una forma de organizar decisiones colectivas sin necesidad de políticos de por medio.
Una DAO funciona como una comunidad que toma decisiones mediante votos digitales en blockchain. No hay intermediarios. No hay que confiar en una persona, sino en un conjunto de reglas claras y automáticas. Es como si las decisiones se programaran en un contrato inteligente: si se cumple A, entonces se hace B. Y punto.
No estoy diciendo que esto sea la solución mágica a todos nuestros problemas, pero sí creo que vale la pena ponerlo sobre la mesa. En un país donde hablar de participación ciudadana suena bonito, pero en la práctica la mayoría de decisiones las toma un pequeño grupo de personas, las DAO nos ofrecen algo distinto: transparencia real, trazabilidad y ejecución automática sin “palancas” ni favores.
Imagínate que en vez de promesas, una comunidad pudiera decidir con su celular cómo se usa el presupuesto local. Y no solo votar, sino ver que la decisión se ejecuta porque el código lo hace cumplir. Así de simple. Así de revolucionario. No se trata de eliminar la política eso sería ingenuo, pero sí de quitarle poder a la politiquería, a la manipulación y al clientelismo que tanto daño nos hacen.
Ya hay experimentos en América Latina. En Argentina y Brasil, por ejemplo, algunas comunidades han empezado a usar estos modelos para manejar fondos colectivos o cooperativas digitales. ¿Y en Colombia? Casi nada. Pero creo que si queremos recuperar la confianza en lo público, tenemos que dejar de esperar que otros cambien las cosas por nosotros.
Las DAO son apenas una herramienta. Lo importante sigue siendo la gente. Pero si empezamos a combinar tecnología, participación y ganas de hacer las cosas distinto, podemos construir algo nuevo. Algo que no dependa de promesas, sino de reglas claras. Algo más ciudadano, más directo, más difícil de torcer.
Yo no tengo todas las respuestas. Pero sí creo que el futuro de lo público pasa por abrir la cabeza a estas nuevas formas de gobernarnos. Y ojalá lo empecemos a discutir antes de que la oportunidad nos pase de largo.
Interesante el tema de el que hablas