
“Dando tumbos, cual embriagado por las circunstancias el gobierno está, y con las pastillas de los ciudadanos el suele jugar, ante el sentimiento de ser incapaz”
Las escenas vistas esta semana en los principales dispensarios de las EPSs más grandes del país, se veía venir. El gobierno, se hubo advertido en forma anterior, de la grave crisis que en cuanto al desabastecimiento en las principales Promotoras de Salud atravesaba el sector farmacéutico en el ámbito de los dispensarios. Sin embargo, solo, cual niño a quien no le dan su juguete, el ejecutivo se puso a pelear y a bailar el indio, actitud que le ha de salir más costosa de los que piensa…sobre todo ad portas de una elección presidencial.
La crisis en la dispensación de medicamentos, tiene orígenes multifactoriales que no han de poder ser atribuidos en forma única a una causa, sino más bien, se encuentra compuesto de grandes eventos que sirven de causalidad efectiva para la hecatombe farmacéutica que hoy vive Colombia. En este sentido, también resulta menester expresar, que no se trata ni mucho menos de un problema atravesado únicamente por esta, la tierra del divino niño; sino que ha resultado ser una catástrofe de proporciones mayúsculas, que, a lo sumo, nunca se hubo desligado del panorama internacional. Sin embargo, la inoperancia del gobierno ante la crisis, sí que lo ha hecho una situación única en Colombia, donde, a pesar de tener uno de los sistemas de salud más garantistas del mundo, el despacho presidencial en turno trata de modificarlo hasta el punto de hacerlo irreconocible y evocar aquellas imágenes dejadas atrás junto con lo que fue el Instituto de Seguros Sociales.
Así, problemas como la crisis de los contenedores del mundo post pandemia, la situación bélica de Yemen y Somalia causantes ambas de una gran inflación a nivel mundial, los misiles que caen por palestina, las medidas de Trump, las variaciones en los precios del petróleo y las movidas en los mercados bursátiles; todo, ha generado una mescolanza que ha derivado en serios problemas para el gobierno nacional.
De carácter criollo, también se han presentado problemas que derivaron en la escasez vivida en varias capitales del país. Las demoras, a veces injustificadas, del INVIMA a la hora de otorgar licencias de comercialización; el rifirrafe del gobierno nacional que no acepta aumentar el porcentaje de la UPC y que aquello es un factor determinante para salir del lio; de la misma forma el conflicto de los presupuestos máximos, su reconocimiento por parte de la Corte Constitucional y el escenario de mora en el que se encuentra el ejecutivo, ocasionando la no financiación de algunas tecnologías necesarias para los pacientes.
Pedirle peras al olmo, es casi que imposible y pedir que las EPSs trabajen con un gobierno que las desprecia, también. Convocar a marchas innecesarias para salir del atolladero en el que se encuentra la salud, por medio de reformas hechas desde la militancia política como manipulación de masas, es sin duda seguir jugando al juego de la pastilla, aquel similar al del burro y la manzana, pero con medicamentos; en el cual este gobierno tartufo es quien menea la manzana con el palo desde el balcón de la casa de Nariño para que el pueblo sumiso trate de alcanzarla avanzando para poder comer. De seguir en la tónica de aquella jugarreta, el ejecutivo caerá en escenarios que a la postre son catastróficos, impagos, prestadores que no pueden trabajar porque no hay plata, anaqueles de los dispensarios vacíos y la demanda en aumento por una población enferma; son situaciones de muy posible ocurrencia. Así que, ojo con el juego de la pastilla presidente.
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