
“La corrupción no solo se combate con leyes, también con tecnología que no se puede comprar ni manipular.”
La corrupción en Colombia no es un tema menor. Estamos hablando de billones de pesos perdidos en contratos mal ejecutados, subsidios que nunca llegan a quien los necesita, y obras que nunca terminan. Todo esto, además de robarnos dinero, nos quita la confianza en nuestras instituciones. Pero ¿y si la solución no fuera solo una cuestión de voluntad política, sino de tecnología?
El blockchain, esa palabra que muchos asocian solo con criptomonedas, podría ser parte de la respuesta. Si esta tecnología, que parece tan compleja, puede ser usada para mejorar la transparencia y la trazabilidad en los procesos públicos, tal vez estemos ante una herramienta que podría transformar el panorama político de nuestro país.
Blockchain: la tecnología que no olvida
En pocas palabras, blockchain es un registro digital en el que cada acción queda registrada de forma pública e inalterable. Imagina un libro de cuentas que no puede ser borrado ni modificado sin dejar evidencia. Cada transacción, cada contrato, cada movimiento de recursos en el sector público podría ser registrado en blockchain, y cualquiera podría consultar cómo se han usado los recursos, en qué se han invertido y quiénes están detrás de cada decisión.
¿Cómo funcionaría esto?
No estamos hablando de algo que solo exista en el futuro. Ya hay ejemplos en otros países donde blockchain ha comenzado a implementarse en la gestión pública:
En Georgia, se utiliza para la gestión de registros de propiedad, evitando fraudes y corrupciones.
En Estonia, blockchain forma parte de la infraestructura del gobierno para garantizar que los datos sean seguros y accesibles.
En México y Perú, ya están haciendo pruebas de licitaciones públicas usando contratos inteligentes.
Ahora, imagina que todo eso sea posible aquí, en Colombia:
Contratos públicos 100% transparentes, donde cualquiera pueda verificar su ejecución.
Distribución de subsidios sin intermediarios, con trazabilidad en tiempo real.
Proyectos de infraestructura supervisados automáticamente por la ciudadanía, sin la posibilidad de manipular los recursos.
No es magia, es tecnología… pero no basta con eso
Claro, blockchain no va a acabar con la corrupción por sí sola. Si no hay voluntad política, esta herramienta podría ser ignorada, mal usada o incluso sabotaje. Y no se trata solo de meter tecnología por meterla: la implementación de blockchain en el sector público requiere de un marco legal sólido, educación para funcionarios y ciudadanos, y por supuesto, compromiso real por parte de los que nos gobiernan.
Pero, si se hace bien, blockchain puede ser una herramienta poderosa para devolverle la confianza a los colombianos en sus instituciones.
La oportunidad está en nuestras manos
Colombia necesita reconstruir la confianza en lo público. La gente ya no cree en las promesas, y con razón. Tal vez, abrirle la puerta a tecnologías como blockchain no sea la solución mágica, pero sí podría ser un paso hacia un sistema más transparente, más justo, donde la gente pueda ver cómo se manejan sus recursos.
Es momento de empezar a confiar más en los algoritmos que en las palabras. Blockchain no es el futuro, es el presente. Y la pregunta es: ¿estamos listos para aprovecharlo?
Que interesante columna Alejandro