Resumen Ejecutivo
La semana que culmina estuvo marcada por una intensificación de los riesgos globales, reflejada en la revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento por parte del Fondo Monetario Internacional y en el recrudecimiento de las tensiones comerciales entre las principales economías del mundo. La guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos no solo impactó las proyecciones de comercio y producción industrial, sino que también reconfiguró las expectativas de inflación, inversión y política monetaria a escala global.
En Estados Unidos, la nueva ola proteccionista generó un ajuste severo en las proyecciones de crecimiento para 2025, elevando la probabilidad de recesión y restringiendo los márgenes de maniobra de la Reserva Federal. Europa, por su parte, mostró señales de fragilidad con un retroceso en los indicadores de confianza y una política monetaria del Banco Central Europeo cada vez más dependiente de los datos en un entorno de elevada incertidumbre.
Asia ofreció un balance mixto: mientras China reportó un crecimiento sólido en el primer trimestre, el impacto de la guerra comercial plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de su dinamismo en los próximos meses. Japón, afectado por la presión arancelaria, adoptó medidas de emergencia para proteger su economía, en medio de negociaciones bilaterales complejas con Estados Unidos.
En América Latina, los ajustes fueron igualmente relevantes. El Banco Mundial recortó sus previsiones para México y Colombia, alertando sobre la vulnerabilidad de la región ante las tensiones globales. En Colombia, la resiliencia interna permitió ciertos avances sociales y de infraestructura, aunque los riesgos fiscales, comerciales y de crecimiento persisten.
Los mercados financieros reflejaron esta volatilidad: las acciones tecnológicas impulsaron la renta variable global a nuevos máximos, mientras que la renta fija mostró movimientos mixtos en respuesta a cambios en las expectativas de tasas de interés. En divisas, el dólar se mantuvo firme, aunque con fragilidades técnicas, mientras que el peso colombiano destacó positivamente entre las monedas emergentes. En commodities, el petróleo y el oro retrocedieron ante señales de sobreoferta y una menor aversión al riesgo.
El balance de la semana confirma que el entorno global no enfrenta simplemente un ajuste cíclico, sino una transformación estructural más profunda, cuyo impacto definirá la trayectoria económica en los próximos años. Adaptabilidad, diversificación y fortalecimiento de los fundamentos internos serán claves para navegar con éxito esta nueva fase de la economía mundial.
Estados Unidos
La economía estadounidense enfrenta un entorno más adverso de lo previsto al comenzar 2025. El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo su proyección de crecimiento mundial debido, en gran medida, a la intensificación de las tensiones comerciales impulsadas por la nueva ola arancelaria decretada por la administración Trump el pasado 2 de abril. De acuerdo con el organismo, el Producto Interno Bruto (PIB) global solo se expandirá un 2,8% en 2025 y un 3% en 2026, por debajo del 3,3% anticipado en enero para ambos años, mientras que el crecimiento estimado para 2024 se mantiene en 3,3%.
Estados Unidos es uno de los principales afectados por esta dinámica. El FMI recortó su previsión de crecimiento para el país en 2025 a 1,8%, es decir, nueve décimas menos que en la estimación anterior. Además, la probabilidad de que la economía estadounidense entre en recesión durante ese año subió al 37%, frente al 25% registrado en su informe de octubre. La nueva política comercial ha elevado la tasa efectiva de importaciones a niveles no observados en casi un siglo, impactando la producción, el comercio y la confianza global.
El FMI identifica tres canales a través de los cuales los aranceles afectan el desempeño económico: el encarecimiento de los insumos y las distorsiones en las cadenas globales de valor —impacto directo—; el deterioro de la confianza y el encarecimiento del crédito —impacto financiero—; y el aumento de presiones inflacionarias, que podría retrasar la normalización monetaria. Como resultado, la inflación mundial se proyecta ahora en 4,3% para 2025, dos décimas más que en el informe anterior.
Pese a la gravedad de las advertencias, el deterioro actual en los indicadores fundamentales, como la inversión empresarial, la producción industrial y el empleo, todavía no es evidente. Esto sugiere que, si las tensiones comerciales logran moderarse, existe un margen para una rápida recuperación vía efecto rebote en la confianza y el comercio internacional.
Sin embargo, un agravamiento prolongado de la guerra arancelaria tendría consecuencias estructurales más profundas. El FMI alerta sobre la posibilidad de una menor innovación, una competencia debilitada y un crecimiento potencial reducido a mediano plazo. Este escenario, combinado con mayores costos de financiación y un incremento del gasto público —particularmente en defensa—, podría llevar a que la deuda pública global supere el 100% del PIB hacia finales de esta década. Asimismo, los riesgos para la estabilidad financiera han aumentado de forma sensible.
En paralelo a este entorno de incertidumbre, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció un plan de desregulación enfocado en eliminar 15 normativas y directrices consideradas obsoletas o excesivamente costosas. Entre las medidas destaca la reducción de los requisitos de reporte de información sobre beneficiarios finales, que podría significar un ahorro superior a los 10.000 millones de dólares en costos de cumplimiento para las pequeñas empresas en el primer año. Estas acciones forman parte de la agenda de la administración Trump para estimular la actividad económica reduciendo las cargas regulatorias sobre el sector financiero y las pequeñas empresas, consideradas columna vertebral de la economía estadounidense.
A pesar de este esfuerzo por dinamizar la actividad interna, los efectos negativos de la guerra arancelaria sobre el comercio exterior, la inflación y la confianza empresarial podrían neutralizar parte del impulso económico esperado, manteniendo a Estados Unidos en un entorno de crecimiento moderado y riesgos latentes durante los próximos trimestres.
Europa
El inicio del segundo trimestre de 2025 en la eurozona refleja una creciente pérdida de impulso económico en medio de un entorno de elevada incertidumbre global. El índice PMI compuesto cayó en abril hasta 50,1 puntos —una disminución de 0,8 puntos respecto a marzo— aunque se mantuvo por cuarto mes consecutivo en terreno de expansión (por encima del umbral de 50). Este retroceso se explica por el deterioro del sector servicios, cuyo PMI descendió a 49,7, mientras que el manufacturero, aunque en zona contractiva, mostró señales de estabilización en 48,7.
A nivel nacional, el patrón es similar en Francia y Alemania, aunque el desempeño germano resulta relativamente más sólido. El PMI compuesto de Alemania alcanzó 49,7, superando al de Francia, que se situó en 47,3. Esta resiliencia alemana también se evidenció en el índice Ifo de clima industrial, que consolidó su recuperación con una ligera alza hasta 86,9 puntos. No obstante, la elevada incertidumbre económica, derivada principalmente de la intensificación de las tensiones comerciales internacionales, sigue pesando sobre las expectativas empresariales.
En respuesta al deterioro del panorama económico, el Banco Central Europeo (BCE) recortó sus tasas de interés en 25 puntos básicos durante su reunión de abril, llevando la tasa de depósito a 2,25%, la de refinanciación a 2,40% y la de facilidad marginal de crédito a 2,65%. Este fue el tercer recorte de 2025 y el séptimo desde que inició el ciclo de flexibilización monetaria en el verano de 2024. El BCE justificó su decisión en la evolución favorable de la inflación, que cayó al 2,2% en marzo, y en la necesidad de ampliar su margen de maniobra ante un entorno altamente volátil.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, subrayó que el contexto actual —marcado por shocks externos y tensiones comerciales globales— exige un enfoque estrictamente dependiente de los datos, evitando cualquier compromiso sobre futuras trayectorias de tasas de interés. La institución dejó de considerar explícitamente su política como “restrictiva”, reconociendo la dificultad de estimar actualmente el nivel neutral de tasas debido a la excepcionalidad del entorno.
En cuanto a la evolución macroeconómica, el BCE estima que el PIB de la eurozona probablemente creció en el primer trimestre de 2025, apoyado por la recuperación parcial del sector manufacturero, el dinamismo del gasto público en defensa e infraestructura, y un mercado laboral históricamente robusto —con una tasa de desempleo que alcanzó un mínimo de 6,1% en febrero. El crecimiento de los salarios reales también ofrece soporte adicional al consumo, aunque las tensiones en comercio internacional y en los mercados financieros empiezan a inhibir la inversión empresarial.
Respecto a la inflación, los riesgos permanecen equilibrados. Mientras la apreciación del euro y la caída de los precios energéticos tienden a contener las presiones inflacionarias, la fragmentación de las cadenas de suministro podría elevar los precios de importación. Lagarde reconoció que el impacto neto de las tensiones comerciales sobre la inflación solo podrá calibrarse adecuadamente con el tiempo, dada la multiplicidad de fuerzas contrapuestas.
En los mercados financieros, la reacción tras la decisión del BCE fue moderada. Las tasas de la deuda alemana a 10 años cayeron 6 puntos básicos, mientras que el euro se mantuvo relativamente estable en torno a 1,14 dólares por euro. En la renta variable, los principales índices europeos registraron pérdidas leves, alrededor de –0,4%, reflejando el empeoramiento de las perspectivas económicas.
Por último, los datos macroeconómicos de la semana reflejaron señales mixtas. La confianza del inversor en la eurozona sufrió un desplome significativo, cayendo de –2,9 a –19,5 puntos en abril. La producción industrial alemana de febrero retrocedió 1,3%, ligeramente peor a lo anticipado. Sin embargo, las ventas minoristas de la eurozona repuntaron un 0,3%, y el PIB británico sorprendió positivamente con un crecimiento de 0,5% en febrero, muy por encima de las expectativas. En materia de precios, tanto Alemania como España confirmaron tasas de inflación anual del 2,3% en marzo, mientras que la inflación subyacente en España descendió al 2,0%, consolidando la tendencia de moderación de los precios en el bloque.
El balance general para Europa, aunque aún positivo en algunos sectores, confirma que el repunte observado a comienzos de año enfrenta riesgos crecientes derivados de la guerra comercial global y de una pérdida gradual de dinamismo interno.
Asia
La economía china inició 2025 con un crecimiento robusto, pero enfrenta crecientes desafíos ante la intensificación de la guerra comercial con Estados Unidos. En el primer trimestre, el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 5,4% interanual, superando las expectativas del consenso de analistas. En términos trimestrales, el avance fue de 1,2%, ligeramente inferior al 1,6% del trimestre previo, pero aún consistente con el promedio observado entre 2023 y 2024. Estos resultados reflejan la resiliencia de la actividad económica en un entorno internacional cada vez más adverso.
Los indicadores de actividad de marzo mostraron un repunte considerable. La producción industrial creció 7,7% interanual, la inversión urbana avanzó 4,2% y las ventas minoristas, impulsadas en parte por incentivos gubernamentales al consumo de bienes duraderos, aumentaron 5,9 %, su ritmo más acelerado desde finales de 2023. Además, las exportaciones crecieron un 12,4% en marzo, pese a la volatilidad experimentada a comienzos de año, mientras que la caída de las importaciones se moderó a –4,3%.
Sin embargo, persisten riesgos latentes. Las presiones deflacionarias continúan afectando a la economía: la inflación general se mantuvo en –0,1% en marzo y el índice de precios de producción registró una caída interanual de 2,5%, reflejando la debilidad de la demanda y la persistente sobrecapacidad en el sector industrial. La intensificación del conflicto comercial podría acentuar estas tendencias, especialmente si el desplome de las exportaciones no logra ser compensado por un fortalecimiento suficiente de la demanda interna.
La escalada arancelaria entre China y Estados Unidos, tras el intercambio de medidas recíprocas del 2 de abril, ha deteriorado aún más el entorno global. Ambos países impusieron aranceles adicionales de hasta 125 puntos porcentuales sobre productos estratégicos, materializando un escenario de guerra comercial abierta. Aunque algunos analistas anticipaban una eventual reanudación de negociaciones, el Ministerio de Comercio chino desmintió la existencia de contactos recientes y reiteró que cualquier diálogo deberá basarse en el respeto mutuo y condiciones de igualdad.
Frente a este panorama, la estrategia de China se apoya en dos pilares: la diversificación de sus relaciones comerciales hacia economías emergentes del Sur Global y el impulso a sectores tecnológicos estratégicos para fortalecer su autonomía económica. No obstante, los desafíos internos —como la fragilidad del mercado inmobiliario, el envejecimiento poblacional y los desequilibrios estructurales entre consumo, inversión y exportaciones— limitarán la capacidad de respuesta del gigante asiático.
En Japón, el gobierno del primer ministro Shigeru Ishiba reaccionó rápidamente al nuevo escenario proteccionista con un paquete de medidas económicas de emergencia. El plan contempla estímulos al consumo, subsidios energéticos, apoyo financiero a pequeñas empresas y reducción de precios de combustibles, con el fin de mitigar el impacto de los aranceles estadounidenses sobre sectores clave como la industria automotriz y siderúrgica. Paralelamente, Tokio ha intensificado sus negociaciones bilaterales con Washington para intentar obtener exenciones arancelarias, ofreciendo a cambio un aumento en las compras de productos agrícolas estadounidenses.
El balance general para Asia al cierre de abril de 2025 muestra una región que, aunque mantiene señales de dinamismo económico, enfrenta riesgos crecientes derivados del nuevo ciclo de tensiones comerciales globales. La capacidad de China para sostener su crecimiento interno y de Japón para preservar la estabilidad de su sector exportador serán factores clave para definir el desempeño económico del continente en los próximos trimestres.
México
La perspectiva económica de México para 2025 se ha deteriorado significativamente. El Banco Mundial recortó su expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) a cero, representando el ajuste a la baja más severo entre las quince principales economías de América Latina analizadas. Esta corrección responde al aumento de la incertidumbre provocada por las políticas comerciales de Estados Unidos, la pérdida de dinamismo del nearshoring y los crecientes riesgos de desaceleración en el comercio global.
El informe semestral LACER del organismo, liderado por William Maloney, señala que México, junto con otros países de la región, podría estar quedándose al margen del proceso de relocalización de empresas que originalmente prometía beneficiar sus economías. A pesar de que los aranceles impuestos a competidores asiáticos como Indonesia y Vietnam ofrecían una ventaja relativa, los avances han sido limitados. México busca diversificar su comercio fortaleciendo vínculos con Europa, pero esta estrategia también expone a su economía a mayores vaivenes del comercio internacional.
A nivel interno, los últimos datos económicos mostraron una expansión moderada. En febrero, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) reportó un crecimiento mensual de 1%, el mayor desde abril de 2023. Este desempeño positivo fue impulsado principalmente por el sector industrial, cuyas actividades secundarias avanzaron 2,5%, destacándose la expansión de 2,9% en las manufacturas. Las actividades primarias también mostraron crecimiento, aunque a un ritmo más moderado, mientras que el sector de servicios registró un aumento de 0,6 % mensual.
Sin embargo, el entorno macroeconómico continúa siendo frágil. Aunque el gobierno de Claudia Sheinbaum proyecta una expansión entre 1,5% y 2,3% para este año, las previsiones de organismos internacionales apuntan a un crecimiento nulo o incluso a una posible contracción. Esta divergencia refleja la incertidumbre que rodea el desempeño económico en el contexto actual.
En materia de precios, la inflación en la primera quincena de abril repuntó ligeramente a 3,96% anual, dentro aún del rango objetivo del Banco de México (Banxico) de 3 % ±1 punto porcentual. El avance sorprendió al mercado, que esperaba una desaceleración. A pesar de este incremento, los analistas consideran que no se trata del inicio de una tendencia alcista sostenida, aunque advierten sobre la necesidad de un monitoreo cercano.
El Banco de México recortó su tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos, situándola en 9%, y dejó abierta la posibilidad de nuevos ajustes si las condiciones inflacionarias lo permiten. Aunque la inflación subyacente —que excluye los componentes más volátiles— se aceleró a 3,90%, el comportamiento de los precios agropecuarios y energéticos se mantuvo controlado, ayudando a limitar las presiones inflacionarias generales.
Los riesgos, no obstante, se mantienen elevados. La prolongación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y México podría afectar la estabilidad financiera, mientras que la depreciación cambiaria reciente y el aumento de precios en bienes importados representan amenazas adicionales para la inflación. Asimismo, el dinamismo débil de la demanda interna, los precios relativamente bajos del petróleo y la persistencia de tasas de interés altas deberían contribuir a moderar las presiones de precios en los próximos meses.
En síntesis, México enfrenta un escenario económico complejo para 2025, marcado por un crecimiento estancado, presiones inflacionarias moderadas y una elevada exposición a las tensiones comerciales globales. El balance de riesgos se mantiene claramente sesgado a la baja.
Colombia
La dinámica económica de Colombia en 2025 se perfila con claros desafíos, tanto en el ámbito interno como en el entorno internacional. Aunque el Gobierno levantó el estado de conmoción interior en el Catatumbo mediante el Decreto 467 de 2025, las medidas tributarias especiales establecidas durante la emergencia continuarán vigentes hasta el 31 de diciembre, conforme lo dispone el Decreto 175 de 2025. Esta extensión busca garantizar los recursos necesarios para atender los compromisos presupuestales adicionales derivados de la coyuntura de seguridad.
En paralelo, la propuesta del Ministerio de Hacienda para aumentar las retenciones y autorretenciones de renta ha generado fuerte preocupación en el sector privado. La ANDI advirtió que los cambios propuestos afectarían negativamente la liquidez empresarial, incrementarían los costos financieros y podrían incluso reducir el recaudo neto a mediano plazo. El gremio empresarial alertó que las modificaciones carecen de sustento técnico y replicarían errores ya cometidos bajo el Decreto 261 de 2023.
En el frente energético, la multinacional Shell anunció su retiro de los bloques offshore COL-5, Purple Angel y Fuerte Sur en el Caribe colombiano, en el marco de una reestructuración global de su portafolio. Aunque la empresa reiteró su compromiso con el país en otras líneas de negocio, la decisión representa un golpe a las expectativas de desarrollo del segmento de hidrocarburos costa afuera.
En el ámbito comercial, Colombia intensificó su diálogo con Estados Unidos para mitigar el impacto de los nuevos aranceles impuestos a productos como el acero, el aluminio, las flores, el café y el aguacate. Las reuniones entre la Ministra de Comercio, Cielo Rusinque, y representantes estadounidenses buscaron impulsar acuerdos que faciliten el comercio bilateral y promuevan la admisibilidad de nuevos productos agrícolas. La visita del Representante Adjunto de Comercio de Estados Unidos a Bogotá a finales de abril será crucial para profundizar estos esfuerzos.
De manera complementaria, el ministro de Hacienda, Germán Ávila-Plazas, desplegó una intensa agenda internacional durante las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial. En sus encuentros con inversores, organismos multilaterales y calificadoras de riesgo, Ávila-Plazas presentó las perspectivas macroeconómicas de Colombia, reafirmando el compromiso del país con la estabilidad fiscal, la atracción de inversión extranjera y el fortalecimiento del comercio global.
En cuanto al desempeño interno, la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2024 reveló avances importantes. El tamaño promedio de los hogares colombianos disminuyó a 2,86 personas, mientras que el porcentaje de hogares con acceso a internet ascendió a 65,6%, aunque persisten brechas significativas entre zonas urbanas y rurales. La afiliación al sistema de salud alcanzó al 96,5% de la población, y la percepción de bienestar se mantuvo elevada, con una nota promedio de satisfacción de 8,2 sobre 10. Sin embargo, los desafíos en vivienda, pobreza multidimensional y acceso efectivo a servicios básicos continúan siendo críticos, especialmente en comunidades rurales y entre poblaciones étnicas.
Desde la perspectiva macroeconómica, el Banco Mundial redujo su proyección de crecimiento para Colombia en 2025 de 3% a 2,4%, en línea con la revisión global a la baja producto de las tensiones comerciales y la ralentización de socios estratégicos como Estados Unidos. Aunque el país mostraría una mejora frente al débil 2024 —año para el cual se anticipa un crecimiento de apenas 1,5%—, los riesgos para la expansión económica persisten.
El Fondo Monetario Internacional también recortó sus previsiones para Colombia, pasando de 3% a 2,4% de crecimiento estimado para 2025. El organismo advirtió que las tensiones comerciales, el endurecimiento de las condiciones financieras globales y las presiones inflacionarias prolongadas podrían limitar el dinamismo económico. En materia de inflación, el FMI proyecta una moderación gradual, con una tasa de 4,3% en 2025 y 3,6% en 2026.
Un estudio presentado por la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham) subrayó los riesgos derivados de los aranceles estadounidenses: si la medida se mantiene hasta 2026, se perderían aproximadamente 15.000 empleos y se registrarían caídas en el PIB y la inversión privada. No obstante, también se identificaron oportunidades para expandir las exportaciones en sectores como flores, café, textiles y materiales eléctricos, especialmente frente a competidores como China.
Finalmente, los avances en reducción de la pobreza multidimensional en Colombia fueron relevantes en 2024, bajando de 12,1% a 11,5%. Este progreso, aunque alentador, refleja un panorama heterogéneo: mientras regiones como Amazonía-Orinoquía y el Caribe mostraron mejoras sustanciales, en Bogotá se evidenció un retroceso. El informe del DANE también destacó las persistentes brechas de pobreza entre mujeres, comunidades étnicas y migrantes venezolanos, subrayando la necesidad de políticas públicas más focalizadas e inclusivas.
En suma, Colombia afronta 2025 con señales mixtas: avances sociales y resiliencia económica moderada, pero también vulnerabilidades crecientes en su comercio exterior, su estabilidad fiscal y su capacidad de adaptación ante un entorno global más volátil.
Renta Variable
Los mercados accionarios globales cerraron la semana con notables ganancias, desafiando un contexto marcado por una agenda intensa de resultados corporativos y la renovada amenaza de medidas arancelarias por parte de Estados Unidos. El impulso principal vino del sector tecnológico, donde Alphabet lideró el optimismo tras reportar ingresos superiores en un 13 % interanual y mostrar una expansión sólida de márgenes en Google Cloud, impulsando sus acciones cerca de un 5% y arrastrando positivamente al conjunto del Nasdaq.
En contraste, Tesla generó volatilidad al decepcionar al mercado: reportó un beneficio por acción (BPA) de apenas 0,27 dólares, muy por debajo de los 0,53 dólares esperados, lo que intensificó la presión de los inversores activistas. En el segmento de semiconductores, Intel cayó un 7% tras recortar su guía anual, afectada por la debilidad en la demanda de centros de datos. IBM también retrocedió un 8 %, a pesar de superar las expectativas de ingresos, debido a un crecimiento modesto en su división de software.
El mercado de fusiones y adquisiciones mostró signos de reactivación, con Infineon anunciando la compra de la división de Ethernet automotriz de Marvell por 2.500 millones de dólares, evidenciando que los compradores estratégicos continúan dispuestos a pagar múltiplos elevados, aún en un entorno de ventanas de IPO prácticamente cerradas.
En el frente macroeconómico, la retórica proteccionista de la Casa Blanca generó picos de volatilidad intradía, pero no logró revertir el sesgo alcista dominante. Así, los principales índices de Wall Street registraron avances semanales robustos: el S&P 500 cerró en 5.525,21 puntos (+4,6%), el Dow Jones en 40.113,50 (+2,5%) y el Nasdaq Composite en 17.382,94 (+6,7%). En Colombia, el índice Colcap también culminó en terreno positivo, alcanzando los 1.641,69 puntos (+0,9%).
En el mercado local, la renta variable mostró un comportamiento moderadamente favorable. El Colcap registró un avance de 0,41%, impulsado principalmente por la recuperación de Bancolombia, cuyo apetito se concentró en la acción ordinaria. Grupo Argos también destacó al alcanzar niveles cercanos a COP 21.980, máximos no observados desde 2017, reflejando un renovado interés por emisores con perfiles de crecimiento consolidado.
En Europa, los índices extendieron su recuperación: el Stoxx 600 encadenó su cuarta jornada positiva consecutiva, respaldado por sólidos resultados corporativos de empresas como Safran y Saab AB. El sentimiento de los inversores mejoró hacia el cierre de la semana, con expectativas centradas en los reportes de gigantes tecnológicos como Microsoft y Amazon, cuyos desempeños serán determinantes para la continuidad del rally bursátil.
Renta Fija
El mercado de renta fija presentó un comportamiento mixto a lo largo de la semana, influenciado por dinámicas locales e internacionales que reflejaron la persistente incertidumbre global.
En Colombia, la curva de TES Tasa Fija evidenció valorizaciones generalizadas. Los mayores movimientos se registraron en los vencimientos de octubre 2050 (–37,2 puntos básicos), septiembre 2036 (–36,3 pbs) y febrero 2033 (–36,0 pbs), en un contexto de expectativas de estabilidad en la tasa de política monetaria del Banco de la República en 9,5%, ventas de TES por parte de inversores extranjeros ante preocupaciones fiscales y nuevas emisiones de deuda interna por parte del Ministerio de Hacienda. En contraste, los TES indexados a UVR mostraron un desempeño heterogéneo: mientras el nodo de julio 2025 se desvalorizó significativamente (+26,8 pbs), reflejando inquietudes inflacionarias de corto plazo, los tramos largos como mayo 2055 (–9,1 pbs) y febrero 2037 (–8,6 pbs) registraron valorizaciones, indicando interés en posiciones defensivas frente a la inflación futura.
Adicionalmente, el Gobierno realizó una recompra parcial de bonos globales por 351 millones de dólares, reduciendo el saldo en circulación del bono con vencimiento en enero de 2026 a 666,3 millones de dólares. Esta operación, financiada con parte de los recursos obtenidos en la reciente colocación externa de 3.800 millones de dólares, destina cerca de 3.450 millones al Presupuesto General de 2025, en línea con la estrategia de manejo prudente de la deuda pública.
En el ámbito internacional, los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos descendieron a lo largo de la semana. El bono a 2 años cayó 5,0 pbs, el de 10 años 7,9 pbs y el de 30 años 9,7 pbs, impulsados por señales de cautela de la Reserva Federal ante las tensiones comerciales crecientes y las expectativas de inflación contenida. Las declaraciones del presidente Trump, reafirmando su postura de no eliminar aranceles sin concesiones significativas de China, incrementaron la aversión al riesgo, favoreciendo la demanda de activos refugio. El bono a 10 años cerró alrededor de 4,265%, en la parte baja del rango semanal, y el spread 2s10s se aplanó, reflejando una menor expectativa de crecimiento económico a futuro.
En Europa, los bunds alemanes se aplanaron al alza, ampliando su rezago frente a los bonos estadounidenses por tercera sesión consecutiva. El rendimiento del bund a 10 años se ubicó en 2,48%, mientras que el BTP italiano alcanzó 3,59%, en medio de crecientes apuestas a un recorte de 25 puntos básicos del Banco Central Europeo (BCE) en junio y a una expectativa total de 64 puntos básicos de recortes en 2025. Por su parte, los gilts británicos mostraron un desempeño relativo superior, beneficiándose de la recuperación del consumo interno.
Así, la renta fija global refleja una combinación de factores: tensiones geopolíticas, expectativas de moderación inflacionaria y señales de prudencia por parte de los principales bancos centrales, en un entorno que sigue exigiendo estrategias de inversión flexibles y de alta selectividad.
Divisas
El dólar estadounidense cerró la semana con una tendencia de firmeza moderada, aunque con un panorama técnico frágil. El índice DXY, que mide la fortaleza del billete verde frente a una cesta de seis divisas, avanzó 0,2% hasta niveles cercanos a 99,65 puntos, encontrando resistencia inmediata en 99,92. La volatilidad estuvo impulsada por señales contradictorias desde Washington sobre posibles negociaciones arancelarias y por expectativas encontradas respecto a un eventual recorte de tasas de la Reserva Federal en junio.
En este contexto, los rumores de desescalada en la guerra comercial se vieron atenuados por declaraciones oficiales desde Beijing, que negaron la existencia de diálogos activos con Estados Unidos, generando episodios de aversión al riesgo en los mercados cambiarios.
El euro, por su parte, mostró cierta recuperación tras rebotar desde mínimos en torno a 1,1310 dólares, impulsado por la debilidad del dólar y el optimismo sobre una eventual distensión comercial. Sin embargo, la moneda única sigue operando bajo presión estructural, y su avance fue limitado hacia la zona de 1,1370-1,1380, en un entorno donde persisten las dudas sobre la solidez de la recuperación europea y sobre la autonomía de la política monetaria del Banco Central Europeo.
Entre las monedas desarrolladas, el franco suizo retrocedió 1,4% ante advertencias del Banco Nacional Suizo (SNB) sobre los riesgos de las tensiones comerciales y la posibilidad de intervención cambiaria. El yen japonés cayó 1,0%, tras las reuniones bilaterales entre Japón y Estados Unidos que redujeron su atractivo como refugio. El yuan chino, en cambio, logró fortalecerse un 0,2%, apoyado en iniciativas del Banco Popular de China orientadas a fomentar su uso internacional.
En América Latina, las monedas emergentes mostraron un comportamiento sólido, con especial protagonismo del real brasileño (+2,1%), impulsado por la renovación de swaps cambiarios y expectativas de mayor flexibilidad monetaria. El peso mexicano avanzó 1,1% respaldado por las proyecciones de nuevos recortes en la tasa de referencia de Banxico, en un entorno de inflación moderada. El peso chileno lideró las apreciaciones de la región, con un alza de 3,2 %, beneficiándose de la aprobación de una alianza estratégica para el desarrollo del litio.
En Colombia, el peso colombiano se apreció un 2,0% durante la semana, consolidándose como una de las monedas de mejor desempeño entre los mercados emergentes. La estabilidad de los precios internacionales del petróleo, combinada con la debilidad general del dólar, respaldó el fortalecimiento del COP, que también se benefició de la percepción de estabilidad monetaria local pese a la volatilidad externa. Este comportamiento permitió al peso converger con la tendencia positiva observada en otras divisas de la región, reforzando su posición en un entorno global de crecientes riesgos.
Commodities
Durante la semana, los precios de las materias primas presentaron movimientos divergentes en respuesta a cambios en las expectativas de oferta y demanda, así como a las fluctuaciones en el sentimiento de riesgo global.
En el mercado energético, el petróleo experimentó retrocesos relevantes. El crudo WTI cayó un 2,6% hasta los 63,02 dólares por barril, mientras que el Brent retrocedió un 1,6% para cerrar en 66,87 dólares. La presión bajista provino de señales emitidas por la OPEP+, que abrió la posibilidad de flexibilizar los recortes de producción a partir de junio para atender necesidades fiscales de algunos miembros en medio de precios débiles. A este factor se sumó un inesperado aumento de inventarios en Estados Unidos —con un incremento de 244.000 barriles— que reforzó los temores de sobreoferta, aunque el freno parcial en la producción de shale moderó las pérdidas.
El mercado petrolero también se vio influenciado por la incertidumbre geopolítica: a pesar de señales mixtas desde Washington y Pekín respecto a las tensiones comerciales, el riesgo de un aumento en los niveles de producción —particularmente si se vislumbra una eventual resolución del conflicto en Ucrania que libere oferta rusa— mantuvo al mercado en tono cauteloso.
En metales preciosos, el oro retrocedió 0,2% para ubicarse en 3.320 dólares por onza, presionado por la fortaleza del dólar y expectativas de alivio en la guerra comercial China-EE.UU. No obstante, el metal mantuvo una sólida base de demanda vía fondos de inversión, que actuó como soporte técnico. La plata, en cambio, repuntó un 1,7% hasta 33,1 dólares por onza, beneficiándose del rebote técnico en el oro y de su creciente demanda industrial.
En el segmento de metales industriales, el cobre registró un avance de 2,2%, alcanzando los 489,5 dólares por tonelada, impulsado por sólidos resultados de grandes compañías mineras como Grupo México. Este comportamiento positivo se dio a pesar de algunas señales de enfriamiento en la demanda china y salidas de capital desde fondos cotizados (ETFs) especializados en commodities.
En conjunto, el mercado de commodities continúa reflejando un entorno de alta sensibilidad a la evolución de las tensiones comerciales, los anuncios de política de oferta de grandes productores y las expectativas de crecimiento económico global.
Columna de Opinión
El nuevo mapa financiero global: fragmentación, costos de capital y riesgos para los emergentes
La fragmentación económica mundial no se limita al comercio de bienes. En 2025, la guerra arancelaria, las tensiones geopolíticas y la transición hacia cadenas de suministro regionalizadas están redefiniendo también los flujos financieros internacionales. La globalización financiera, que facilitó durante décadas el acceso al crédito y a la inversión en condiciones relativamente favorables, comienza a mostrar signos de retroceso.
Hoy, los capitales globales se mueven con mayor cautela y diferenciación. La búsqueda de seguridad jurídica, estabilidad institucional y baja exposición a conflictos comerciales es cada vez más determinante para los flujos de inversión extranjera directa y para el financiamiento soberano. Los países emergentes enfrentan un entorno más exigente: costos de financiamiento más elevados, spreads soberanos sensibles a vulnerabilidades políticas, y menor disponibilidad de liquidez en los mercados internacionales.
La nueva arquitectura financiera implica que, más que buscar endeudamiento adicional, los países deben proteger su acceso al crédito internacional en condiciones responsables. En el caso de Colombia —donde la deuda pública ya bordea el 60 % del PIB— la prioridad debe ser fortalecer la credibilidad fiscal, mejorar la eficiencia del gasto, impulsar el ahorro interno y promover proyectos de inversión de alto impacto económico y social.
Preservar la confianza de los mercados será crucial para garantizar la refinanciación de la deuda existente a costos razonables y evitar presiones adicionales sobre las tasas de interés locales. A diferencia de décadas anteriores, no bastará con tasas atractivas: los inversionistas demandarán disciplina macroeconómica, estabilidad institucional y estrategias claras de sostenibilidad fiscal.
En un mundo más fragmentado y competitivo, la resiliencia macroeconómica, la diversificación de socios comerciales y financieros, y el fortalecimiento del mercado interno serán activos estratégicos para sostener el crecimiento y proteger la estabilidad social en los próximos años.
Nota del Autor:
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