
“El Calumniador en Jefe de Colombia, Gustavo Petro, solo tiene una obsesión en su vida: ver a Colombia hundida, ardiendo en las llamas del odio, la envidia y la venganza. Su objetivo más mezquino es convertir a Colombia en un infierno.”
Me imaginaba que Gustavo Petro haría lo imposible para «mantener» su gobierno en medio de tantos escándalos, pero lo que no esperaba – quizá por ingenuidad – es que utilizara la salud y la vida de todos los colombianos para promover su odio y su venganza con lo que es bueno.
A Petro no le interesa ni le preocupa que colombianos sufran y mueran por falta de medicamentos y/o acceso a la salud. Él prefiere que Colombia viva en medio de un genocidio sanitario con tal de hacer prevalecer sus calumnias sobre el sistema de salud colombiano.
Como Petro no le gusta gobernar sino hacer campaña, agitar a las «masas», promover el odio y azuzar la confrontación civil, para él no le es difícil decir cuanta sandez se le ocurre todo con la obsesión psicópata de crear en Colombia un ambiente propicio para que se de una guerra civil y él se declare el salvador y/o el mártir de la nación.
El gobierno de Petro no es uno de reformas que cambian el panorama social del país para bien. Él se hizo elegir para proponer o «imponer» unas reformas que acaban con la institucionalidad, la democracia y la república en Colombia. Se hizo elegir atacando todo lo que se construyó en siglos pero lo que los colombianos, en este momento, no entienden es que Petro quiere acabar con Colombia.
Cómo es posible que todos los días ataque a un sector diferente y muchos digan que eso es normal, es que ese es el estilo de un «gobierno progresista» y que los resultados se verán en algunos años pero para beneficio de la nación. Están acabando con el país y casi nadie hace algo para evitarlo.
Petro y su gobierno empezó calumniando al sector de hidrocarburos del país. Amenazó con no firmar contratos de exploración y explotación de carbón y petróleo porque, según Petro, eso acaba con la humanidad. Y con todo ello ha hecho muchas cosas para que ese sector se hunda y no produzca. Su discurso contra esas energías es criminal.
Ataca diariamente el mercado laboral de Colombia. Dice que los empresarios son enemigos del trabajador, que son esclavistas, hasta asesinos les ha llamado. Queda claro que el título de economista que tiene le queda grande y que solo entiende lo que le conviene para mantener su discurso de odio de clases y que es la «mecha» para incendiar a Colombia en una guerra civil fratricida.
Si Petro supiera, siquiera, lo más elemental de la economía, sabría que, el empresario es socio del trabajador. Que el capitalismo – ese que tanto critica y que lo persigue – es el modelo de progreso más importante que ha existido en la historia de la humanidad. Él – Petro – cree que Colombia no debe tener empresarios y solo trabajadores, pero no sabe o
se hace el ignorante que tanto el primero como el segundo son actores no excluyentes y que deben existir para que funcione la economía. Queda claro que Petro es un ignorante y que calumnia, con discurso barato, hasta la teoría económica y, sobre todo, el sentido común y la evidencia empírica.
Ahora bien, él presentó al Congreso un proyecto de reforma laboral que NO concertó con los empresarios, trabajadores y congresistas y que iba a generar un caos laboral sin precedentes. La comisión séptima del senado, responsablemente, archivó el proyecto lo que da un alivio, por ahora, al mercado laboral de Colombia. Sin embargo, Petro que no le gusta la democracia y la Ley, llamó a una Consulta Popular para «imponer» su reforma desconociendo la labor del congreso. Creo que no le va a salir y tendrá una nueva derrota, esta vez, más estruendosa que las anteriores.
Pero lo más grave de todo – y eso que lo anterior ya es muy grave – es lo que ha hecho, impunemente, con el sistema de salud colombiano. Lo ha atacado por todos los flancos posibles, ha utilizado la bota del estado para irse en contra de las EPS y de los laboratorios del país, los ha acusado, falsa e infamemente, de «acaparar» medicamentos y, en consecuencia, los ha tratado de asesinos, ladrones, genocidas y los ha amenazado con entrar, manu militari, a sus bodegas y obligarlos a perder medicamentos.
Petro, Jaramillo (su ministro de salud), los superintendentes de salud y, en general, todo el gobierno, han desfinanciado el sistema de salud colombiano. Ellos, son los responsables que al día de hoy, muchos colombianos estén desesperados por obtener medicamentos para sus dolencias y enfermedades, otros colombianos, destruidos por la pérdida física de sus seres queridos por falta de medicamentos y de atención en salud.
Si el «cambio» que proponía Petro era acabar con el sistema de salud y, por extensión, con la vida de millones de colombianos entonces si es un cambio, pero un cambio macabro. ¿cuánto le debe el gobierno a las EPS para que puedan comprar medicamentos y, por lo tanto, los pacientes puedan reclamarlos? La cifra es de miles de millones de pesos. Es un genocidio sanitario lo que está haciendo el gobierno infame de Gustavo Petro.
Que no se nos olvide que siempre la historia pone en su lugar las cosas. El gobierno de Gustavo Petro será recordado en los libros de historia de Colombia como el gobierno que llegó al poder a destruirlo todo, a acabar con lo bueno que había y a instaurar e imponer una ideología genocida. Que con cháchara y carreta de quinta acabó con el trabajo, la economía, la seguridad, la salud y la vida de muchos colombianos.
Gustavo Petro será recordado en el libro de la INFAMIA.
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