Franciscus

“¿Usted es comunista, padre? -Mirá, mi carta de identidad es Mateo 25, lee Mateo 25, y al que dijo eso vos le decís: es comunista: ¿Quiénes van a entrar al cielo? Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, tuve hambre y me saciaste, estaba desnudo y me vestiste, estaba preso y me viniste a visitar… Esa es la regla de conducta”. Papa Francisco.

“El papa de los pobres”, fue el predicado que repitió la prensa al anunciar su muerte, el pasado 14 de abril, lunes de pascua. Algo inapropiado para los pontífices predecesores, de pastoral capitalista, y hasta neoliberal como Juan Pablo II. Porque la iglesia que Jesucristo fundó para albergar a los pobres lleva siglos adorando al becerro de oro.

“¡No a la nueva idolatría del dinero! ¡No a un dinero que gobierna en lugar de servir! El dinero debe servir y no gobernar”.

En los cónclaves se invoca al Espíritu Santo, también se dice que a veces vuela bajo. No fue el caso del cardenal Jorge Mario Bergoglio, la sabiduría del jesuita argentino venció las resistencias que su compromiso social levantaba, fue elegido el 13 de marzo de 2013, con el desafío de resolver los problemas que llevaron al papa Benedicto XVI a la dimisión: Sacar las finanzas del Vaticano de manejos gansteriles, y enfrentar la eclosión de denuncias por pederastia dentro del clero. Ese día, el cardenal brasileño Claudio Hummes le demandó: “No te olvides de los pobres”. Él decidió llamarse como el pobrecillo de Asís: Francisco. Tres días después afirmó:

“¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!”. 

En los primeros días del pontificado intervino el Banco Vaticano (Instituto para las obras de Religión); en 2020 destituyó al cardenal Angelo Becciu, despojándolo de derechos cardenalicios; creó instancias de supervisión, controles a la contratación, prohibió las inversiones personales e institucionales en paraísos fiscales, y cerró 5.000 cuentas sospechosas del Banco Vaticano. También impuso austeridad en el ejercicio eclesial, siendo él mismo ejemplo de mesura. Para los casos de abuso de menores dictó solución salomónica: que cada clérigo pague sus crímenes ante la justicia donde los cometió, sin el amparo de juicios canónigos; hizo renunciar en pleno a la Conferencia Episcopal Chilena, y recientemente disolvió el ultraconservador Sodalicio de Vida Cristiana. Se empeñó en hacer de la Iglesia “un hogar seguro para todos”.

“La única situación en que es lícito mirar a una persona de arriba para abajo es -lo digan ustedes- para ayudar a levantarse”. Lisboa 2023.

La empresa reformadora que emprendió, necesariamente llevaba al choque con los sectores más retardatarios del clero, como el Opus Dei y algunos obispos norteamericanos, y la polarización derecha e izquierda tensionó al catolicismo. Con firmeza en sus decisiones disciplinarias contuvo las conspiraciones en su contra. Reformar una entidad milenaria, y anclada en la Edad Media, es casi imposible, pero Francisco lo intentó, promoviendo la sinodalidad, el ir de camino, acompañar antes que recitar dogmas. Por ejemplo, en Colombia exhorta al clero a acompañar a las víctimas, mejor que procurar el cumplimiento de normas. Curioso llamado, porque si bien el papado estaba comprometido con la paz colombiana, ayudando a desempantanar las negociaciones entre el gobierno del presidente Santos, y la insurgencia de las FARC, en La Habana, Cuba, el Episcopado, al momento de votar en plebiscito sí o no al acuerdo de paz, dejó al clero colombiano “en libertad” para votar (“sea tu palabra si, sí, no, no”. Mateo 5:37), para no desavenirse con los poderosos enemigos de la paz. En algunas diócesis provincianas, los obispos recorrieron veredas promoviendo el no al acuerdo de paz.

“Cuidado que la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes es más peligrosa que el cáncer. ¡Por favor, tengan cuidado! Hemos aprendido que la miseria humana no es un destino que toca a algunos desdichados, sino casi siempre fruto de injusticias que hay que erradicar”. El Vaticano 2022.

El papado de Francisco otorgó mayor inclusión a la mujer en la iglesia, le permitió participar en los sínodos con voz y voto, nombró a dos jefas de dicasterios, cargos que eran exclusivos para cardenales; si no hubo sacerdocio femenino, abrió un debate que se mantendrá más allá de su sucesión. La estrategia del papa Bergoglio contra la corrupción dentro del clero pasaba por vincular a las mujeres en las estructuras clericales, y a los laicos en las administrativas. También propuso ordenar hombres casados, mostró apoyo a las uniones civiles de parejas homosexuales, y sugirió que los divorciados vueltos a casar accedan a la comunión. En 2021, limitó el uso del rito en latín, bandera de ultraconservadores, revirtiendo una disposición de Benedicto XVI.

“Sustituyan los miedos por los sueños, ¡no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños!” Encuentro con universitarios, Lisboa 2023.

No fue expresión de los intereses europeos y norteamericanos, llegó a condenar el expansionismo de la OTAN, causante de la guerra en Ucrania, y propuso la solución “tierra por paz”, la fórmula que hoy se discute. Se abstuvo de lanzar condenas contra Cuba, Venezuela, y China, con este último país suscribió un acuerdo, definido como “el arte de lo posible”, aunque molestó a algunos obispos chinos. Llamó por su nombre, y condenó, el genocidio de Israel contra el pueblo palestino; cada noche llamaba a la parroquia de Santa María en Gaza, hablaba con su párroco, y mandaba mensajes de fortaleza a los fieles allí refugiados. Cuando estalló la guerra en Ucrania, el patriarca ortodoxo de ese país le propuso un comunicado en apoyo al gobierno ucraniano, la respuesta papal fue:

“No somos clérigos del Estado, somos pastores del pueblo”.

La gestión doctrinaria de Francisco papa, formula un ecologismo fundamental que mereció una encíclica: Laudato Si, llamando al cuidado de “la casa común”, la tierra, que devino en carta de navegación del progresismo mundial. Con la encíclica Fratelli Tutti retoma el ideal universal de la fraternidad, diluido por el capitalismo que contradice el imperativo kantiano de no instrumentalizar al humano. A esa que llamó la “cultura del descarte” antepuso la “cultura del encuentro”, ir al encuentro del otro. Su postura anticapitalista la reafirmó cada que pudo, era su propio portavoz, hasta llegar a ser llamado el papa marxista por opinadores de derechas.

“La fe es revolucionaria, y yo les pido que sean revolucionarios.”
Río de Janeiro, 2013.

Desde el inicio de su pontificado abogó por los migrantes, llamó “un naufragio de la civilización” a las políticas antimigratorias, solicitó acogida para aquellos que tuvieron que abandonar su tierra huyendo de la guerra o del hambre. Tampoco cohonestó con las políticas discriminatorias de Donald Trump, rechazando tal racismo. Lo que tuvo que decir lo dijo sin las medias tintas comunes al Vaticano, que tradicionalmente envuelve en elocuencia mística su deslealtad con los desheredados. A la usanza de Jesucristo, clamó por la inclusión de los necesitados, de los trabajadores, de los presos, de los homosexuales, de los jóvenes, de los ancianos, de los drogadictos … También puede ser llamado el papa de la paz, dada su brega por la paz del mundo.

“¡Hagan lío!, Cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos que son los ancianos y los jóvenes”. Rio de janeiro, 2013.

Doce años de pontificado, procurando volver cristiana a la Iglesia de Cristo, resultan nada ante dos mil años de extravío. También es mucho, porque al fin el catolicismo recibe el aporte latinoamericano de la Teología de la Liberación, tan vapuleada por otros papas, hasta permitir el sacrificio de prelados como monseñor Oscar Arnulfo Romero, despreciado por Juan Pablo II y consagrado santo por Francisco.

“¡Haced que se oiga vuestra voz! Si no os escuchan, gritad aún más fuerte”. Conferencia de la Juventud de la Unión Europea, 2022.

La autoridad moral del papa venido del fin del mundo es sólida, aun para los no católicos, pero la casa común no es un mejor lugar: como el sumo pontífice lo anunció, una guerra mundial, por tomos, está en curso, con riesgo de apocalipsis nuclear. Los Derechos Humanos, la dignidad humana, y el Derecho Internacional Humanitario quedaron sin vigencia, el sistema de Naciones Unidas es un eunuco ante el desmadre del imperio, cualquier país puede ser invadido, cualquier pueblo exterminado; Libia es un mercado de esclavos, y Siria bazar de esclavas sexuales, todo proyectado por la triple alianza norteamericana – europea – sionista. El Estado de derecho, con su separación de poderes, su sistema de pesos y contrapesos, sus procedimientos reglados, está de retirada… El fascismo regresó, y la humanidad quedó inerme ante una pandilla de ultramillonarios.

“De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad”.

Se le juzga por lo que no logró, tachándolo de fracasado; algún materialismo hirsuto le reprocha no haber hecho del catolicismo una religión científica; para la extrema derecha fue el demonio. Un papado de controversia para tiempos difíciles. El papa, que era feliz porque se sentía joven, no era emperador. Tampoco era ingenuo, y entendía como se descomponía la institucionalidad conocida, era consciente del alcance de su pontificado: limitó las encíclicas y se comunicó directamente, en declaraciones, entrevistas, alocuciones, catequesis, ruedas de prensa… habló de todo y con sabiduría. Se comunicaba bien con los jóvenes, pero hablaba a generaciones futuras.

“¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro!¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande yo los invito, por favor, no se metan en el ‘chiquitaje’, no tengan vuelo rastrero, vuelen alto y sueñen grande”.  Discurso a los jóvenes, Colombia, 2017.

A su sepelio asistieron los mayores verdugos de la humanidad, los que denostaron de él, Donald Trump, Biden, Ursula von der Leyen, Zelensky, hasta Javier Milei, quien trataba al pontífice de “zurdo hijo de puta”. Un oportuno mural en Roma les reclama: “¿Quién los invitó?” La presencia de esos chacales en torno al féretro del papa, anuncia que su sucesión será otro raund entre derecha e izquierda, y que las agencias imperiales de espionaje entraron en la liza por torcer el vuelo del Espíritu Santo. Las agencias del sionismo anuncian que borrarán los mensajes papales de las redes sociales. Vano esfuerzo, porque el papa del buen humor ahora llega a todos los rincones del mundo, su decir circula por las redes sin cortapisas, también de boca en boca, habita el corazón de la juventud. Antes de la prometida resurrección de los muertos, el pontífice de los pobres entró en la inmortalidad al volverse discurso, discurso que animará la resistencia de la humanidad contra la opresión, por la justicia social, por los derechos, por la fraternidad, por la paz… por la Utopía. Mientras su cuerpo yace en la capilla de Santa María, bajo el rótulo Franciscus.

“¡Hagan lio!”